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¿Qué cambiará en la movilidad urbana en el futuro?
Hay una serie de tendencias convergentes, tanto tecnológicas como sociales, que parecen estar gestando las condiciones para cambiar dramáticamente las formas en que las personas se trasladan. La confluencia del transporte compartido bajo demanda y el desarrollo de vehículos totalmente autónomos podrían transformar la naturaleza de la movilidad.
No es ninguna novedad aseverar que el crecimiento acelerado de las ciudades en México se ha dado en un contexto de deficiencias y vacíos de la planeación urbana, su normatividad y de extensiones y zonas dispersas fragmentadas y excluyentes. Es por eso la movilidad, el tiempo que los ciudadanos tardan en sus traslados, la calidad y eficiencia de las alternativas de transporte y la contaminación que se genera como externalidad, son temas de gran relevancia para la Ciudad de México.
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La expansión territorial de las ciudades sin una planeación adecuada conlleva a un desarrollo urbano de baja densidad con alta dependencia al automóvil, que generalmente no incluye la previsión de sistemas de transporte público adecuados, a pesar de ser el medio más utilizado por la mayoría de la población, lo que ha agravado el problema de la movilidad urbana, sobre todo en la Ciudad de México. Para atender las fallas generadas que afectan la movilidad urbana, se han destinado cuantiosos recursos públicos a la construcción de infraestructura vial en beneficio del transporte en automóvil privado, que contrariamente a lo que se pensó, agravó el problema.
La movilidad dentro de las urbes se ha convertido en uno de los asuntos prioritarios a atender y resolver de los gobiernos de todo el mundo, pero en el caso mexicano las estrategias que se han llevado a cabo hasta el momento, en la mayoría de los casos, no han logrado crear las condiciones de bienestar, eficiencia y prosperidad, así como no han sido efectivas para evitar la generación de externalidades negativas asociadas con deficiencias en la movilidad en las áreas urbanas.
Estas deficiencias en la movilidad han restringido por lo tanto los derechos de los habitantes en las ciudades; los ciudadanos dedican grandes cantidades de tiempo en los traslados, reportan costos económicos altos en consecuencia de alguna alternativas que generan un impacto en el presupuesto familiar, sin mencionar la inseguridad que se vive en algunos de los trayectos. Todos estos factores han contribuido al deterioro de las condiciones de vida de la población.
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La falta de integración de una estrategia de transporte con fallas en la planeación del desarrollo urbano, ha sido la causa principal del modelo desarticulado de movilidad que predomina en las ciudades mexicanas. Estas fallas generan pérdidas derivadas de las consecuencias negativas que se originan. En ese sentido se pueden encontrar el descenso en la productividad económica, el impacto a la salud de los habitantes y en la calidad de vida, así como el deterioro ambiental dentro de las urbes.
Probablemente si preguntáramos a los usuarios de transporte público los cambios que idealmente le harían a sus trayectos urbanos, escucharíamos cosas como viajes cómodos, sin roces, automatizados, ecológicos, rápidos, eficientes y personalizados bajo demanda. La respuesta podría venir no sólo de algunos cambios en los métodos de transporte colectivo sino también de cambios en la concepción de la movilidad y esto pasa irremediablemente por cambiar algunos elementos cotidianos del tráfico, como los autos por autos autónomos.
Cuando hablamos de movilidad compartida y vehículos autónomos, ganar a los consumidores podría ser tan difícil como desarrollar la tecnología. ¿Cómo se puede estar a la vanguardia del ecosistema cambiante de la movilidad fomentar la adopción de estos nuevos modos de transporte?
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Según un estudio de la consultora Deloitte, una serie de tendencias convergentes, tanto tecnológicas como sociales, parecen estar gestando las condiciones de cambiar dramáticamente las formas en que las personas y los bienes se mueven. En particular, la confluencia del transporte compartido bajo demanda y el desarrollo de vehículos totalmente autónomos podría transformar la naturaleza de la movilidad.
