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Capital Humano

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México, entre los países con mayor nivel de violencia sexual contra las trabajadoras

Un estudio de la FES coloca a nuestro país como el segundo donde más se agrede físicamente a las mujeres empleadas. Las violencias que se registran en el entorno laboral son de cinco tipos: económica y patrimonial, física, psicológica, simbólica y sexual.

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

En América Latina y el Caribe existe una “alta incidencia y recurrencia” de violencia sexual contra las mujeres en el ámbito laboral, señala un informe de la Fundación Friedrich Ebert (FES). Pero es en Costa Rica, Argentina y México donde más trabajadoras identifican que han sido acosadas u hostigadas sexualmente.

Los hombres son los principales agresores, señala el reporte La violencia laboral en el marco del Convenio 190 de la OIT 2022. Entre ellos, los jefes son quienes más violentan sexualmente a las empleadas, seguido por los compañeros de trabajo y, en tercer lugar, los clientes, según los resultados de la investigación. 

El estudio lo realizaron la FES y la organización Grow Género y Trabajo para conocer la situación de violencia laboral en 14 países de la región. Indagaron principalmente sobre cuatro tipos de violencia: económica y patrimonial, física, psicológica, simbólica y sexual.

Respecto a esta última, el 51% de las mujeres en Costa Rica dijo haber sido acosada u hostigada sexualmente. En el segundo lugar de la lista se ubica Argentina, con el 46% de las trabajadoras; le sigue México, donde el 43% de las empleadas señaló haber vivido este tipo de violencia.

Asimismo, México el segundo país con mayor incidencia de violencia física contra las trabajadoras. Ese lugar lo comparte con Perú, en ambos lugares 11% de las mujeres han sido agredidas corporalmente en el ámbito laboral o amenazadas de ser lastimadas. El primer lugar lo ocupa Guatemala, con 15%, y luego Panamá, con 10 por ciento.

“Los resultados dejan en evidencia que el género y el puesto jerárquico siguen siendo los principales factores de construcción de poder en las relaciones laborales”, subraya el documento. Es urgente modificar los modelos de liderazgo y fortalecer los canales de denuncia, añade.

Los diferentes tipos de violencia

Las principales violencias identificadas a nivel regional en el estudio de la FES y Grow Género y Trabajo fueron:

  • Psicológica, 57%. Es aquélla que causa daño emocional y disminución de la autoestima. Las amenazas, acoso, humillación, deshonra, descrédito, manipulación y aislamiento constituyen este tipo de violencia.
  • Económica y patrimonial, 57%. Acciones que disminuyen los recursos económicos, los bienes, objetos o instrumentos de trabajo. Aquí entra la desigualdad salarial.
  • Simbólica, 50%. Este tipo de violencia se observa cuando en el trabajo se reproducen los estereotipos de género, la dominación, desigualdad y discriminación. De esa manera se reafirma la idea de “subordinación de las mujeres y de otras comunidades vulnerables en la sociedad”, como de las personas no binarias o trans.
  • Sexual, 30%. “Es toda conducta o comentario de carácter sexual no consentido por quien lo recibe”.
  • Física, 7%. Este tipo de violencia es cualquier conducta directa o indirectamente dirigida a ocasionar un daño o sufrimiento físico en las personas que trabajan en la organización. También es la sola amenaza de provocarlos. 

Según los resultados del estudio, en general, son las mujeres y las personas de las disidencias sexuales quienes reciben más violencia laboral que los hombres, indica el reporte.

Aunque las agresiones sexuales no son las más frecuentes en el ámbito laboral, “contiene a las violencias más graves”. También es el tipo de violencia que “impacta de forma más desigual a mujeres y personas de otras identidades respecto de los hombres, superando los 20 puntos porcentuales de diferencia en su perjuicio”.

Ellas y elles experimentan en mayor medida la solicitud de favores sexuales o han sufrido contacto físico con violencia y sin consentimiento. Las peticiones de “favores sexuales a cambio de ascensos o mejoras en las condiciones laborales son prácticas muy difundidas y naturalizadas en algunos países”.

Las dos formas más recurrentes de la violencia sexual en el trabajo son: “Comentarios inadecuados sobre el cuerpo o vestimenta y acercamientos físicos inapropiados, que pueden implicar desde avances sobre el espacio personal hasta contacto físico no consentido”.

En la investigación, las organizaciones registraron “desde comentarios inapropiados con connotación sexual (‘una vez mi jefe me indicó que usara pantalones porque mis piernas lo distraían'), hasta ‘miradas incómodas', insinuaciones sexuales, propuestas de reuniones a horas inadecuadas, acercamientos y tocamientos sin consentimiento enmascarados como chistes y en algunos casos, insistencia para mantener relaciones sexuales e, incluso, intentos de violación”.

Frente a la resistencia, las mujeres y las personas no binarias son víctimas de otro tipo de violencias, como la económica y psicológica, pues muchas son despedidas de manera injustificada, son amenazadas de no contar más con beneficios económicos o de ya no tener oportunidades de desarrollo profesional.

Recomendaciones para los diferentes actores

La FES y Grow Género y Trabajo piden a todos los países ratificar el Convenio 190 de la OIT sobre violencia y acoso laboral. Y si ya lo hicieron, como es el caso de México, el sector público debe “garantizar que los entornos laborales estén libres de violencia”, es decir, cumplir con el pacto.

Eso se lleva a cabo mediante reformas legislativas que definan la violencia laboral conforme al convenio, asesorar a las personas trabajadoras, “reconstruir las masculinidades hegemónicas” y medir la situación de la violencia laboral de manera periódica y sostenida.

Las empresas deben realizar diagnósticos sobre la percepción de violencia laboral en sus organizaciones y crear e institucionalizar protocolos para prevenir, atender y remediarla. E involucrar en este trabajo a las áreas de Recursos Humanos, legal, cumplimiento normativo y salud.

En tanto, los sindicatos, primero, deben ser coherentes y no permitir la violencia, el acoso y el hostigamiento. Luego, “concientizar sobre las situaciones de violencia laboral más naturalizadas” y eliminar cualquier práctica machista al interior.

También la sociedad civil puede aportar, señala el documento. Por ejemplo, creando observatorios de violencia laboral a nivel nacional y/o regional. Las asesorías a las personas trabajadoras, campañas de comunicación para visibilizar “el impacto de la violencia en el desarrollo profesional y personal de los/as trabajadores/as, y su impacto en las organizaciones” son otra forma de aportar.

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