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Los Castellers de Vilafranca celebran en México 75 años de ‘rozar’ el cielo
Por primera vez en su historia, un castell de Cataluña se alza desde suelo mexicano; este lunes estarán en las pirámides de Teotihuacan y el martes construirán una torre humana de ocho pisos en el zócalo capitalino.
El paseo dominical por la avenida Reforma tuvo ayer una exhibición de arte, fuerza, equilibrio, unión, disciplina y destreza, que son los valores que definen a los castells (torres humanas), que es uno de los elementos culturales más emblemáticos que no pueden faltar en las fiestas de Cataluña, y que por primera en la historia tenemos la fortuna de ver en México.
En la cúspide de una pirámide humana de seis pisos, en el “Pom de Dalt” -como le dicen-, un niño catalán (enxaneta) muestra la bandera de México y es correspondido por un aplauso colectivo.
Los Castellers de Vilafranca, de la región catalana del Penedés, decidieron venir a celebrar con los mexicanos el 75 aniversario de la fundación de la “colle”, una agrupación de más de mil personas, entre mujeres y hombres de todas las edades y complexiones, que invierten una buena parte de su vida en mantener, desarrollar y difundir esta tradición que lleva más de 200 años y que en 2010 fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En la víspera, a su llegada a México, Carles Mata, presidente de la “colle”, en su encuentro con los medios de comunicación, donde estuvo acompañado por el principal promotor de la iniciativa del viaje a México, Lleïr Dabán, delegado del Gobierno de Cataluña en México y Centroamérica, dio detalles de la gira que realizan en México desde el pasado 18 de noviembre, día en el que celebraron la “festa” de la vendimia en la finca vitivinícola Freixenet, en Querétaro, marca con quien les une el origen.
Lleïr Dabán y Carles Mata coincidieron en que el propósito de esta visita y de esta gira de aproximadamente 200 integrantes de la “colle”, una de las más numerosas de las 105 que alberga Cataluña, es difundir la cultura catalana y estrechar los lazos con México, al tiempo que anunciaron que por primera vez harán un espectáculo en compañía de los Voladores de Papantla, una tradición nacional que también es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Mata explicó que, para poder llevar a cabo esta hazaña, como la que este domingo realizaron en el Paseo de la Reforma, donde edificaron una pirámide de seis niveles, pero que pueden llegar hasta 10, se necesita constancia y disciplina, entrenar en promedio 7 horas durante tres días de la semana y mucho sentido de equipo.
Las mujeres sumaron calidad y altura
Carles Mata comparte que desde hace unas décadas, la participación de las mujeres en la edificación de los castells les permitió alcanzar una mayor altura, ya que antiguamente solo participaban varones.
Al respecto, Laia Colomé, vicepresidenta de Comunicación de los Castellers de Vilafranca, quien lleva 17 años participando en la “colle” construyendo castells, comenta: “las mujeres entraron formalmente a la agrupación entre finales de los ochenta o principios de los noventa, antes, como mucho, había algunas niñas pero sus madres no podían participar en la agrupación, cuando esas niñas se hicieron grandes reivindicaron a todas las mujeres y entonces pudimos participar, y es cuando la calidad y el nivel de los castells se dispara”.
Y agrega: “los castillos se dividen en diferentes niveles y el más grande es el Gama Extra y nuestro primer Gama Extra fue en 1995 y es cuando las mujeres ya están allí, y eso permite hacer castillos mucho más grandes de los que se hacían antes, hoy en día hacer castillos de diez pisos sin mujeres, sería imposible”.
Para ser un casteller se necesita mucha pasión, mucho amor a la tradición, mucho orgullo catalán, porque pese a que el viaje ha sido financiado por subvenciones públicas y patrocinios privados, los castellers deben costear una parte de los gastos, “Aparte del tiempo que invertimos, sin ninguna retribución económica, tenemos que correr con algunos gastos, por ejemplo, el uniforme, ya que la “colle” sólo nos provee la camisa verde oficial y los traslados -dice- pero el resto hay que comprarlo por cuenta propia, pero nos encanta, a los castellers nos gusta mucho ir a otros sitios del mundo a enseñar que son los castells, es una tradición que heredamos de nuestros abuelos”.
