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Canal 22, nueva agencia de publicidad
La televisión pública mexicana se ha dogmatizado siguiendo los pasos del modelo de los medios públicos cubanos: control y manipulación de la información.
Convertir un medio público en una agencia de publicidad para adentrarse en la mente del público y ganarle la batalla a la inteligencia, es un acto ruin propio en dictaduras.
Elena Poniatowska dedicó su texto del 16 de febrero de La Jornada al caso del despido de Javier Aranda, un promotor de literatura y un profesional de la televisión cultural.
Poniatowska recuerda que la voz de Javier Aranda revivió la obra poética de José Emilio Pacheco para la editorial Planeta y, entre muchas otras actividades culturales, dirigió la barra de opinión plural de noticieros Televisa en la que participaron Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, Carlos Fuentes, Federico Reyes Heroles e Iván Restrepo.
“Esta voz enmudeció a partir del 16 de enero de 2025 y nos dejó huérfanos, porque muchos seguidores establecen una relación de gran simpatía con una voz determinada”, escribió Poniatowska sobre el despido de Javier Aranda del Canal 22 ordenado por la Secretaría de Cultura Claudia Curiel de Icaza.
Poniatowska le pregunta a Javier la razón de su despido. “No compartí la política editorial del área de noticias. No me gustó la escasa cobertura de la muerte de Silvia Pinal (...) No me gustó que a la directiva del Canal 22 no le pareciera relevante iniciar el noticiero con la nota del Premio Cervantes 2024 a Álvaro Pombo. Tampoco estuve de acuerdo en llevar todos los días insertos de la mañanera que no fueran de cultura y abarcar la totalidad de información de la Secretaría de Cultura”, comenta Javier.
El director del Canal 22, Alonso Millán es guiado por instintos dogmáticos. No sabe lo que es la televisión cultural.
Javier Aranda le explica a Poniatowska que Millán “se negó a cubrir el Día de Muertos en Ixcaret, Yucatán, aunque nos pagaban viáticos y transporte a un camarógrafo y un asistente”.
Sobre la FIL de Guadalajara, “la redujeron al mínimo, pese a ser la más importante de América Latina”, comenta Aranda.
“La injusticia en contra de Javier Aranda puede equipararse con el atentado en contra de Excélsior, el 8 de julio de 1976, que expulsó del periódico a Julio Scherer García”, entre otros, escribe Elena Poniatowska.
“Yo, cero, nada de libros”, le advirtió Alfonso Millán a Javier Aranda (Adriana Malvido, 26 de febrero en su columna de El Universal). “A nosotros la cultura con C mayúscula no nos importa. Ya ha sido demasiado”, balbucea Millán.
Malvido describe también el caso de la salida de Sergio Vela del Instituto Mexicano de la Radio. La ópera no forma parte de la estrategia publicitaria de los gobiernos de Morena.
La adicción a los dogmas produce un tipo de ignorancia supina que deriva en la idiotez.
El peor escenario es usar medios financieros públicos para destruir medios de comunicación públicos.
Mi solidaridad con Javier Aranda, personaje que no discrimina a la cultura entre mayúscula y minúscula.