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Opinión

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El bienestar no es reflejo del comportamiento en las bolsas

En las últimas décadas se ha venido ampliando el número de indicadores económicos orientados a medir el desempeño de los mercados. Hoy estos se refieren al comportamiento de los precios de las bolsas en donde brokers, instituciones financieras y analistas confluyen todos los días para analizar las variables que permitan obtener las mayores ganancias a las empresas que cotizan. Los mercados felices cuando hay ganancia y extremadamente sensibles ante cualquier pérdida, dominan el espectro de metodologías de análisis, modelos econométricos, algoritmos, estudios científicos e impactos en los medios de comunicación masiva. Actualmente son el dolor de cabeza del quehacer económico, nadie se acuerda que existen otros mercados quizás más importantes que los financieros. Existen un sinnúmero de casos de personas manejadoras de inversiones que mueren año con año a causa de estrés por la administración de dinero que por cierto no es suyo, ese es el nivel de ansiedad con el que se vive, cuesta trabajo encontrar alguna persona que fallezca porque se incrementó la pobreza o la migración por causas económicas.

De alguna manera nos hemos pasado décadas creyendo que las ganancias de las bolsas reflejan el bienestar de la sociedad, no hay mayor mentira. No obstante, las mediciones con relación a cómo viven las clases medias y bajas son apenas visibles ante nuestros ojos, llamando sólo la atención de ONG´s, universidades y algunas instituciones de gobernabilidad social. Si las acciones de empresas, por ejemplo, tecnológicas caen, el planeta estremece, por el contrario, si aumenta el número de pobres ello no es materia de estrés global. Además del interés de los accionistas, un puñado de directivos y unos cuantos empleados; las grandes empresas, que tienen que ver con el destino de millones de personas la respuesta es poco. Tenemos que comenzar a pensar en cómo pudieran ser las cosas si, en las primeras planas se reflejaran los exabruptos en los niveles de vida de las comunidades, la baja en la esperanza de vida de las personas, la marginación o la migración desesperada de millones de personas. ¿Cuál sería el resultado si toda la energía política y económica se orientará en atender estos problemas económico-sociales en lugar fijar la mirada en el comportamiento de los mercados? Y es que estamos ante la paradoja de que el sufrimiento de millones parece no importar tanto como el dolor de inversionistas cuando pierden en las bolsas. Lamentablemente hemos aprendido a reaccionar fuerte y medir con precisión milimétrica las variables económicas cuando las clases altas sufren pérdidas económicas. En este momento de incertidumbre, altas tasas de inflación y, desastre por la pandemia, estamos ante la oportunidad de cambiar nuestra forma de entender y mediar a la economía.

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Doctor en Desarrollo Económico, Doctor en Derecho y Doctor en Historia del Pensamiento Filosófico Especialidades en desarrollo económico en Oxford University y en Economía Internacional en Georgetown University. Profesor en la Universidad Panamericana y la Ibero. Ha colaborado en la Presidencia de la República, el Banco de México, la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, fue Ministro de Asuntos Economicos de la Embajada de Mexico en EEUU (Washington). Autor de libros en Regulación Financiera, Historia Económica, Política Fiscal, Políticas Públicas y Ética.

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