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Arte e Ideas

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Radio Huayacocotla cumple 55 años siendo altavoz de campesinos y pueblos indígenas

Sandra Luz Cruz, coordinadora de la radiodifusora, relata lo que han significado estos años de lucha y resistencia, transmitiendo en náhuatl, otomí, tepehua y español.

Este fin de semana, Radio Huayacocotla, La Voz Campesina, celebró 55 años de estar al aire, 40 años en onda corta y los últimos 15 en el 105.5 de FM. Este año no hubo jolgorio ni baile en la estación, como es la costumbre. Sones, huapangos y el danzón se escucharon desde las casas y las milpas en los 150 municipios a donde llega la señal.

“Estamos atravesando esta peligrosa pandemia. Lo más importante es cuidar que la vida de la gente no se pierda”, avisó la radio en su cuenta de Facebook.

Radio Huayacocotla, “la abuela de las radios comunitarias indígenas en México”, nació como escuela radiofónica el 15 de agosto de 1965, “en el boom de la educación popular en América Latina, con el propósito de alfabetizar a distancia a través de la radio”, me dice Sandra Luz Cruz Fuentes, coordinadora de la emisora que transmite en náhuatl, otomí, tepehua y español, desde la Sierra Norte de Veracruz.

Mantenerse en pie, y al aire, a lo largo de estos años ha sido para Radio Huayacocotla una proeza, un acto de resistencia y heroísmo, porque nunca ha sido fácil. Su trabajo comprometido ha tocado intereses de caciques y explotadores de las comunidades y territorios indígenas, y eso  le ha granjeado represalias, amenazas veladas y abiertas en contra del equipo del proyecto radiofónico, incluso atentados, por denunciar despojos de tierras y acompañar a los campesinos en litigios territoriales que casi siempre se resuelven a favor del más fuerte y bajo la mirada distraída o cómplice de las autoridades municipales y ejidales, o por oponerse a proyectos que deterioran el tejido social y el ecosistema de las comunidades.

Pero a pesar de la negativa que por décadas mantuvo el Estado mexicano para conceder permisos a las radios comunitarias e indígenas, Radio Huaya -como le llaman sus radioescuchas- ha sido el altavoz de las comunidades campesinas y pueblos indígenas de la Sierra Norte de Veracruz, la Huasteca Hidalguense, la Huasteca Potosina, una parte de la Sierra Norte de Puebla, el sur de Tamaulipas y algunos municipios de la Sierra Gorda de Querétaro.

A través de la música, el canto, la poesía, la noticia y el aviso comunitario se defiende la tierra, se protege a la madre naturaleza, se gestionan servicios para las comunidades, se lucha por la justicia y los derechos de los pueblos indígenas, y se preservan las lenguas originarias.

“Todos los que trabajamos en la radio, un equipo de 15 personas, tenemos un pie en la estación y otro en las comunidades; además contamos con corresponsales, que son la voz de sus pueblos, que hablan sus idiomas; y son ellos los que nos van marcando la agenda de acuerdo con sus necesidades”, dice Sandra Luz Cruz.

Radio Huayacocotla pertenece a Fomento Cultural y Educativo, AC, la organización que coordina los proyectos sociales en los que trabaja la Compañía de Jesús en México desde hace décadas.

La radio es miembro fundadora de la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular (ALER), que es órgano consultivo de la UNESCO, que agrupa a más de 80 radiodifusoras en América Latina, dos de ellas en México: Radio Huayacocotla y Radio Teocelo, ambas en Veracruz.

Sandra Luz rememora que fue en 2005 cuando el gobierno dio 15 permisos a radiodifusoras comunitarias, entre ella Radio Huaya, que ya llevaba más de 30 años solicitándolo para transmitir en Frecuencia Modulada, y que en 2013, con la nueva Ley Federal de Telecomunicaciones (LFT) cambió su estatus de permisionaria a concesionaria de uso social.

