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Muere "Honeyboy" Edwards, el último blusero del Delta
Un capítulo de la historia musical se cerró con la muerte de David "Honeyboy" Edwards, a la edad de 96 años. Fue una voz influyente que actuó con los fundadores del blues.
Chicago.- Un capítulo de la historia musical estadounidense se cerró el lunes con la muerte de uno de los últimos bluseros originarios del Delta del Misisipi, David "Honeyboy" Edwards, a la edad de 96 años.
Nunca tan famoso como Muddy Waters o Willie Dixon, Edwards fue sin embargo una voz influyente que actuó con los fundadores del blues, el arte musical que surgió en el Delta e hizo su camino hasta Chicago (Illinois, norte) junto a generaciones de emigrantes.
Edwards actuó en la ceremonia de asunción del presidente Barack Obama en 2009, un año después de ganar un Grammy por su álbum "Last of the Great Mississippi Delta Bluesmen: Live in Dallas", y fue reconocido en 2010 con otro Grammy por casi un siglo de actuaciones.
"'Honeyboy' fue realmente uno de los últimos nexos con el verdadero mundo del blues del Delta, un hito en la evolución de la música popular estadounidense", dijo Bruce Iglauer, fundador del sello de blues de Chicago, Alligator Records.
"El comprendió que esta música no puede ser separada de la cultura en la que nació y creció. No puede separarse de la realidad de la situación racial del Sur en esa época, y en lo que se dejaba y no se dejaba hacer a la gente negra".
Edwards murió el lunes mientras "descansaba plácidamente" en su casa de Chicago, luego de haber continuado actuando hasta que su salud se lo permitió en abril pasado, escribió su manager Michael Frank, en la página del músico en internet. "Vivió una vida larga y plena y se sentía en paz".
Hijo de un aparcero y nieto de un esclavo, Edwards había nacido el 28 de junio de 1915 en Shaw, Misisipi, donde comenzó trabajar en la cosecha de algodón y maíz a los nueve años. Compró su primera guitarra a los 12 y a los 14 trabajaba como músico.
Edwards se colgó la guitarra a la espalda recorrió el país en tren antes de establecerse en Chicago a inicios de los años 1950, donde se lo escuchaba en pequeños clubes y en las calles por la noche, luego de trabajar en fábricas o en la construcción durante el día.
En sus memorias "El mundo no me debe nada: La vida y los tiempos del blusero del Delta Honeyboy Edwards", publicadas en 1997, el músico describió la vida en las plantaciones y cómo el blues se convirtió en el espejo de sus penas.