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Arte e Ideas

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Juan Gelman: “Entre ebriedad y poesía no hay diferencia”

Antoni Traveria pregunta: Juan, ¿quieres un poco de café? . Juan Gelman responde: No; no te preocupes . Traveria tiene una cara que mezcla la atención que se produce al escuchar -digamos- una serie de poemas con la preocupación y un tanto la pena.

Antoni Traveria pregunta: Juan, ¿quieres un poco de café? . Juan Gelman responde: No; no te preocupes . Traveria tiene una cara que mezcla la atención que se produce al escuchar -digamos- una serie de poemas con la preocupación y un tanto la pena. Juan Gelman, en cambio, solloza: acaba de leer el poema Cerezas y, como le pasa a la protagonista del texto, sus ojos están llenos de rocío .

Es la apertura del Salón de la Poesía de la XXV Feria Internacional del Libro de Guadalajara y se trata de una sesión que, definitivamente, se lleva con creces el calificativo de sui géneris.

La cita para escuchar a Gelman era a las 6 de la tarde. Para entrar, era menester llenar un formato de pre-registro. Quienes lo hicieron, pronto ocuparon su lugar en unos mullidos sillones, hasta donde llegaban sendos tragos de tequila, cortesía del patrocinador. Los que no tuvieron la previsión de anotarse, tuvieron que hacer fila y esperar que alguien no llegara. Pero todos esperaron: a los 10 minutos de retraso, Nubia Macías, directora de la FIL, anunció: Ya viene don Juan. Se entretuvo en una entrevista .

Luego de la presentación a cargo de Antoni Traveria, Gelman dijo: Gracias por el albergue de la FIL y a ustedes por estar aquí y esperarme. Tuve un accidente de ebriedad . Y dijo que se negaba a utilizar la palabra borrachera porque no correspondía al ambiente poético.

Así pues, comenzó a leer. Uno tras otro fueron desgranándose los poemas, leídos sin pausa por Gelman, que leía con voz calmada, lenta, arrastrando las palabras de tal manera que a ratos se tornaban incomprensibles. Pero el público, indulgente, escuchó atento todos y cada uno de los poemas. El clímax llegó con Cerezas : la voz de Gelman se quebró y, al terminar el texto, la gente buscó reconfortarlo con un fuerte aplauso. Tras rechazar un café, siguió adelante.

Después de casi una hora de lectura, Gelman anunció: Cierro con el poema más largo . Y sin hojas de apoyo, recitó: Siempre te amo por primera vez, siempre te amo la primera vez . Acto seguido, Traveria indicó que el público podría hacer un par de intervenciones. Pero Gelman lo atajó: Yo no acepto intervenciones, ya los gringos nos intervienen mucho . No hubo más: los asistentes se acercaron al poeta para que firmara libros. Y entre firma y firma, Gelman lanzó la frase que se erigió como piedra angular de la sesión: Entre la ebriedad y la poesía no hay ninguna diferencia .

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