“Le dieron a Radio Huaya 10 mil watts de potencia, en 2005 y eso nos convirtió en la radio de uso social indígena con más alcance en México, y nos permite llegar a todo el corazón del pueblo náhuatl y a muchísimas comunidades hablante de otomí y tepehua”, dice.

Un modelo brutal y una ley ambigua

Sin embargo, el modelo de concesión al que está sujeta “es brutal” y “la ley es ambigua”, refiere Cruz. Por un lado, en el Artículo 2 Constitucional, el Estado mexicano reconoce el derecho de los pueblos indígenas a tener sus medios propios de comunicación, pero no les suelta un peso; la ley (LFT) reconoce las figuras de concesión de tipo social, comunitaria o indígena, pero les amarra las manos, las deja a su suerte,  porque les impide vender publicidad o servicios, necesarios para su financiamiento, y las confina a sobrevivir de donativos o de concursar proyectos que, si son aprobados, su horizonte de estabilidad cuando mucho alcanza dos años.

La reforma del 2013, que después de más de 40 años sustituyó la obsoleta Ley Federal de Radio Televisión de 1972 con la nueva LFT, pareció un rayo de esperanza, pero se quedó en eso, los buenos deseos toparon con la burocracia y con los intereses de quienes controlan en México el espacio radioeléctrico.

“La reforma pintaba muy bien, dice Sandra, pero el tema económico es un obstáculo, porque simplemente para una comunidad, montar una radio sigue siendo muy complejo, es prácticamente un sueño, incluso para las organizaciones civiles que tienen trabajo de base en las comunidades y que desde allí pudieran empujar una radio comunitaria.

Un sueño, cuando no una pesadilla. “En México hacer radio comunitaria indígena es muy difícil, cuesta mucho económicamente, no hay presupuesto para eso y se batalla muchísimo para hacer comunicación comunitaria. ¿Tú sabes lo difícil que es hacer radio comunitaria en México?, me pregunta la coordinadora de Radio Huayacocotla, quien lleva 13 años en la sierra trabajando en el proyecto. Y no es una pregunta retórica.

Además de falta de información que poseen las comunidades respecto de su derecho a tener una radio o una televisión comunitaria o la desconfianza de los pueblos hacia el gobierno un obstáculo apremiante es la falta de recursos económicos para desarrollar un proyecto, el papeleo burocrático y las vueltas que hay que hacer a la Ciudad de México para que la gestión avance y se consiga.

“De tal suerte que, en hoy en día, hay radios comunitarias en varios puntos del país que ejercen su derecho a una comunicación libre, sin buscar una concesión, por la complejidad económica y burocrática, y porque el papeleo que se necesita para montar una radio es brutal”, sostiene Sandra Luz.

“Con esta situación, deja de ser mirado el derecho que tienen los pueblos y comunidades para estar al aire en el espectro radioeléctrico, para poder hablar, para decir lo que se piensa, todo lo que los pueblos tienen derecho a decir y por tanto ante la ley se convierten en radios piratas, y en consecuencia en radios perseguidas por buscar ese derecho”, agrega.

“Vivimos en la cuerda floja”

Radio Huayacocotla se mantiene a través de donaciones nacionales y extranjeras que llegan de fundaciones básicamente. Vivimos en la cuerda floja, porque metemos proyectos a distintas convocatorias, y estos eventualmente se aprueban o no, entonces podemos tener presupuestos asegurados por un año o quizá por dos, de acuerdo con los proyectos que consigan la aprobación, pero siempre hay que estar pensando cómo mantendremos este o tal programa el año próximo”, revela.

“La ley es muy ambigua”, porque con las limitantes económicas y burocráticas que nos imponen a las radiodifusoras comunitarias e indígenas se sigue impidiendo que existan o que sobrevivan en condiciones aceptables las que ya están y que surjan más.

“En ese sentido la ley se queda corta: el Estado dice ‘ahí tienes la concesión, pero como eres radio de uso social no puedes vender publicidad o servicios. ¿Cómo te vas a financiar?, ese es tu problema’.  Ahí nos cierran la puerta y tenemos que buscar donaciones, la presentación de proyectos, y estar atentos a convocatorias para ir viendo cómo financiamos la radio”.

