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Opinión

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Japón, tranquilo y sin banderas

Tokio. Japón vence a España en un partido transmitido a las 4 de la mañana como si el Mundial se jugara a escondidas.

Por las calles de Tokio no observé banderas del país ni jóvenes con camisetas de la selección. Tampoco me topé con pantallas en restaurantes desde donde salieran gritos de animadores-busca-rating. 

No hay circo con analistas payasos o payasos analistas. No hay programas basura de larga duración. No replican a las Kardashian en los Palacios de Hierro de Qatar. La televisión japonesa no lleva a carperos al Mundial.

En Japón no hay promotores de ventas de Qatar, primera empresa en organizar un Mundial. 

En el país asiático, el futbol no es tema para llevarlo al diván: no crea dioses como en Argentina ni fabrica ilusiones mediáticas como en México. 

El nacionalismo fake y ramplón se mimetiza a través de estigmas, clichés y albures. México sabe del tema.

En Tokio, el Mundial de futbol es algo serio. Lo suficiente para haber derrotado a dos campeones mundiales: España y Alemania. Veinte años atrás, Japón se encontraba en la categoría de futbol amateur. Junto con Corea, organizó el Mundial. Ahora, se nota su evolución.

Ayer, estrellas del Barcelona y del Real Madrid, durante tres minutos, estuvieron eliminados de octavos; Alemania, al ganarle a Costa Rica, los rescató del abismo. Fue Japón el que nubló los ojos de Luis Enrique. En el segundo tiempo, tuvo que meter a la cancha a Jordi Alba, Marco Asensio, Ferran Torres y Ansu Fati.

Ni el entrenador Hajime Moriyasu ni los anotadores del dos goles, Doan y Tanaka, son niños héroes. Por el contrario, son disciplinados y competitivos. 

En Tokio también se toman en serio el crecimiento de casos de Covid-19 que está presentando China en las últimas semanas. Prueba de ello son las llegadas internacionales en el aeropuerto de Narita. Un ejército de personal sanitario revisa los códigos QR que, con anterioridad, los pasajeros tuvieron que vincular con sus respectivas pruebas de vacunación. En Japón no se usa el método López-Gatell, por el contrario, se apela a la ciencia. 

En Tokio, un tren elevado recorre la zona de rascacielos sin sufrir accidentes: está bien hecho, no se quedaron fuera de la construcción piezas vitales. 

En la capital de Japón existen tres aeropuertos funcionales. Todos tienen vías de acceso. Vale la pena recordarlo porque no ocurre en todos los países. 

En Tokio se puede encontrar el museo de los sueños y la ciencia. Es museo porque la estética del enorme planeta Tierra que cuelga del techo y baja a lo largo de cinco pisos, genera el efecto de empequeñecer a los visitantes. La interacción a lo largo de las salas le da un toque lúdico que atrae a los jóvenes. 

Una visita al museo inteligente para celebrar el recorrido de Japón por estadios de Qatar.

Japón, tranquilo y sin banderas.

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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