Lectura 4:00 min
Cómo se procesan las emociones en las decisiones de inversión especulativa
Hay dos momentos en la vida de un hombre en los que no debe especular: cuando no puede permitírselo y cuando puede”.
Mark Twain
Prácticamente a lo largo de toda la historia económica de la humanidad se han presentado burbujas especulativas, en relación con el precio de activos o mercancías de distinta índole. Entre los casos frecuentemente citados está la fiebre del tulipán de 1600 en los Países Bajos, la de la Compañía Mississippi a principios de los 1700, el mercado bursátil alcista de los años 20 en Estados Unidos (previo a la crisis y depresión), y más recientemente, la burbuja de las compañías dot com y las criptomonedas.
Robert Shiller ganó el premio Nobel de economía en el 2013 gracias a su análisis por los precios de activos específicamente en procesos de especulación financiera.
De acuerdo con algunos autores, por su propia naturaleza es imposible predecir el comportamiento de burbujas financieras. Es después de ocurrido el evento cuando hay que analizar las etapas que se sucedieron en la generación y eventual explosión de dicha burbuja.
En el artículo Investor Emotions and the Psychodynamics of Asset Pricing Bubbles: A Chinese Perspective, de Taffler et al, se desarrolló un modelo de cinco etapas para explicar el desarrollo de esas crisis, particularmente con la base en las crisis de las burbujas especulativas bursátiles en China entre el 2005 y 2008 y entre el 2014 y el 2016.
La primera, que denomina Emerging to view o emergiendo la visibilidad, un activo o un conjunto de activos financieros, empiezan a ser percibidos en las mentes de los inversionistas como “objetos fantásticos transformacionales”, con capacidad de generación de valor acelerada y con una evidente distorsión en el riesgo implícito del activo. Se basan en una explosión de rentabilidad de corto plazo, fuera de los parámetros de rentabilidad promedio.
La segunda fase, denominada en el artículo como de “urgencia por poseer”, genera un comportamiento compulsivo de parte de los inversionistas por incursionar en la inversión del activo o por aumentar la tenencia del mismo, casi a cualquier precio; bajo la premisa de que la tendencia alcista apenas empieza o que falta mucho para que concluya.
La tercera fase de “negación maniática”, es en aquella en que, pese a que empieza a denotarse la evidencia de que las valuaciones de los activos no pueden sostenerse demasiado tiempo, no tienen sustento y son poco realistas, sigue existiendo una presión importante de grupos de inversionistas por adquirirlas, negando los principios básicos de cualquier otra inversión y sin reconocer las señales evidentes de riesgo implícito.
La fase de “pánico” se desata cuando la evidencia de las valoraciones extremas es ya insostenible y aquellos inversionistas que o bien entraron antes o bien alcanzan a percibir ya el riesgo inminente de reducción de precio, pierden la percepción de esperanza fantástica de retorno y liquidan los activos a cualquier costo y sin importar la magnitud de las pérdidas.
En la quinta fase, que el artículo denomina de “repulsión y culpa”, el deterioro en el valor del activo y el colapso de ese mercado ha sido absoluto y se generan en la mayoría de los inversionistas sentimientos de arrepentimiento y vergüenza, pero en muchos casos no de culpa; como si haber caído en la dinámica especulativa fuera culpa del mercado y de los jugadores externos y no existiese una percepción de responsabilidad propia.
Como lo hemos visto recientemente, este comportamiento puede ser incluso cíclico respecto del mismo activo financiero, como si la enseñanza del pasado inmediato no generará un aprendizaje en el corto plazo, siendo este comportamiento el que se encuentra detrás del deterioro significativo en muchos casos de patrimonios que son afectados de manera definitiva.
De acuerdo con algunos autores, por su propia naturaleza es imposible predecir el comportamiento de burbujas financieras. Es después de ocurrido el evento cuando se deben analizar las etapas que se sucedieron en la generación y eventual explosión de dicha burbuja.