Arte y deporte a la vez
Los Castellers de Vilafranca tienen un lema que resume los valores imprescindibles para alcanzar el éxito de la torre humana: fuerza, equilibrio, valor y cordura.
Para Llul Casanova, vicepresidente de los Castellers de Vilafranca, la construcción de los castells es un ejemplo de unión, destreza e igualdad de género, “el conjunto se logra a partir de la unión de los dos géneros, uno aporta lo suyo y el otro también, pero al final es una unión para llegar a hacer el castillo”.
Este sentido de unión, de equipo y de comunidad, es el ingrediente principal -estima-, por lo que la UNESCO ha declarado a los castells patrimonio de la humanidad.
“Otro ejemplo es la unión entre edades, hay niños chiquititos de entre 8 y 9 años y gente que tiene al día de hoy 80 años, nadie le va a decir a un chiquitito que no suba y no le vas a decir a alguien que sea grande que no se ponga en la base, todos ayudan”.
Además, -añade- la dinámica de los castells abole las clases sociales: “puede haber una persona un poco más empobrecida y eso no le impide participar en los entrenamientos o, cuando vamos a presentarnos en algún sitio, viajar sentado al lado de un alto ejecutivo de una multinacional, como tenemos. No hay distinciones de nada, todos somos iguales y la agrupación es el único objetivo”.
“Esto es lo que premia, básicamente, la UNESCO, además de ser una tradición con más de 200 años de arraigo, de gran plasticidad, y de mucha constancia y compromiso”.
Y explica: “Si tú pide a mil personas que hagan algo sin ánimo de lucro, si no hay algo que les una, no lo vas a conseguir; un día o dos van a venir, pero pedirles que vengan de marzo a octubre (que es la temporada castellera), sin cobrar, tres días a la semana, dejando a la familia, para eso tiene que haber valores muy intensos, muy intrínsecos, para llegar a mantener esta tradición”, señala Casanova.
Los castells son una evolución del “ball de valencians” (‘baile de valencianos’), una muestra de folklore originaria de Valencia que finalizaba con el levantamiento de una figura humana, y que llegó a Cataluña en el siglo XVIII.
En la segunda mitad del siglo XIX vivió una primera época dorada y luego devino en decadencia hasta la década de los 80 del siglo XX en la vive un segundo aire hasta alcanzar un boom en los noventa.
Llul Casanova dice que la declaratoria de la UNESCO en 2010 trajo un nuevo impacto a los castells, sobre todo en el ingreso de un número mayor de gente en las agrupaciones (“colles”); “internamente no cambió casi nada, lo que cambió es cuánta gente nos comenzó a conocer en el mundo, incluso a nivel local, la gente se empezó a interesar, porque los castells son de una región de Cataluña y fuera de ella no se sabía tanto”.
Hoy en día, los Castellers de Vilafranca han actuado dentro y fuera de España, en San Francisco, Nueva York, Santiago de Chile, y Shanghái, por ejemplo, y ahora en México.
Casanova concluye que esta tradición es un arte y a la vez un deporte, se requiere fuerza, disciplina, concentración, pero sobre todo unión. “Para nosotros la unión es fundamental, somos un equipo, si falla uno fallamos todos.”
Los Castellers de Vilafranca estarán actuando este lunes 20 de noviembre frente a las Pirámides de Teotihuacan; el martes 21, los ‘verdes’ –como se les conoce por el color oficial de su vestimenta– se presentarán en el zócalo capitalino de la Ciudad de México a las 16:30 horas, donde harán la proeza de edificar un castillo de ocho pisos y, finalmente, el miércoles actuarán en Cholula, Puebla, a dúo con los Voladores de Papantla.