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TLCAN sí
Las tres economías están totalmente integradas a todos los niveles, por lo que resulta casi imposible destruir millones de relaciones comerciales entre ciudadanos de los tres países por decreto o capricho.
Durante 23 años, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha puesto ante los ojos de mexicanos, estadounidenses y canadienses evidencia suficiente de que la libertad económica funciona en todo el mundo. Sin embargo, la llegada de Trump abrió el debate sobre la renegociación del tratado, ya que su estrategia electoral se enfocó en construir un enemigo imaginario a partir de mover los sentimientos de quienes se sienten excluidos de la prosperidad.
Desde la campaña, Trump argumentó que el TLCAN es tal vez el peor acuerdo comercial firmado en cualquier parte . La Constitución de Estados Unidos otorga al Congreso poderes para regular el comercio con otras naciones, pero el presidente tiene amplios poderes para imponer restricciones a los intercambios con México, incluidos los límites del actual TLCAN. Una renegociación del tratado necesitaría ser aprobada por el Poder Legislativo, pero requerirá un amplio apoyo.
Según la periodista del Wall Street Journal, Mary Anastasia OGrady, México cedió más protecciones arancelarias que Estados Unidos cuando el acuerdo fue firmado en 1993. Si el TLCAN se renegocia, es poco probable que México acepte nuevos límites a su acceso al mercado estadounidense. La buena noticia es que las economías están totalmente integradas a todos los niveles, por lo que resulta casi imposible destruir millones de relaciones comerciales entre ciudadanos de los tres países por decreto o capricho.
El libre comercio beneficia principalmente a los consumidores de los tres países, en caso de que decidan poner medidas proteccionistas, aislándose del resto del mundo, perjudica a los consumidores internos que dejan de tener mayores opciones o de menor calidad. La competencia incentiva la mejora de calidad para que el usuario/consumidor final tenga los productos y servicios que realmente responden a sus necesidades. Las economías de Norteamérica están tan interrelacionadas gracias al TLCAN que difícilmente se pueden desvincular.
De ahí que si el Tratado ha contribuido significativamente a elevar la libertad de millones de mexicanos, el gobierno de México puede ser flexible en renegociar aquello que fortalezca y avance los intereses de nuestro país, pero no puede dar un paso atrás en nada que implique un retroceso a la libertad económica de los mexicanos. México debe mantener una posición firme para que el resultado de la renegociación, lejos de lastimar a las empresas mexicanas, se traduzca en nuevas oportunidades económicas y comerciales.