Las implicaciones de este cambio son potencialmente profundas, afectando no sólo a la industria automotriz sino también a las aseguradoras, prestamistas, compañías de tecnología, proveedores de telecomunicaciones, proveedores de energía y gobiernos a todos los niveles. Estos cambios podrían también traer una gran cantidad de beneficios sociales profundos. La congestión del tráfico podría disminuir a medida que los vehículos autónomos se sigan con seguridad unos a otros, a pulgadas de distancia y transiten fluidamente por las intersecciones. Los coches más ligeros y más eficientes, prometen mejorar la calidad del aire y reducir el consumo de energía. Los vehículos autónomos podrían eliminar muchos de los aproximadamente 90% de los accidentes de vehículos causados por el error humano.
Una transformación inminente
Según Deloitte, estos cambios pueden suceder más rápido de lo que pensamos y a mayor escala de lo que muchos están preparados, sobre todo en las áreas más densamente pobladas. Si adoptamos autos autónomos tan rápido como nos hemos adaptado a otras tecnologías como por ejemplo a los teléfonos inteligentes, Deloitte calcula que los cambios podrían darse en los próximos cinco años y el mercado para la movilidad compartida podría transformarse en 25 años.
2. El ecosistema de la movilidad cambiará
Según Deloitte, dado que el cambio hacia la movilidad autónoma compartida probablemente ocurrirá más rápido y dramáticamente en los entornos urbanos, se dieron a la tarea de imaginar cómo las personas y los bienes se moverán en el futuro y qué tipos de vehículos, tecnologías, datos, servicios y capacidades son necesarios para hacer posible ese movimiento. Según las predicciones de la consultora, una persona podría tener todo tipo de servicios para su movilidad orientados a la comodidad del usuario, sumando además servicios relacionados.
3. Las nuevas oportunidades para generar valor
Según Deloitte, es probable que ofrecer un viaje intermodal con muchos medios de transporte intermedios sin fisuras requerirá un futuro ecosistema de movilidad que esté integrado, por lo que estamos ante un panorama mucho más complejo de lo que la industria automotriz extendida de hoy. Estos cambios presentarán nuevas oportunidades para ofrecer las diversas experiencias que los clientes demanden. Las compañías buscarán diseñar nuevos productos, servicios y soluciones que sirvan simultáneamente a cada forma o modos de transportación. Todos los involucrados deben empezar a establecer posiciones y, en el proceso, proporcionan los contornos de cómo podría verse ese ecosistema. Pero el primer paso es entender a qué roles las empresas aspiran y qué capacidades se requerirán para tener éxito en el ecosistema de mañana.
4. La industria automovilística
El desarrollo y fabricación de nuevos transportes como automóviles, camiones, autobuses, trenes y bicicletas, seguirá siendo una fuente crítica de valor. Pero al igual que el ecosistema de movilidad en su conjunto, el negocio del automóvil será más complejo que nunca. Según Deloitte, es probable que surjan nuevos productos, desde pequeñas cápsulas autónomas utilitarias hasta automóviles autónomos altamente personalizados y de propiedad personal. Y los cambios no se limitarán al automóvil de pasajeros: la tecnología de conducción automática probablemente infundirá trenes, autobuses, camiones comerciales y otras formas de tránsito, exigiendo que desarrolladores y fabricantes desarrollen sus capacidades en consecuencia.
5. Infraestructura necesaria
El movimiento seguro y eficiente de personas y bienes dependerá fundamentalmente de la infraestructura subyacente, hecho que será igual de cierto que lo es actualmente. En consecuencia, persistirá el importante papel desempeñado por los proveedores de infraestructura física y de infraestructura energética. Estaciones de tránsito, carreteras, autopistas, vías navegables y estacionamiento público se volverán aún más interconectados, ya que los clientes cada vez esperan un transporte multimodal, según Deloitte.
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