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Opinión

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La destrucción creativa como resultado de la limitación tecnológica

La infraestructura computacional se ha convertido en uno de los pilares de la economía moderna, lo que ha llevado a Estados Unidos y China a destinar una parte significativa de sus recursos a la innovación tecnológica.

Foto: Reuters

DeepSeek trajo más dudas que soluciones al mercado y cuestionó el modelo seguido por las empresas listadas en EU. Foto: ReutersDado Ruvic

El acceso a recursos financieros y materiales impulsa la innovación en todos los ámbitos; sin embargo, a casi una semana de la presentación del modelo chino DeepSeek-R1, persisten más incógnitas que certezas sobre el futuro del sector de semiconductores y de las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos.

La infraestructura computacional se ha convertido en uno de los pilares de la economía moderna, lo que ha llevado a Estados Unidos y China a destinar una parte significativa de sus recursos a la innovación tecnológica, intensificando así la guerra comercial entre ambas naciones.

Las medidas impuestas por Washington para contener el crecimiento tecnológico de China dieron un giro inesperado en la semana, cuando la firma DeepSeek lanzó al público una nueva inteligencia artificial capaz de igualar —e incluso superar— al modelo más avanzado de ChatGPT, desarrollado por OpenAI.

Lo que hasta hace poco representaba una ventaja competitiva para las empresas estadounidenses en el mercado internacional se ha revertido de una manera drástica.

DeepSeek-R1 no solo superó las capacidades demostradas por ChatGPT-o1, sino que además reveló la metodología de desarrollo de estos modelos de lenguaje, un proceso que OpenAI había mantenido en reserva para proteger su propiedad intelectual.

De manera aún más disruptiva, DeepSeek compartió un estimado de los costos de su proyecto y ofreció acceso gratuito a la plataforma, incluyendo el código para adaptar la tecnología a las necesidades tanto de usuarios como de organizaciones.

El secreto detrás de este logro radicaría en el uso de procesadores menos potentes, un menor gasto de capital y una reducción considerable en los costos de investigación y desarrollo.

Estos factores habrían facilitado la reingeniería en la creación de un modelo de lenguaje, sustituyendo la costosa inversión en grandes centros de datos por la optimización de servidores locales.

De confirmarse las cifras divulgadas, DeepSeek habría introducido un nuevo caso de destrucción creativa en el sector de semiconductores, cuestionando el paradigma de escalada en capacidad de procesamiento y promoviendo la eficiencia en lugar de la pura potencia.

La reacción de los mercados no tardó en llegar: el Nasdaq cayó 3.07% al cierre del 27 de enero.

Hasta ese momento, OpenAI parecía consolidarse en una posición casi monopólica en el desarrollo de IA, con gigantes como Google, Amazon, Microsoft y Meta incrementando su gasto de capital para entrenar sus propios modelos.

Al mismo tiempo, los gobiernos de Indonesia, India y Japón presionaban al alza la demanda de GPU de NVIDIA en un intento por subirse a la ola de la inteligencia artificial.

Todo ello quedó en entredicho tras el inesperado movimiento de DeepSeek, que obligó a reevaluar las cifras destinadas a esta tecnología incipiente.

Lo previsible ahora es un aumento de la competencia en el sector, con firmas como Apple, AMD e incluso la rezagada Intel compitiendo de manera más agresiva contra NVIDIA para ofrecer la infraestructura requerida por los modelos de IA. Paralelamente, las grandes tecnológicas enfrentarán menores barreras de inversión, mientras que Donald Trump podría intensificar sus políticas arancelarias contra China, afectando a empresas clave como TSMC, vital en la producción mundial de chips.

En este escenario, la capacidad de adaptación a una IA más liviana y abierta parece perfilarse como la próxima gran dinámica del mercado.

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