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Opinión

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Mi suiza mexicana

La Garrotxa es un lugar espléndido lleno de bosques, de ríos, de vacas, de volcanes... de silencio, de paz, de colores. Es un lugar entre Barcelona y los Pirineos en el que no te extrañaría que Heidi apareciera con su perro san Bernardo corriendo por alguna de las laderas de la montaña.

Por eso es conocida como la Suiza Catalana. Pues ahí pasan cosas. Cosas mágicas. Increíbles. Hay una empresa, relativamente conocida, que hace yogures artesanales. No ganan muchísimo dinero, la verdad, pero, ahí la llevan.

Luchan, como las demás empresas del sector, por conseguir mejores espacios en los anaqueles de las tiendas, intentan conseguir mejores precios, integrarse de manera vertical, etc. Sin embargo, lo que mucha gente no sabíamos es que 70% de los empleados tiene una discapacidad física o mental severa. ¿Increíble, no? Pues eso no es todo. O mejor dicho, no es lo principal.

Lo principal es que el fundador de esta empresa se dio cuenta del valor agregado que pueden aportar cada uno de ellos con su trabajo. Para él no son personas discapacitadas, son personas con capacidades diferentes. Así de simple. Así de difícil. Efectivamente, el valor agregado que aportan esas personas no está sólo en la tarea: temas administrativos, empacar los yogures, cuidado de las instalaciones, etc. En el mercado laboral encontraríamos personas mejor preparadas.

Además, como todos nosotros, necesitan de un contexto, de un ambiente laboral propicio que facilite sus tareas. Sería necio negar que el contexto laboral en donde 70% de los empleados tiene una discapacidad grave no sólo no se improvisa, sino que requiere de muchísimos recursos, sobre todo de carácter médico y sanitario. Entonces, ¿dónde está el valor agregado? ¿En demostrar que sí se puede hacer negocio con gente “discapacitada”? Es curioso porque no sólo no lo presume, sino que ni siquiera lo usa como elemento de venta. Los clientes consumen sus productos sin saber qué ocurre en el back office. ¿Está entonces en ver la buena evolución de los empleados? ¿En dónde está? ¿Para qué tanto lío?

A mi entender, el verdadero valor agregado está en el trabajo. En un trabajo con sentido, con propósito. Porque el trabajo no es solamente un tiempo que dedicamos a intervenir en unos recursos con una finalidad económica, empresarial o social. Eso es mucho, pero es poco. El verdadero trabajo, sobre todo, es una actividad que humaniza. Dignifica a la persona que la realiza. Ese es para mí el verdadero valor agregado y además, en este caso, rentable.

Rentable porque está bien hecho. La gente no compra el yogur porque lo hace gente “discapacitada”. No es un negocio basado en la caridad del consumidor. Lo compran porque es buenísimo. Y está buenísimo porque en esa empresa, las personas son tratadas como tales y responden con su trabajo bien hecho, bien acabado, hasta el último detalle. Eso pasa en la Suiza catalana...

En Suiza (Davos), los “grandes” del mundo se sentaron a platicar sobre el futuro de la economía mundial. Ojalá nos ayuden a seguir desarrollando políticas que favorezcan un crecimiento inclusivo basado en un trabajo que no sólo genere riqueza ad extra sino tan bien ab intra, que dignifique a la persona que lo realiza. Como ya pasa en aquí, en la Suiza mexicana.

*El autor es profesor del Área Académica de Factor Humano en IPADE Business School.

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