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El dinero no es lo más importante
Siempre insisto en este espacio que el objetivo nunca es tener dinero por tenerlo. Es juntar el dinero suficiente para lograr las cosas que son más importantes para nosotros. Por eso es clave tenerlas claras.
Eso no significa que el dinero no sea importante. Al contrario, lo necesitamos para satisfacer nuestras necesidades más básicas, como comer, vestir o transportarnos. También para lograr algunas de las metas más valiosas que tenemos. El dinero entonces es esencial para vivir.
Por eso la falta de dinero causa tantos problemas en todos los niveles, incluida la salud mental. Es una de las principales fuentes de estrés en las personas. La sensación de no tener para acabar el mes, de no poder pagar algo que nos hace falta o no saber si tendremos para comer mañana, es horrible.
El dinero también es un recurso escaso: aunque uno pueda ganar mucho, nunca es suficiente para hacer todo lo que queremos al mismo tiempo. Por eso mismo es importante aprender a manejarlo bien, cuidarlo e invertirlo bien, para que crezca y nos permita alcanzar nuestras metas de mayor plazo. Eso significa asignarlo según nuestras prioridades en la vida: lo que en realidad es más importante para cada uno de nosotros.
Hay personas que ponen al dinero como lo más importante en su vida a veces sacrifican demasiado por lograr tener dinero. No le dan tiempo a su pareja o a sus hijos, dejan de disfrutar las cosas simples y también se someten a muchísimo estrés. El dinero no es la clave para una vida plena y nos puede distraer de lo que realmente llena nuestra vida.
Todo en equilibrio. El dinero es importante, pero no es lo más importante. Es un medio, pero no un fin en sí mismo. No da la felicidad, pero da cierta libertad.
Hay gente que desperdicia el dinero en cosas que no valen la pena. Por ejemplo: lo que se gastan en intereses por deudas con tarjetas de crédito y préstamos de nómina. Otros simplemente dejan de lado metas más importantes, como el retiro, por necesidades de menor plazo que parecen más divertidas. Todavía no conozco a nadie que no se haya arrepentido. No se trata de no disfrutar el camino, se trata, nuevamente, de lograr un equilibrio.
La mayoría de la gente, tristemente, prefiere ir con la marabunta, pensando en que podrá pensar en esas cosas más adelante. O que se resolverán como por arte de magia. Pero no funciona a mí.
Particularmente me cuesta mucho trabajo ganar el dinero. Por eso, porque valoro mi trabajo y lo que es importante para mí, sé que mi responsabilidad es cuidarlo y tomar buenas decisiones con él. Nunca desperdiciarlo o usarlo para aquellas cosas que no generan valor a mi vida. Busco ese equilibrio.
Trato de tener una visión de futuro, porque las cosas suceden. Algunas de manera cierta, como el retiro o la muerte (tarde o temprano vendrán) y por eso es mi responsabilidad prepararme. Me importa mi familia y por eso quiero tener la tranquilidad y la seguridad de que ellos estarán bien si algo sucede conmigo.
Hay también cosas inciertas, que pueden o no pasar, pero que si suceden, podrían afectar seriamente todo lo que estoy construyendo para mí y para los míos. También es mi responsabilidad pensar en ello y estar lo mejor protegido que pueda.
Me gusta invertir y tomar riesgos (soy un inversionista con perfil agresivo), pero no me gusta especular (apostar el dinero que gano y perderlo si no le atino).
Al final, el dinero es parte de la vida y es fundamental no sólo para satisfacer nuestras necesidades básicas, sino para lograr mucho de lo que más nos importa en la vida. Pero es el medio que nos ayuda a lograrlo, no es el objetivo final.