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Arte e Ideas

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La neurona (enamorada) de Jennifer Aniston

Aparte de legarnos la inolvidable serie Friends, la actriz Jennifer Aniston también da su nombre a una neurona clave en el proceso de aprendizaje.

¿Por qué no llegó antes la ciencia al Festival Cervantino?, escuché al final del debate La neurona de Jennifer Aniston , una mesa que logró juntar a Rodrigo Quian Quiroga, neurocientífico que descubrió justo esta neurona con la que se tituló el debate, a José Luis Díaz, autor del libro Ciencia viviente, y Jorge Volpi, escritor y director general del Festival Cervantino, que además de hacer una creativa reflexión sobre el cerebro y la conciencia, nos permitió también escuchar argumentos suficientes (por lo menos para los presentes) de por qué la ciencia y el arte encuentran lugar en espacios donde antes parecía imposible o por lo menos poco visible para la gran mayoría.

Pero bueno, seguramente al terminar este párrafo usted lector sigue preguntándose, así como todos los que nos encontrábamos en el lugar: ¿a qué se refieren con la neurona de Jennifer Aniston y qué nos mantiene en la butaca o, en su caso, leyendo esta nota?

Neuronas despiertan o callan y si algo les gusta, responden

Quian Quiroga, quien se dedica a estudiar la memoria, hace unos 10 años pudo ir a trabajar a California, al único lugar donde se puede trabajar con registros de neuronas con seres humanos.

Esta oportunidad era única porque en general las lecturas de neuronas se hacen colocando electrodos (agujas) en la cabeza y eso por lo general sólo se hace en animales , pero en seres humanos ¿cómo se logra?.

El tema es que hay pacientes que sufren epilepsia y que no se pueden curar con medicamento y en estos casos se considera lo que se llama cirugía de epilepsia y se pude identificar cuál es el área del cerebro que genera la crisis epiléptica y se puede remover esta área quirúrgicamente curando al paciente . Esto nos da la oportunidad única de tener registros de seres humanos.

Para encontrar estas neuronas, un equipo clínico de epileptólogos, antes de considerar la posibilidad de remover un área del cerebro, coloca electrodos intracraneales para tratar de ver de dónde viene la crisis y es ahí donde se encontró el hallazgo.

Quian trabajaba con estas personas, en particular una paciente a la cual le mostraban fotos y él veía si alguna neurona respondía a alguna de las fotos. Algo muy sencillo, pero resultó que ante la fotografía de Jennifer Aniston (en diversas formas, peinados, estilos y lugares) la neurona respondía como loca. Incluso cuando se le pedía a la paciente que sólo pensara en este personaje, la respuesta era impresionante, pero con cualquier otra imagen la neurona no tenía la misma reacción , dijo.

Con esto queda claro que no hablamos de que la actriz sólo tenga una neurona, como muchos pensaron. Más allá del sensacionalismo, el dato es muy interesante, pues lejos de responder sólo a una imagen, o color, o característica, respondía a la persona.

He ahí la eureka, pues este estudio implica decir que las neuronas responden a significaciones en áreas muy ligadas a la memoria (que guarda representaciones conceptuales) y que abren un tema de conciencia, uno de los grandes misterios donde incluso no se tiene una definición clara.

Para explicar: una computadora puede guardar datos de una manera muy eficiente, pero no entiende las fotos. Nosotros guardamos muy poquitas cosas, pero las entendemos, es un proceso muy difícil de los seres humanos que aún nos aleja de la inteligencia artificial , explica Quian.

En resumen, el cerebro no es ni más ni menos que una conexión de neuronas. Cuando uno piensa como científico, se pregunta: ¿cómo hace el cerebro para hacerme sentir y vivir lo que vivo? . Bueno, por ahora su experimento lo llevó a decir que las neuronas o despiertan o callan y si hay algo que le gusta, la neurona responde, digamos con disparos, de uno a 20 o 30 disparos por segundo cuando ésta se ve estimulada.

Una respuesta científica a algo que parecería imposible de explicar.

El mundo del cerebro y sus condiciones artísticas

Por su parte, Díaz explica que la conciencia parecería más un tema filosófico, pero con estas nuevas intervenciones y estudios, adopta un carácter más explicativo. Tratar la conciencia humana de una manera más genérica, esta capacidad que tenemos los seres humanos de sentir, de saber o reconocer ha sido un misterio de muchísimos años y todas las civilizaciones.

Hoy desde un punto de vista extraordinariamente puntual nos estamos refiriendo a uno de los misterios más profundos con mayor claridad, aunque aún infinito .

Asegura que este aspecto se ha tratado desde un punto de vista neurofilosófico, haciendo la pregunta: ¿cómo el cerebro genera esta propiedad de los seres humanos que provoca cosas como la sensación del dolor, captar el sentido de la palabra libertad, distinguir colores?, en fin, un mundo tan diverso como lo es la conciencia humana.

¿Dónde se unen el arte ?y la ciencia?

Inevitablemente este cuestionamiento es para cada uno de los ponentes en esta edición del Cervantino 2105, el cual lleva por título La ciencia del arte, el arte de la ciencia .

Aquí la reflexión de Quian: Los científicos somos muy tontos. Por el sistema científico actual tratamos de estar en la cresta de la ola con el mejor laboratorio y leyendo las publicaciones más actuales. Eso nos está quitando la base de la ciencia, no vemos más allá y no nos damos cuenta de que la ciencia está también en el pasado.

Por otro lado, el arte se mira con recelo desde la ciencia y viceversa, salvo sus excepciones. Si viéramos más allá de eso nos daríamos cuenta de que el arte es parte de la ciencia; por ejemplo, pocos neurocientíficos sabían tanto de percepción visual como Rembrandt, y él no tenía experimentos sofisticados ni nada de eso, era un pintor que sabía muchísimo de cómo vemos y cómo llegar a las personas .

Otro ejemplo: Para estudiar procesos de atención, toma de decisiones y memoria, tengo un mago profesional, porque no hay nadie mejor que él para estudiar estos fenómenos , dijo.

Por último, en el caso de Jorge Luis Borges que se planteó cómo vivir con una memoria infinita, la conclusión del autor es que si recordáramos todo no podríamos pensar, porque pensar es abstraer, olvidarse de detalles y poder generalizar. Borges lo vio muy claro .

nelly.toche@eleconomista.mx

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