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Arte e Ideas

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La Naranja Mecánica llegó al teatro chilango

No es la década de 1970; pero la Naranja Mecánica causó furor. La fila de la taquilla no dejó de crecer hasta minutos antes de comenzar la función.

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No es la década de 1970; pero la Naranja Mecánica causó furor. La fila de la taquilla no dejó de crecer hasta minutos antes de comenzar la función. Aproximadamente 300 personas abarrotaron el pequeño teatro de la Sogem, Wilberto Cantón, que se ubica en San José Insurgentes en la Ciudad de México.

Escrita por Anthony Burgess, ésta historia fue retomada por Stanley Kubrick en 1971, quien dirigió la película que tuvo nominaciones a los Premios de la Academia y otros más en los Globo de Oro y Premios BAFTA; sin embargo, el logro más atesorado del filme fue el reconocimiento del espectador que se mostró impactado por la trama ultraviolenta, y que después se convirtió en un clásico por seguir asombrando a generaciones futuras.

Al respecto el productor Sergio Gabriel, responsable de la llegada de esta obra a México, expresó que La Naranja Mecánica posee una narrativa que todavía sigue vigente en la actualidad.

“Hacer una obra de teatro que ya fue vista en cine es un reto, y más de un clásico como lo es la Naranja Mecánica. Es impresionante cómo a 50 años de haberse escrito el libro sigue tan vigente y sigue siendo de tanta relevancia, por eso decidí hacerlo”, dijo el productor en el escenario al finalizar la puesta en escena.

Un homenaje a Kubrick

Sergio Gabriel afirmó también que la adaptación al teatro posee guiños de la película de Kubrick por lo que este montaje que dirige Manuel González Gil tiene escenas que parecieran encuadres ya conocidos.

No obstante Gil echa mano de una escenografía gris, tubular y de acabado metálico que evoca un panorama en decadencia y de un urbanismo precario, una ambientación lograda por Fátima Yañez y que a diferencia de la película sitúa la trama en una atemporalidad que le favorece.

Además de la irrebatible interpretación del argentino Leo De Luglio, quien interpreta a un Alex DeLarge convincente y con bastante parecido al actor Malcolm McDowell, quien logra generar en el público sentimientos de miedo, furia y hasta empatia.

La obra nos cuenta como Alex, un joven de 18 años, junto a su banda de amigos a quienes llama “drugos”, optan por divertirse en las noches cometiendo delitos violentos que buscan la aceptación del clan y que esta hermandad se ve traicionada cuando Alex se impone ante sus amigos y los obliga a reconocerlo como su líder.

Esta imposición desencadena una traición por parte de los drugos a Alex, quien termina encarcelado por asesinato y que dentro de la penitenciaría en la que paga su condena busca mañosamente salir cuanto antes de su prisión, razón por la que acepta someterse a un nuevo tratamiento, el método ludovico, para eliminar su impulsos criminales.

A través de una serie de prácticas conductistas los científicos experimentan con Alex hasta que muestra una conducta positiva que es obligada por una tortura física que le produce pensar o hacer cualquier acción violenta. Fuera de su encierro Alex no volverá a insertarse en una sociedad que es violenta en todo sentido y tratará de quitarse la vida.

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