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Regular las inversiones
A finales del año pasado, la Secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, realizó una visita de trabajo a México, en el marco de la cual se anunció que México y EE.UU. trabajarán un esquema de intercambio de información entre las autoridades financieras de ambos países, para tener un mayor control y monitoreo de los flujos de inversiones que llegan al país, con el objetivo de identificar y minimizar posibles riesgos a la seguridad nacional.
A raíz del anuncio, se ha especulado mucho sobre si este mecanismo obligaría a prohibir o impedir inversiones, y más aún, si este nuevo frente de colaboración con EE.UU. implica que nuestro país deberá replicar ciertas políticas que tiene Washington hacia terceros países, notablemente China. Tal vez pensando en atajar eso, durante el anuncio las autoridades pusieron énfasis en que la intención de este ejercicio no es prohibir o limitar inversiones de ningún país en México, sino más bien, garantizar que esos flujos de capitales no sean realizados (ni utilizados) por organizaciones criminales para financiar actividades como lavado de dinero, tráfico de drogas u otros delitos.
No creo que haya nadie que se oponga a una colaboración estrecha con EE.UU. en estos temas, dada la corresponsabilidad que tiene ese país en muchos temas relacionados con la seguridad en México. Tampoco hay necesidad de subrayar lo importante y necesario que es limitar el flujo de recursos a las organizaciones criminales.
Me parece más bien que el origen de las inquietudes viene precisamente de lo que se entiende por seguridad nacional. Este término – que tradicionalmente ha estado mucho más asociado con cuestiones militares y de inteligencia – se ha utilizadorecientemente para justificar una serie de decisiones económicas y comerciales que parecen desafiar toda lógica: por ejemplo, hace no mucho tiempo el Presidente Donald Trump deseaba prohibir las importaciones de automóviles a EE.UU. bajo el argumento de seguridad nacional.
En esta lógica, no debemos sorprendernos de que los países hayan comenzado a alinear de manera más estrecha sus políticas económicas, comerciales e industriales con el maleable concepto de seguridad nacional: la Unión Europea, por ejemplo, tiene mecanismos establecidos para el monitoreo de inversiones desde el 2020; Canadá ha hecho lo propio desde el año 2021.
Aunque México no tiene un sistema como los que se ejemplifican, el artículo 30 de la Ley de Inversión Extrajera señala precisamente que “por razones de seguridad nacional, la Comisión (de Inversiones Extranjeras) podrá impedir las adquisiciones por parte de la inversión extranjera”, lo cual nos confirma que efectivamente el país no requiere ningún instrumento adicional para monitorear y restringir inversiones, si así lo decidiera.
Pero ese es precisamente, desde mi perspectiva, el fondo del problema: ¿cuál debe ser la extensión de la política de seguridad nacional del país hacia los temas comerciales y económicos? ¿Tiene que ver con el acceso a ciertos minerales o recursos naturales, o debería de estar más centrada en temas como la participación en ciertas industrias estratégicas?
Desde luego, considero que los gobiernos deben de tener espacio para tomar decisiones de este tipo si se requiere, pero en México no creo que se haya hecho suficiente reflexión sobre este tema: no todo puede ser considerado seguridad nacional (¡necesitamos las inversiones!), pero tampoco se puede dar la espalda al cambio de paradigma internacional que estamos atestiguando.
El anuncio de mayor trabajo conjunto entre México y EE.UU. llega en un momento especialmente importante para nuestro país, dado el fenómeno de relocalización de inversiones, que solamente entre enero y septiembre del 2023 ya había generado flujospor 33 mil millones de dólares. No hay duda de que, si se le combina con otras acciones de política pública, el nearshoring tiene el potencial para cambiar la cara del país y promover el desarrollo.
Personalmente, me parece que más que preocuparnos de si EE.UU. presionará o no a México para rechazar los capitales de un país u otro, deberíamos de promover un debate serio sobre cuál es nuestro entendimiento del vínculo entre seguridad nacional, comercio y economía.
*El autor es profesor investigador de la Universidad Panamericana; previamente, colaboró por veinte años en el gobierno federal en temas de negociaciones comerciales internacionales.
X: @JCBakerMX