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El futuro del comercio global y la economía cuántica
Estamos ante una transformación profunda en la estructura del comercio global. No se trata de aranceles, sino de un cambio de paradigma comparable, con sus debidas proporciones, al que provocó el Descubrimiento de América. Como entonces, no necesariamente serán las potencias dominantes quienes lideren esta nueva era. Portugal, con toda su experiencia marítima, no fue quien conquistó el Nuevo Mundo. Fue España, con visión, audacia y acaso algo de azar, quien tomó la delantera. Hoy, en la economía cuántica, el futuro también puede pertenecer a quienes se atrevan a ver lo que aún no se entiende del todo.
La revolución cuántica no solo está transformando la física o la computación: está reconfigurando las bases mismas de la economía global. En vez de pensar en la lógica binaria de 0 y 1, la economía cuántica opera como el gato de Schrödinger: existen múltiples estados posibles al mismo tiempo y nuestras decisiones colapsan esa superposición hacia una realidad concreta. Así también ocurre con el comercio internacional: no hay una única hegemonía, sino múltiples polos económicos emergentes que están generando nuevos mapas de intercambio, más regionalizados, más diversificados y menos dependientes de las potencias tradicionales.
Este giro coincide con un momento histórico en que los principios que rigieron el orden económico mundial desde la posguerra —como el multilateralismo o el principio de nación más favorecida en la OMC— están siendo cuestionados o, incluso, abandonados. La fragmentación del comercio en acuerdos bilaterales o regionales, la instrumentalización política de las cadenas de suministro y la tensión entre seguridad nacional y globalización económica, están creando una era donde la incertidumbre se ha vuelto cotidiana. Pero es justamente en este escenario donde la economía cuántica emerge como un vector de transformación y diferenciación sin precedentes.
Las tecnologías cuánticas —comunicación, sensores, computación— permitirán resolver problemas complejos que hoy desafían incluso a las supercomputadoras más potentes. La capacidad de procesar información en múltiples estados simultáneos habilitará modelos de predicción, diseño y seguridad sin precedentes. Para el comercio internacional, esto implica desde sistemas de criptografía invulnerables, hasta nuevas formas de modelar rutas logísticas, prever disrupciones o diseñar productos de forma colaborativa a través de redes cuánticas. En paralelo, la geografía económica se está acortando: el promedio de distancia geopolítica del comercio ha disminuido en 7% entre 2017 y 2024, lo cual sugiere una reconfiguración centrada en la cercanía y la resiliencia, no solo en la eficiencia.
Este tránsito nos lleva a una era donde los indicadores económicos recaen ya no solo en PIB, sino en la capacidad de adaptación estratégica, de anticipación tecnológica y de colaboración inteligente. Las naciones que comprendan esta nueva lógica serán las que mantendrán la ventaja competitiva. Es una era que exige una nueva mentalidad: dejar atrás las certezas binarias para moverse en un mundo de probabilidades, potencialidades y alianzas.
El 2025 ha sido proclamado por la ONU como el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuántica, celebrando el centenario del nacimiento de la mecánica cuántica. No es casual. El mundo está dejando atrás una era de estabilidad relativa y adentrándose en un tiempo de nuevas estructuras y prioridades. Como en los grandes momentos de inflexión histórica, los valores también se reordenan: lo seguro ya no es lo centralizado, lo más valioso ya no es lo inmediato y el liderazgo no proviene de la acumulación, sino de la comprensión profunda de lo que está cambiando.
En los tiempos de grandes cambios estructurales, la historia ha demostrado que surgen también enormes ventanas de oportunidad. La economía cuántica será, en esencia, el comercio del conocimiento, de la inteligencia distribuida y de la anticipación. México y las economías que se adapten rápidamente tienen ante sí la posibilidad de convertirse en protagonistas de este nuevo mundo, como lo fue España hace más de cinco siglos. La clave será entender que el futuro no se predice: se diseña. Y hoy, el diseño está comenzando a escribirse en clave cuántica.
*El autor fue director general de Bancomext, liderando proyectos de energías sustentables y promoviendo exportaciones e inversión extranjera. Ocupó cargos en ProMéxico y representó a México en diversas organizaciones internacionales. Ha sido empresario en biotecnología, nutrición, banca y finanzas, y ha recibido múltiples distinciones. Actualmente, es socio director de Bratus Consultores y Senior Fellow de la Unidad de Estudio y Reflexión de Comercio y Finanzas del COMEXI.
*Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor.