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Opinión

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El coronavirus y los mercados financieros

En lo que va de este 2020, el tema que más ha acaparado la atención de los medios ha sido el coronavirus (Covid-19) y su expansión alrededor del mundo. Desde las primeras semanas de enero se comenzó a hablar de una enfermedad altamente contagiosa detectada en Wuhan, capital de Hubei, provincia de China. Conforme se fue agravando la situación las noticias fueron abarcando las implicaciones que tiene un fenómeno de esta naturaleza. Esta narrativa había llegado a los mercados financieros, pero fue hasta finales de febrero cuando los impactó contundentemente.

Los movimientos en los mercados financieros se caracterizan por estar adelantados con respecto a lo que sucederá en la economía real, pues hoy en día los flujos de capital reaccionan velozmente en busca de retornos atractivos o, como en este caso, se trasladan rápidamente a instrumentos financieros menos riesgosos. Cabe mencionar que la globalidad y la libertad de movimiento en los flujos de capitales hacen que hoy la totalidad de los mercados financieros internaciones esté sufriendo por el coronavirus.

En un entorno de disminución en las posiciones de riesgo, las consecuencias naturales son: baja en el precio de las acciones de prácticamente todas las compañías de todos los países y aumento en el precio de activos de refugio como el oro y los bonos soberanos de países desarrollados. Estos movimientos masivos afectan significativamente la cotización de los tipos de cambio del mundo haciendo que las monedas de los países con economías fuertes se aprecien, mientras que las de los demás países se deprecian.

Dadas las malas expectativas económicas que se esperan como consecuencia de la ruptura de varias cadenas productivas en China y la significativa disminución en consumo y producción que podrán tener los países con más personas contagiadas, en los primeros días de marzo, los banqueros centrales de los países pertenecientes al G7 acordaron tomar acciones para disminuir la afectación de la economía por el virus. La Reserva Federal de Estados Unidos sorprendió con una baja de 50 puntos base en su tasa de fondeo, esto sólo preocupó más a los inversionistas, hasta ese momento el S&P 500 había perdido 11% desde su máximo de febrero.

El lunes 9 de marzo, en la apertura de los mercados asiáticos, el precio del petróleo cayó cerca de 30% debido a una significativa disminución en las expectativas de demanda de crudo aunado a una falta de acuerdo en la Organización de Países Exportadores de Petróleo para detener su producción. Esta narrativa vuelve a llenar los titulares de las noticias y el entorno de riesgo vuelve a hacer que los inversionistas migren a instrumentos menos riesgosos, el retorno del bono del Tesoro de Estados Unidos disminuyó a 0.50%, nivel muy por debajo del mínimo visto en la crisis hipotecaria del 2007.

En lo que respecta a México, el tipo de cambio se ha disparado a niveles mayores a 21 pesos por dólar, las tasas de los bonos gubernamentales han experimentado una enorme volatilidad y los precios de las acciones han caído. La narrativa ahora se dirige hacia la calificación crediticia de Pemex que, con un precio devaluado del petróleo, enfrenta retos mucho mayores.

Al parecer, la mortandad por el virus ha disminuido, aunque su tasa de contagio sigue siendo muy alta; los gobiernos de los países continúan poniendo en marcha medidas para mitigar contagios y apenas se comienza a hablar de una vacuna que ponga fin al virus. Por encima de estas noticias positivas, el sistema financiero y económico se muestra significativamente afectado por esta enfermedad, la cual tardará un buen tiempo en sanar.

*Ernesto González Zenteno es BBVA Asset Management - VP Productos Estructurados.

juanernesto.gonzalez@bbva.com

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