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¿Podrá AMLO abatir el huachicol?
¿Por qué creció tanto el robo de combustibles en México? En el año 2012 valía 7,400 millones de pesos, de acuerdo con las cifras oficiales. Seis años después la cifra se había multiplicado por ocho, a pesar de la implementación de tres programas diseñados para “abatirlo”. En el 2018, las mermas de Pemex por robo fueron 60,000 millones de pesos, dice AMLO. La cantidad es tan grande que serviría para pagar en menos de tres años la macrorrefinería de Tabasco... o destinarse a una mejor causa, dentro de Pemex. Por ejemplo reducir su gigantesca deuda.
No nos adelantemos haciendo cuentas alegres. Los recursos del robo de combustible siguen en manos de los malandros. Lo más urgente es detener la hemorragia. El presidente tiene una hipótesis y un plan de acción. La ordeña representa apenas 20% de los hurtos, afirma. La mayor parte del robo se opera desde dentro de Pemex. La estrategia anunciada ayer es consecuente con esta hipótesis. Elementos del Ejército y la Marina reforzarán los controles de las seis refinerías y 39 terminales de almacenamiento. Adicionalmente se harán cargo de los cuartos de control y monitoreo.
Las medidas ya comenzaron a dar resultados. Hay tres detenidos de Pemex Logística y, en menos de un mes, se ha logrado una reducción de 25% en lo robado, asegura el director de Pemex, Octavio Romero.
Que el combate a los huachicoles empiece con medidas extraordinarias dentro de Pemex es una excelente noticia. ¿Por qué no se hizo en el sexenio pasado? La pregunta no es filosófica y lleva veneno: ¿Habrá denuncias contra altos funcionarios de la anterior administración? El huachicol es el gran escándalo de nuestro sector petrolero. Mucho más que Odebrecht. Aclaro: no quiero perdón ni olvido para los cómplices de la constructora brasileña, pero quiero poner las cosas en perspectiva. En México, el huachicol desvía decenas de veces más dinero de lo que movió el escándalo Odebrecht. Además, ha causado cientos de muertes en 12 estados y convertido en delincuentes a miles de personas que tienen la suerte/desgracia de vivir en comunidades que se han especializado en esta lucrativa actividad.
¿Cuál es la estrategia de AMLO para combatir el huachicol, fuera de Pemex?
Ayer apenas se refirió a los gasolineros, a los lavadores de dinero y a las comunidades huachicoleras. Lástima. Es bueno que empiecen por Pemex, porque ahí está la “mera mata”, pero cuidado con dejar los cabos sueltos.
Los volúmenes sustraídos son tan grandes que requieren una sofisticada red de distribución. Los funcionarios de Pemex y Hacienda del sexenio pasado varias veces hicieron referencia a que estaban poniendo la lupa en las gasolineras para localizar a las estaciones involucradas en la venta de combustible robado.
José Antonio González Anaya habló de una estrategia para seguir la pista del dinero. Se refirió también a un plan de acción donde participarían diferentes instituciones en el combate al huachicol, entre ellas el Ejército y la Marina. ¿Dónde está la evaluación de lo realizado? Si no se hizo nada, estamos ante un caso de negligencia muy grave. Si el trabajo está hecho, sería un crimen no aprovechar lo avanzado.
¿Dónde está el diagnóstico de lo realizado en el sexenio pasado? Es importante conocerlo, para no cometer los mismos errores. Un cambio significativo es que ahora el presidente asume el liderazgo visible. Este cambio tiene implicaciones simbólicas y operativas. Podemos apostar a que la “colaboración” interinstitucional funcionará de otro modo que cuando se coordinaban con Meade y González Anaya. Son las mismas instituciones, pero el contexto es muy diferente. Sin embargo, la pregunta es la misma: ¿Podrá el gobierno abatir el huachicol?