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Opinión

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Mexicana de Aviación, ¿qué será, qué será?

Foto: AFP

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La industria aérea es fascinación. Hay apasionados que dicen que quien se sumerge en ella ya no sale y moderados que saben que es una actividad a la que hay que dedicarse al 100% y ya, porque en cualquier momento llega la seductora invitación para ir a otro lado.

Los temas involucrados son múltiples: sindicatos, seguridad, operación, mercadotecnia, logística, innovación o relación con gobierno, por eso es un negocio que debe surgir de una adecuada planeación entre un equipo de expertos y no de una ocurrencia.

Entre los pasillos de las aeronaves suelen contarse dos historias al ritmo de un café, que por supuesto hay que pagar en empresas low cost. La primera tiene que ver con un buen hombre que soñó con lanzar una aerolínea de bajo costo y se puso a estudiar en EU. Ya preparado, cautivó a inversionistas que creyeron en él, aunque no lo dejaron ser el CEO, porque una cosa es elaborar un proyecto en papel y otra la realidad.

Los dueños del dinero no confían con facilidad, buscan resultados y al mejor entre los mejores.

La segunda se relaciona con las aerolíneas llamadas tradicionales o bandera (como Aeroméxico) cuyos inversionistas buscan con calma al personaje ideal para dirigir. Puede llegar del sector privado o del gobierno. Si encantados quedan los dueños lo pueden invitar a ser accionista.

Lo anterior se menciona porque en la presentación de la aerolínea militar que usará el nombre de Mexicana de Aviación, y que tendrá como base de operaciones el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), quedaron muchas dudas, sobre todo sobre cómo va a ser el negocio. Eso sí, los boletos se empiezan a vender en septiembre.

Decir que iniciará al cierre del 2023 con 10 aviones Boeing 737-800 de 180 pasajeros y que no contará con clase ejecutiva, primera clase o business, con tarifas de hasta el 20% más bajos, suena, sin duda, al modelo de bajo costo que tienen Volaris y VivaAerobus.

Aeroméxico tiene aviones de ese modelo con una configuración más cómoda de 160 pasajeros y la estrella del bajo costo de EU, Southwest, unos con 175 pasajeros, por lo tanto, en Mexicana de Aviación habrá menos espacio. Esperemos que Boeing, en su calidad de gran asesor de la 4T, nos sorprenda.

También se apuntó que se van a invertir unos 4,000 millones de pesos de recursos públicos. Cifra que no es menor para ingresar a un negocio en el que los militares mexicanos simplemente no habían estado.

Compartir un inicio con 20 rutas suena bastante bien porque los pasajeros tendrán alternativas en varias que ya son operadas (claramente no se iba a iniciar experimentando con destinos que no llenan un avión pequeño, de esos que tenía Aeromar), aunque eso no garantiza que ocurra. Faltó comentar si habrá un plan para llevar pasajeros vía terrestre a la terminal.

Es posible que se tenga el dinero, la tripulación, el aeropuerto, los slots, los mostradores y, sobre todo, la instrucción Presidencial de que la empresa militar que usará los colores de VivaAerobus despegue. Y que la veamos de acá para allá, pero en el mundo empresarial es necesario saber quién es el capitán que va seguir con pulcritud el modelo que se defina. ¿Será civil?

Es indispensable saber quién se hará cargo de la cultura organizacional y de la mercadotecnia. Del mantenimiento y de la atención a clientes.

¿Veremos en el corto plazo a un CEO frustrado porque no lo dejaron trabajar y que se va a fundar otra aerolínea o a un exitoso CEO que lleve a la empresa a cotizar en bolsas de valores?

alejandro.delarosa@eleconomista.mx

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