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Programas de educación cortos, vía para cubrir la demanda de nuevas habilidades
Por la formación práctica y especializada que ofrece, la educación técnica superior puede ser una alternativa para que las personas jóvenes desarrollen competencias de alta demanda, pero América Latina tiene un rezago importante en este tipo de capacitación.
Los programas de ciclo corto (PCC) son estudios a nivel superior que ofrecen una formación práctica, orientada a un área de especialidad y más corta (2-3 años) en comparación con un grado de licenciatura. De acuerdo con una investigación del Banco Mundial, este tipo de formación ha tenido un avance lento en la región de América Latina, pero puede ser la clave para cerrar la brecha de habilidades, desarrollando en las personas las competencias que demanda el mercado.
“Creemos que estos programas son una gran promesa para la región y la razón es porque forman capital humano calificado rápidamente, tan importante para aumentar la productividad y lo hacen en áreas tradicionales como electrónica, turismo, publicidad o programación, pero también áreas más innovadoras como el diseño de aplicaciones, la ciberseguridad, la nanotecnología o la automatización industrial”, expuso María Marta Ferreyra, economista senior del Banco Mundial.
Ante un mercado cada vez más automatizado, con la transformación de puestos de trabajo y la demanda de competencias técnicas en las empresas, la formación técnica superior universitaria, como se le denomina a los PCC en México, puede ser una ruta para atender la crisis de talento que enfrentan algunos sectores y preparar a las personas para el mercado laboral actual, refiere el estudio La vía rápida hacia nuevas competencias: programas cortos de educación superior en América Latina y el Caribe.
En términos generales, los PCC tienen resultados académicos y laborales favorables. Casi en todos los países de la región los programas cortos tienen una tasa de graduados superior a las carreras universitarias, y aunque sus niveles de ingreso y empleo formal suelen más bajos que las licenciaturas, sus tasas de formalidad y remuneraciones son mayores a las de una persona con estudios universitarios incompletos.
“Vemos un futuro de educación con un aprendizaje para toda la vida, que sea justo y con un propósito, que es dar capacitación, entrenamiento y con aprendizajes a largo plazo”, señaló durante la presentación del estudio Michael Fung, director ejecutivo del Instituto para el Futuro de la Educación del Tec de Monterrey.
Aunque los resultados en el empleo pueden ser variados dependiendo el campo de especialización de la formación técnica universitaria, el Banco Mundial resalta en el estudio que el mercado de los programas cortos suele ser más dinámico y con más rotación que el de las carreras universitarias.
Sin embargo, a pesar de los aspectos positivos que tienen los programas de educación cortos, América Latina y el Caribe está rezagada en esta materia. Los últimos datos disponibles indican que en nuestra región, sólo el 9% de la matrícula de educación superior se encuentra en los PCC, uno de los más bajos del mundo, esto pese a que desde el 2000 el número de universitarios se ha triplicado.
“Esta gran expansión de la educación superior en los últimos 20 años ha estado sesgada a favor de las carreras universitarias y en contra de los programas cortos y esto puede ser una de las razones por las cuales tenemos este desencuentro entre las competencias producidas por el sistema de educación superior y las competencias requeridas por las empresas”, apuntó María Marta Ferreyra.
A nivel regional, el avance de la educación técnica superior ha tenido un ritmo distinto, mientras en economías como Colombia es poco más del 30% y en Perú del 25%, en México, Costa Rica, Honduras o Panamá la proporción de estudiantes matriculados en PCC es menor al 5 por ciento.
“En este momento crítico la región claramente está buscando resultados diferentes en sus sistemas educativos, está buscando mayor productividad, pero para eso necesita políticas y estrategias diferentes, no vamos a tener resultados diferentes haciendo lo mismo de antes y las necesita ahora, por eso es que ahora es el momento de los programas cortos”, puntualizó la economista del Banco Mundial.
Estigmas sociales, el mayor desafío
De acuerdo con la investigación del Banco Mundial, uno de los principales desafíos para que los programas cortos de educación superior tengan mayor aceptación entre las personas jóvenes son los estigmas que tiene este tipo de formación, como la percepción de que son válvulas de escape cuando no se puede acceder a una licenciatura.
“Los PCC cargan con el estigma de representar la opción menos valorada con respecto a los programas universitarios. Es raro que el sueño de un estudiante sea graduarse en un PCC, o que el sueño de una madre o un padre sea ver a sus hijas o hijos graduarse en un programa de PCC. Los PCC se consideran como la opción que hay que tomar cuando no se puede acceder a la mejor —un programa universitario”, destaca la organización en el informe.
En ese sentido, María Marta Ferreyra opinó que una de las alternativas para que los programas cortos no sean percibidos como “un callejón sin salida” o una opción que limitará el crecimiento profesional, es que la educación superior avance a la credencialización por módulos.
“Pensar en la educación superior como una serie de módulos que se pueden acumular, quizá primero por un programa corto y después por un programa universitario, y cada módulo llevará a una credencial que será otorgada cuando el estudiante adquiera la competencia asociada con esa credencial”, explicó la especialista.
Además de esto, la economista consideró que entre los aspectos principales para acabar con los estigmas sociales en torno a los programas cortos se encuentran:
- Compartir información sobre los PCC
- Regular la formación técnica superior
- Financiamiento
- Flexibilidad de la educación
“En una economía donde los estudiantes tienen información de los programas cortos y saben que hay unos muy buenos, mucho mejores que muchos programas universitarios, en una economía donde el regulador se encarga de que sólo haya programas cortos buenos, donde hay medios para acceder a ellos y existe la flexibilidad de quizá primero hacer un programa corto y después una carrera universitaria, en ese tipo de economía el estigma sería menor”, subrayó.
Por otra parte, agregó María Marta Ferreyra, muchos estudiantes no están buscando carreras largas por diversos motivos, como el cambio generacional, la transformación constante de competencias o la exigencia económica que limita a las personas trabajadoras a tomar un programa académico a nivel licenciatura; elementos que deben tomarse en cuenta para fortalecer la formación técnica superior.