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COP26: ¿Cómo sería el mundo si las temperaturas subieran 3° C?

Foto: Shutterstock

En el Acuerdo de París, los países se comprometieron a intentar limitar el aumento de temperatura a 1,5 ℃ por encima de los niveles preindustriales. Sin embargo, aunque cumpliesen sus promesas para reducir las emisiones, lo cierto es que aún veremos un incremento de en torno a 2,7 ℃. Así, no es de extrañar que casi dos tercios de los científicos que forman parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) afirmaran en una encuesta de la revista Nature que se espera una subida de las temperaturas de 3 ℃ o más.

En esta situación, ¿cómo de diferentes serían los impactos del cambio climático con un incremento de la temperatura de 3 ℃ en comparación con uno de 1,5 ℃?

De entrada, es importante destacar que, aun cuando los efectos negativos crecen en consonancia con la temperatura, los impactos climáticos de 3 ℃ serían más del doble de los que sufriríamos con 1,5 ℃ más. Esto se debe a que ya estamos alrededor de 1 ℃ por encima de los niveles preindustriales, por lo que los impactos ante una subida de 3 ℃ serían en realidad más de cuatro veces los de 1,5 ℃ (un aumento en lo sucesivo de 2 ℃ frente a 0,5 ℃).

Sin embargo, en la práctica, los impactos no aumentan de forma lineal con la temperatura. En algunos casos, el aumento se acelera a medida que sube la temperatura, por lo que los impactos de 3 ℃ pueden ser más de cuatro veces los impactos de 1,5 ℃. En el caso más extremo, el sistema climático podría alcanzar un punto de inflexión que conduciría al planeta a un cambio sustancial.

Hace un par de años, unos compañeros y yo publicamos una investigación sobre los impactos del cambio climático en función de los diferentes niveles del aumento de la temperatura mundial. Hallamos que la probabilidad media anual en todo el mundo de sufrir una gran ola de calor aumenta desde un 5 % en el periodo de 1981-2010 a un 30 % con 1,5 ℃ más, y hasta un 80 % en el caso de 3 ℃.

Por otro lado, la posibilidad media de vivir una inundación en los ríos, que actualmente se sitúa en un 2 % de los años, aumenta a 2,4 % con una subida de 1,5 ℃ y se duplica hasta alcanzar el 4 % a 3 ℃ más. Con un aumento de la temperatura de 1,5 ℃, la proporción de periodos de sequía casi se multiplica por dos, y a 3 ℃ más dicha cifra llega a ser más del triple (todo esto son promedios mundiales ponderados de acuerdo con la distribución de la población o de las tierras de cultivo. Aquí puedes conocer más detalles).

Por supuesto, existe cierta incertidumbre con relación a estos datos, tal y como se refleja en las gráficas de arriba, en las que se observa que el abanico de posibles resultados se amplía a medida que aumentan las temperaturas.

También se aprecia gran variabilidad en el mundo, que también crece con la subida de las temperaturas, lo que aumenta las disparidades geográficas del impacto. El riesgo de inundación de los ríos se incrementaría de forma especialmente rápida en el sur de Asia, por ejemplo, mientras que el riesgo de sequía crece en gran parte del continente africano a un ritmo mucho más veloz que la media mundial.

La diferencia entre un calentamiento de 1,5 ℃ y otro de 3 ℃ puede ser brutal incluso en lugares como el Reino Unido, donde los impactos del cambio climático serán relativamente menos desoladores que en otros rincones del globo.

En un estudio publicado recientemente, un grupo de colegas y yo descubrimos que en Inglaterra la posibilidad media anual de una ola de calor, tal y como es definida por el Servicio Meteorológico Nacional del Reino Unido, pasa de aproximadamente un 40 % actualmente a alrededor de un 65 % con un calentamiento de 1,5 ℃ y supera el 90 % en caso de que la temperatura del planeta aumente 3 ℃. Precisamente también a 3 ℃ más, la probabilidad de experimentar al menos un día al año de alto estrés térmico por calor se torna superior al 50 %.

La proporción media de periodos de sequía aumenta a un ritmo similar a la media mundial. Las probabilidades de lo que actualmente se considera una inundación en diez años crecen en el noroeste de Inglaterra desde un 10 % al año a día de hoy hasta un 12 % a 1,5 ℃ más y un 16 % a una temperatura de 3 ℃ por encima de la actual.

En una escala global, se observa una variabilidad significativa en términos de impacto en todo el Reino Unido: sobre todo en la zona sur y este del país, aumentan los riesgos relacionados con las altas temperaturas extremas y las sequías, mientras que hacia el norte y el oeste se incrementan los riesgos por inundaciones. Una vez más, a todos nos invaden muchas dudas respecto a estos cálculos, pero se ve claramente la diferencia entre los impactos según los distintos niveles de calentamiento.

Las gráficas que se incluyen en este artículo nos muestran el impacto del cambio climático en las probabilidades o en la ocurrencia de fenómenos meteorológicos. Las consecuencias reales para las personas dependerán de cómo afecten estos impactos físicos directos (sequías, olas de calor, subidas del nivel del mar) a los medios de subsistencia, la salud y las interacciones entre los distintos elementos de la economía.

Nuestra experiencia durante la covid-19 nos dice que lo que de entrada parecen perturbaciones iniciales relativamente modestas en un sistema pueden provocar un efecto dominó imprevisto, y esto mismo puede suceder con el cambio climático. Si la relación entre las subidas de temperatura y los impactos físicos como el deshielo de los glaciares y el clima extremo a menudo no es lineal, entonces la relación entre los aumentos de temperatura y su efecto sobre las personas, sociedades y economías es muy posible que sea mucho menos lineal aún. En conjunto, todo esto significa que un mundo con 3 ℃ más será mucho peor que uno con 1,5 ℃ más.

Este artículo forma parte de la cobertura de The Conversation sobre la COP26, la conferencia sobre el clima de Glasgow.

Siga la cobertura completa en inglés, francés, francés canadiense, bahasa indonesio y español, aquí.

Nigel Arnell, Professor of Climate Change Science, Director of the Walker Institute, University of Reading

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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