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Sector Financiero

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UBS estudia otras ciudades para establecerse tras el Brexit

El banco UBS está analizando sus opciones de dónde será el lugar que albergará sus operaciones tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Madrid es una de las ciudades europeas a las que UBS sopesa trasladar su negocio en Londres. La salida de Reino Unido de la UE provocará que parte de los empleos y las divisiones que el banco suizo mantiene en suelo británico se deslocalicen a otros países europeos, y la capital española es una de las grandes candidatas.

"El banco está sopesando dónde localizar a sus empleados en el continente europeo cuando el Reino Unido abandone la UE", ha señalado Andrea Orcel, jefe de Banca de Inversión en UBS. Junto a la capital española, las otras grandes candidatas para albergar nuevas sedes de UBS son Ámsterdam y Frankfurt.

UBS, que cuenta con unos 5,000 empleados en Londres, se sumaría a otros grandes bancos internacionales que han mostrado su disposición a estudiar Madrid como posible alternativa tras el Brexit. Este verano, los responsables de Citi abrieron la puerta a incrementar su presencia en España dentro de un plan para relocalizar a sus empleados instalados en suelo británico.

A DIEZ AÑOS DE LA CRISIS

Por otro lado, Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, afirmó ayer que la crisis financiera de hace diez años, y la posterior recesión que produjo en el Reino Unido, costó 20,000 libras (22,000 euros) al bolsillo de cada británico. Pero en su opinión, se han puesto en marcha las medidas necesarias para evitar una repetición de esos acontecimientos.

Por ejemplo, la garantía de depósitos de los pequeños ahorradores en caso de insolvencia de una entidad se ha elevado a 85,000 libras (en el 2007 sólo cubría íntegramente las primeras 2,000 libras y 90% hasta las 35,000 libras). Los bancos han tenido que multiplicar sus niveles de capital y liquidez para afrontar potenciales pérdidas. Y la gran reforma, todavía sin implementar, es la obligación de que las entidades británicas construyan a partir del 2019 un cortafuegos para proteger sus negocios de banca minorista de sus actividades de mayor riesgo con grandes clientes y en los mercados de capitales.

Según concluye Carney, "el sistema financiero es ahora más seguro, sencillo y justo", ya que si pasa algo el costo lo asumirán los inversionistas; no los depositantes, ni los contribuyentes ni el conjunto de la economía. "El sector es más seguro porque tiene diez veces más de capital -dinero puesto por los inversionistas- para afrontar pérdidas. Es más sencillo porque la compleja red que causó el contagio del pánico en el 2007 ha sido deshecha. Y es más justo porque los inversionistas, no los contribuyentes, tendrán que asumir la factura si un banco cae", opina Carney.

Pero la banca sin riesgos no sería banca. Según Kevin Dowd, del Adam Smith Institute, los test de estrés y las ratios utilizadas por el Banco de Inglaterra para determinar la salud de los bancos son inservibles. "Es preocupante que diez años después (del colapso) de Northern Rock –primera entidad en caer en problemas de liquidez-, los bancos británicos están más apalancados (porcentaje de financiamiento externa sobre sus activos totales) que nunca. Un shock como el del 2007-2008 es posible, algo para lo que las entidades y el Banco de Inglaterra no están ni remotamente preparados".

El principal punto de tensión es el crédito al consumo. Aunque hay casi pleno empleo en el Reino Unido, el estancamiento de sueldos mientras suben los precios hace que los británicos estén tirando de tarjeta para mantener su nivel de vida. Jayne-Anne Gadhia, consejera delegada de Virgin Money (entidad que se quedó con las sucursales y parte de los activos de Northern Rock en el 2011), cree que los precios de los préstamos al consumo y a la compra de coches "no reflejan el riesgo real". Un colapso de este mercado, donde hay 198,000 millones de libras en crédito, sería una prueba de fuego real para medir la resistencia del sector en medio de la incertidumbre del Brexit (salida de la Unión Europea).

Durante estos diez años, la banca española ha aprovechado para ganar posiciones. En el 2008, Santander compró Alliance & Leicester y parte de los activos de Bradford & Bingley, otras dos entidades que estaban en apuros. En el 2015, Sabadell adquirió TSB, una marca con 600 sucursales segregada por Lloyds como condición de Bruselas a su rescate con dinero público.

Según la Oficina Nacional de Auditoría del Reino Unido, el costo de la ayuda pública a Northern Rock ascendió a 60,000 millones de libras. Tras recuperar buena parte de ese dinero con la venta de los mejores activos a Virgin Money y el progresivo traspaso de algunos de sus préstamos problemáticos (algunos de ellos adquiridos por TSB), ese organismo estima que las pérdidas de ese rescate para el erario público se situarán en unos 2,000 millones de libras. "Este costo debe ser analizado", advierte la Oficina de Auditoría, "dentro de los costos totales para asegurar la estabilidad durante la crisis financiera".

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