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¿Ideología?
Apelar a un concepto de honda profundidad para justificar una ruptura, no significa más que una acción conveniente que tiene una base borrosa; con mayores tintes de autoritarismo y de egolatría que de real defensa de algo que, sobra decir, no todos entienden y pocos abanderan con real convicción. Ese concepto al que el presidente del Partido Revolucionario Institucional apela para desprender de su militancia a un miembro “antagónico” del instituto político es una laguna turbia en nuestros tiempos; donde cabe todo y nada. La “ideología” de un partido en nuestros tiempos sencillamente no se visibiliza ante lo pragmático que el ejercicio de la política se volvió. La noción teórica proveía de un mapa que ahora nadie consulta; es la ideología un real laberinto y enigma que pocos honran a cabalidad.
En el acervo de la teoría política y filosófica se apela a un sistema de creencias socialmente compartido que, a su vez, genera reglas de organización y conducta basadas en la coherencia y en la empatía de pensamiento. En dicho cauce, referentes teóricos como Teun Van Dijk, Marx, Engels, Antoine Destutt y muchos otros, coinciden en algunos rasgos comunes que acotan al concepto. La empatía de creencias, la adquisición paulatina, la generación de identidad en un grupo, el cumplimiento de un cometido social, son pinceladas de lo que involucra la tan mencionada “ideología”.
Por ello ahora cabe la pregunta: ¿cuál es la ideología que en nuestros días sostiene el PRI y por qué, si ella involucra una construcción paulatina y consensuada, solamente es válida la que acomoda a una cúpula política que va de paso?. Disentir, no de la ideología que se traza en los documentos básicos, si no de la idea y estilo del presidente del comité ejecutivo nacional, es motivo suficiente para que dentro de dicho partido se le considere a alguien como “detractor”.
El PRI no le apuesta a la amplitud de sus horizontes ideológicos que le sumen adeptos, más bien, ha diseñado una arquitectura de bases duras y leales que le deben el puesto o candidatura a un presidente que acopió todas las decisiones en la pequeñez de su escritorio. Por ello, resultaría irrisorio que envueltos en la bandera de la defensa ideológica, se busque la expulsión de todo aquel que no profese loas ni colme de aplausos a quienes ahora tienen un exclusivo club de incondicionales, más que un partido político fincado en la pluralidad.
Las consecuencias de tal exclusividad están a la vista y apelan a los resultados y no a las apreciaciones. El PRI es un partido que desde el 2018 ha perdido prácticamente todo; mismo partido, ha sufrido una sangría acelerada de militancia que ya no se identifica con estilos, arbitrariedades y si, ideología confusa. Pero la comodidad que proporciona el poder es embriagante; así es como con soltura, la ideología se vuelve maleable, y la congruencia se torna dispensable.
Twitter: @gdeloya