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Opinión

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El déficit de la inversión

La inversión pública y privada ha caído 2 puntos porcentuales del PIB en lo que va del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por lo que de mantener su discurso “hostil” a los capitales privados será difícil que México pueda aprovechar su posición privilegiada de cercanía y recuperación con Estados Unidos para alcanzar la reactivación económica, sentenció Carlos Hurtado, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP). 

“La mesa está puesta” y existen las oportunidades de llegar a los niveles prepandemia, aseguró el especialista del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), sin embargo, “lo que falta es que el gobierno cambie su discurso y sus hechos y que sea amigable a la inversión privada, sea amigable a su propia inversión, la cual ha venido destruyendo de manera importante”. 

Los elefantes blancos son eso, elefantes, que se inauguran y crean empleos temporales, pero después de terminados se quedan como museos, sin que además puedan ser visitados para fines recreativos. La cancelación del aeropuerto (que costó más de 113 mil millones), el nuevo AIFA (75,000 millones), la refinería de Dos Bocas (12 mil millones de dólares, con cifras conservadoras) y el Tren Maya (200 mil millones de pesos, además del ecocidio ambiental) suponen mucho dinero que debía haberse utilizado en drenaje, agua potable, créditos de la banca de desarrollo, carreteras, acceso gratuito a internet en las comunidades alejadas. 

“Ya venía mal y ahora andamos más de malas... con una posición hostil a la inversión privada es difícil que se recupere (el país)”, sentenció Carlos Hurtado. De acuerdo con los cálculos del CEESP, para que la economía crezca 4% anual, la inversión público-privada como proporción al PIB debe ser de 25%. “Estamos en (niveles de) 18%, hay un gran trecho”, comentó. 

A lo anterior hay que añadir la incertidumbre a la inversión por las modificaciones legales arbitrarias: las reformas al padrón de telefonía; la nueva ley de transparencia publicitaria, la reforma a la ley de extinción de dominio, evidentemente las modificaciones legales y de facto de la industria energética, como la cancelación de las rondas petroleras; la reforma del outsourcing y muchas de las modificaciones fiscales, como la cancelación de la constancia fiscal por AMLO. 

Por tanto, el director del organismo privado advirtió, habrá que tener cuidado y no confundir la recuperación con la reactivación, pues si bien existen muestras de que el consumo va mejorando, la actividad industrial creció, pero eso no es resultado de que la economía está reactivada, porque para ello habría que crecer al 16% anual, situación que nunca ha ocurrido. 

En su oportunidad, Vicente Yáñez, presidente de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicios y Departamentales (ANTAD), pidió no “cantar victoria” con las cifras positivas que muestra la economía mexicana en los últimos meses, “porque (…) para que lleguemos a los niveles prepandemia, tendríamos que hacer las cosas muy bien para enmendar lo andado”. 

Ahora que estamos hablando de la economía moral, la mejor medicina serían mejorar empleos formales para producir más y mejor, como dice Von Hayek, que es el primer deber ético de empresarios y gobernantes. Los apoyos sociales, hay que canalizarlos adecuadamente; exigir prestaciones a cambio a los que pueden hacerlo, como sugiere Rosanvallon. Vicente Yáñez propuso que de los 360,000 millones de pesos que hoy se destinan a programas sociales se paguen a través de monederos electrónicos, que deben redimirse en la formalidad para generar un círculo virtuoso, en el que por lo menos se recuperen 25 a 30,000 millones de pesos con concepto de IVA. El pago de impuestos se debe exigir tanto al sector formal como al informal, propone Santiago Levy en Buenas intenciones, malos resultados.  

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