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Opinión

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Turquía: lecciones electorales

El 31 de marzo se llevó a cabo una amplia elección en Turquía que abarcó a 81 ciudades y municipalidades con una participación elevada de 61.4 millones de votantes (un récord de 89% del registro). Después de la votación presidencial del año pasado en la que Erdogan ganó la reelección, se pensó que la oposición había quedado muy debilitada. Esta jornada era una prueba importante para afianzar el poder del partido en el gobierno, el AKP (Partido Justicia y Desarrollo), hacia la elección presidencial de 2028. Por ley, Erdogan está impedido de ser otra vez candidato; sin embargo, está moviendo los hilos para la modificación constitucional que le permita contender nuevamente. O bien, impondría a su candidato para seguir ejerciendo su poder autocrático.

En las elecciones municipales y citadinas de 2019, el partido de Erdogan sufrió una fuerte derrota. Los partidos de oposición recuperaron 11 ciudades, entre ellas, las tres más importantes: Estambul, Ankara e Izmir. En la contienda presidencial de 2023, los tres partidos de oposición más importantes (CHP, Partido Popular Republicano, IYI, Partido Nacionalista y el pro-Kurdo DEM) presentaron un candidato conjunto. Ahora en 2024 cada uno decidió ir por su propio camino.

Desde 2019 Erdogan se ha dedicado a debilitar a sus adversarios con miras a esta votación de 2024 utilizando la fuerza del Estado. El mismo Erdogan se embarcó en las campañas y su apoyo tenía todos los visos de querer impulsar una elección de Estado. Las encuestas apuntaban hacia una victoria generalizada del AKP, aunque con posibilidades cerradas en Estambul y Ankara. Los analistas políticos indicaban triunfos mayores del oficialismo. Pero la jornada del 31 de marzo marcó un inesperado punto de inflexión en el panorama político, con un revés significativo para el oficialista AKP. Por primera vez en una generación, el CHP logró el control de varias ciudades de provincia cambiando el color del mapa electoral.

Algunos han atribuido que se dio un voto de castigo por la situación económica: datos anuales de marzo indican una inflación de 68.5%, una depreciación de la lira turca de 66%, tasas de interés del 50% y una desaceleración económica del 3 por ciento. Es posible, pero también se percibe un hartazgo con el estilo populista de Erdogan.

El opositor más fuerte y que los analistas consideran que sería un sólido candidato presidencial es Ekrem Imamoglu (del CHP), quien es el alcalde de Estambul y ganó la reelección. Es carismático y ha desarrollado una base importante de seguidores, teniendo ahora cuatro años para afianzar su eventual candidatura. 

El desenlace representa, sobre todo, una pérdida sicológica para los seguidores de Erdogan. Su objetivo ahora es frenar el ascenso de la popularidad de Imamoglu. Los resultados son una prueba de que el número de votantes que quiere un cambio está aumentando; son también evidencia de que las encuestas no son determinantes. Los encuestados no siempre revelan su preferencia real. Esta elección turca es una lección para nuestra contienda del 2 de junio de que nada está definido de antemano y la moneda sigue en el aire.

X: @frubli

Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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