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“La travesía de las Tortugas” es un presente para los muchachos: Olivier Pavón
Jorge Antonio, es el de los ojos grandes, de cejas arqueadas casi juntas en el puente de la nariz, el de pelo negro, el quería ser piloto…. Así lo cuenta Olivier Pavón, autor de uno de los 43 perfiles contenidos en el libro “La travesía de las Tortugas” editado por Proceso.
“La Travesía de las Tortugas” es un libro escrito en presente que habla de la esperanza, de un regreso. Es una colección de perfiles de los 43 jóvenes desaparecidos desde la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, describe Olivier Pavón.
El autor del capítulo “Jorge Antonio Tizapa. El niño que quería ser piloto”, dice, en entrevista, que los textos contenidos en ese volumen tiene como objetivo darle rostro y voz a esos muchachos.
Por eso fueron en busca de sus familiares, amigos, vecinos y todo aquel que pudiera darles razón de quiénes son, sus gustos, sus filias y sus fobias.
Un día en algún lugar de la Ciudad de México, a instancia del colectivo Marchando con Letras, se reunieron 43 periodistas convocados para una sola misión en los individual: darle rostro a cada una de las personas ausentes.
Se rifaron los nombres, en algo así como una tómbola. Olivier sacó el nombre de Jorge Antonio Tizapa Legideño y fue al encuentro de su historia.
En medio del dolor, el primer reto fue acercarse a una madre ocupada desde antes del amanecer, hasta después de entrada la noche a buscar a su muchacho, en las inmediaciones de Iguala, Ayotzinapa, Guerreo, México y en cualquier rincón del mundo, donde sea.
Ese día la señora Ilda Legideño, madre de Jorge Antonio venía llegando de un viaje del extranjero, para impulsar la búsqueda desde afuera del país.
“Iban a entrar a una reunión con funcionarios de la PGR, me le acerqué, me atendió, me dio un número telefónico y me pidió que la buscara. Ese fue el primer encuentro con su familia”, cuenta el reportero.
Desde ahí inició un trabajo de investigación que no sólo lo llevó a contar que era uno de los más altos y corpulentos del grupo, que quiere enseñar, ser, ser maestro, como los demás, pero también que es un muchacho que sueña. Que en algún momento quiso ser piloto, que le gusta la velocidad, las motos y los altos vuelos.
Pero no sólo eso es Jorge Antonio, el de los ojos grandes, de cejas arqueadas casi juntas en el puente de la nariz, el de pelo negro, corto, peinado hacia atrás; es también una tienda de abarrotes, un padre que cuando se supo que no daban con él, andaba de migrante en Estados Unidos, es el rostro sobre una camiseta, la de su padre, entre los corredores del maratón de Nueva York.
Es también la voz de un hombre echa nudo en el cogote espetándole al entonces aspirante a la presidencia Andrés Manuel López Obrador que encontraran a su hijo. El mismo que, esa vez, recibió como respuesta: “quién te manda”, el mismo que le respondió, a mí nadie me manda, es mi hijo y lo esperamos de regresa a casa.
A cinco años de aquel texto Pavón solamente hace una reflexión: “no podemos, ni debemos acostumbrarnos a vivir en el terror puro”, luego va en busca de un lugar, alejado del podio donde se presenta la segunda edición del libro donde está uno de sus textos. Es uno más del público, donde no da la luz del reflector, es un discreto reportero que le dio rostro a una persona que esperan.
erp