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Opinión

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Hablar de salud financiera

La mayoría de las personas luchan por administrar su vida financiera diariamente y este esfuerzo no está ligado a cierta condición económica o a determinadas geografías. Existen varias investigaciones en las que se encontró que más de la mitad de los mexicanos cargan con grandes cantidades de deuda, sin tener ahorros o ingresos regulares.

La salud financiera es contar con el dinero suficiente para cubrir gastos y tener ahorros que ayuden a afrontar imprevistos en el futuro; es decir, encontrar un equilibrio para que los gastos no superen los ingresos y en este sentido está orientada a la cultura del conocimiento en el manejo de las finanzas para obtener una estabilidad financiera y poder afrontar las responsabilidades adquiridas.

Hay que aprender a administrar los ingresos, y para comenzar, éstos se pueden clasificar en tres tipos: periódicos (nómina, pensión, alquileres); irregulares (devolución de hacienda): e informales (efectivo que no suele ingresar en el banco).

Por el lado de los gastos, éstos se dividen en dos categorías: los fijos que engloban gastos recurrentes y necesarios para el sustento de la familia, como alimentación, educación, transporte, vivienda, impuestos, seguros, servicios, etcétera. Y gastos que se destinan a satisfacer el ocio, como viajes, acudir a bares, restaurantes, cine y los gastos que se derivan de caprichos o compras de impulso (mejor conocidos como gastos gustosos/culposos). En éstos últimos es donde se encuentra la oportunidad del ahorro -aunque es donde más duele- ya que son gastos ligados directamente al disfrute.

Por lo regular, la mayoría de las personas construye la economía del hogar desde el presente. Es por eso que lo primero que muchos especialistas recomiendan es analizar la situación financiera, realizar un presupuesto y buscar un balance para preparar un ahorro para el futuro. Para lograrlo se comparten cuatro técnicas para lograr reducir estos gastos “culposos”.

1) Eliminar cosas que no son prioritarias ya que, por lo general, están ligadas a las emociones o impulsos para satisfacer una aparente necesidad, pero en realidad únicamente roban dinero del presupuesto.

2) Espaciar este tipo de gastos. Por ejemplo, si se acostumbra a comprar un café de 80 pesos diariamente, habría un ahorro considerable si se hace dos o tres veces por semana.

3) Reducir. A veces el problema no es la categoría dentro de este presupuesto para el ocio en la que se gasta, sino la cantidad de lo que se paga. Por ejemplo, se pueden reducir los gastos en artículos que no son necesarios evitando la “tentación” de ser atraído a realizar alguna compra solo porque existe una oferta.

4) Sustituir: Se puede buscar la forma de obtener el mismo producto o actividad a un menor precio o incluso, gratis. Por ejemplo, si se busca hacer alguna actividad deportiva, como ir al gimnasio, es recomendable comparar varios sitios tomando en cuenta los servicios que ofrecen, los precios en inscripción y mensualidades. O bien, si se trata solo de utilizar un gimnasio para correr, se puede evitar ese gasto si se acude a algún parque.

Es importante tomar conciencia sobre la administración adecuada de los ingresos, los consumos que se realizan para cubrir necesidades básicas y evitar los excesos y el sobre endeudamiento por compras superfluas. Hay que buscar un balance que corresponda a los ingresos percibidos ya que una salud financiera sólida es la base sobre la cual se construyen hogares, comunidades y economías fuertes y resilientes.

El autor es Associate Product & Client Servicing de BBVA Bancomer Asset Management.

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