Lectura 3:00 min
Los determinantes del 2024
Dirigido a funcionarios públicos y líderes empresariales, el reporte sobre las perspectivas para México que anualmente presenta el Centro de Estudios México-Estados Unidos de Instituto Baker —un think tank afiliado a la Rice University— se nutre de las opiniones de expertos en finanzas, salud, energía, seguridad y medio ambiente.
La edición 2024 de su México Country Outlook pone énfasis en las votaciones concurrentes del próximo 2 de junio y contiene un capítulo cuyo título es tenaz —“los comicios presidenciales elevarán la incertidumbre económica”— y una conclusión ominosa: ante la polarización imperante, lo más probable es que la oposición obtenga un buen resultado, pero que Xóchitl Gálvez termine derrotada por Claudia Sheinbaum, lo que restará relevancia al entorno empresarial favorable y desalentará las inversiones.
Los expertos del Baker Institute son precisos en el análisis de contexto: el presidente López Obrador mantiene su popularidad, pero dos terceras partes de la población reprueba los resultados de la política de seguridad pública y hay otras estrategias gubernamentales que resultan casi tan impopulares. Entre el 2018 y 2021, un tercio de su base electoral abandonó a la coalición oficialista y la clase media mexicana sigue disgustada por los drásticos recortes presupuestarios en educación, sanidad, infraestructuras, seguridad pública y muchos otros servicios que antes prestaba el gobierno.
El electorado está dividido; la coalición del presidente y la oposición concitan aproximadamente a 45% de los votantes, respectivamente. “Muchos mexicanos siguen indecisos, y es probable que la contienda sea competida”, pronostican.
Pero las autoridades electorales están debilitadas y es probable que el aparato gubernamental interfiera en las elecciones —“haciéndolas menos libres y menos justas”—, lo que podría derivar en el cuestionamiento de los resultados. El riesgo de un conflicto postelectoral es “mucho mayor” que en los procesos electorales federales previos (2021 y 2018), mientras que la injerencia de las organizaciones criminales podría favorecer a Morena.
El abstencionismo —a su juicio— sería una de las determinantes del resultado. “Una participación deprimida, en la que sólo acuda el voto fiel y el gobierno actual incline la balanza estadística a su favor, se traducirá probablemente en una victoria de Morena y en un futuro mucho más incierto”.
El reporte contempla tres escenarios sobre las elecciones federales. ¿El más probable? Que Morena y sus aliados ganen y que la oposición proteste —incluso se movilice—aunque al final, reconocería su derrota.
En caso de que la oposición lograra una victoria ajustada y que Morena y sus aliados no la reconocieran: “ambos bandos movilizarían a sus bases y habría un periodo de polarización política. En este escenario, las instituciones se mantienen y surgen actores suficientes y legítimos para gestionar el conflicto postelectoral. El resultado sería una transición negociada”.
Un tercer escenario: triunfa la oposición y Morena no acepta el resultado. “Cada bando moviliza a sus bases, pero no hay actores suficientes y legítimos para mediar en el conflicto postelectoral, lo que resulta en un colapso de la gobernabilidad y un país aún más dividido”.
“Este escenario es posible precisamente porque el actual gobierno ha dado señales de que movilizará sus recursos a favor de su candidato y ya ha debilitado las instituciones electorales de México”, plantean. “Al final, casi todos los escenarios potenciales llevarán a México a un mayor grado de incertidumbre política”.
¿Y la gobernabilidad?