¿Publicidad oficial?, más caro el caldo que las albóndigas

‘No hay nada peor en México que vivir fuera del presupuesto’, decían en la era priista. Para las radios comunitarias e indígenas, reconocidas como entes de interés público, la consigna sigue vigente.  El derecho constitucional reconocido parece que se escribió con lápiz o es letra muerta.

“Te puedo contar con los dedos de una mano las radios de uso social indígena que se dediquen solo a hacer radio y que puedan vivir de eso. Eso no ocurre. Por ejemplo, la gente que está haciendo radio en Oaxaca y hablando todos los idiomas de las naciones de Oaxaca es gente que lo hace por amor al arte, porque le apasiona, porque tienen un derecho y lo quieren reivindicar, porque es su palabra originaria al aire, pero no les pagan por eso, ellos tienen que dedicarse a muchas otras cosa para poder ir ratito en la tarde, en la mañana o en la noche, para poder tener un informativo en mixe, digamos”, dice Sandra.

Las únicas radios indígenas que tienen un presupuesto oficial son las del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (antes INI o CDI), “pero durante muchos años han tenido una línea muy clarita, tampoco es que transmitan desde la libertad, y eso no es comunicación comunitaria, como la que hacemos muchas organizaciones civiles con décadas de trabajo comunitario en el país. Eso es radio oficial en idioma indígena”.

“Por ahí abrieron la puerta para acceder al 1% de la publicidad oficial que reparte el gobierno entre las radios comunitarias”, pero el criterio es absolutamente discrecional; “el gobierno decide quién entra y quién no, Radio Huaya no entró, por ejemplo”, dice Sandra Cruz. “Y esa es una pregunta que nosotros nos hacemos, porque no tenemos claridad de cuáles son los criterios (para acceder a la publicidad oficial) ni quien lo determina”.

“Pero por otra parte, cuando hablamos con otras radios comunitarias y nos enteramos de la complejidad que eso les implicó, la verdad es que agradecimos un poco no haber entrado. Por ejemplo, te piden comprobación de impacto por spot, ¿tú sabes en términos de facturación lo que eso le cuesta a una radio comunitaria?, tener una persona que se dedique exclusivamente a medir los impactos, a contestar los requerimientos de la autoridad, a facturar (...) se trata de alivianar el trabajo de las radios comunitarias no de amolarlo”, reclama.

“Si de por si tenemos pocos recursos, y vamos a tener que emplear eso poco que nos llegue por publicidad oficial en contratar a una persona que se dedique solo eso, pues nos va a salir más caro el caldo que las albóndigas”, remata.

Qué debe cambiar de cara al decenio de las lenguas indígenas

Respecto de  la Declaración de Los Pinos (Chapoltepek), “Construyendo un Decenio de Acciones para las Lenguas Indígenas”, que presentaron las autoridades de la UNESCO y de la Secretaría de Cultura federal el pasado 15 de julio, y que convoca a las naciones a asumir, entre muchos otros, el compromiso de ‘apoyar el desarrollo y reconocimiento de medios de comunicación de los pueblos indígenas’  y ‘mayor presencia de los pueblos indígenas en los medios de comunicación en general’, Sandra Cruz expresa el deseo de Radio Huayacocotla de que “que no se quede solo en la buena voluntad.”

“Yo esperaría que hubiera mayor impulso a las radios indígenas y comunitarias, porque después de 2005 no hemos vuelto saber que den más ni a comunidades ni a organizaciones que trabajan con comunidades”.

“Nos da gusto que haya un importante deseo por preservar los idiomas originarios en este país. Que siempre han sido muy presumidos hacia el exterior por los gobiernos, como folclor, pero concretamente para su preservación y su cuidado muchos de los buenos deseos se han quedado solo en el papel”.

“Entonces no es una cosa menor que haya una declaratoria ahora, sin embrago va a ser importante mirarla con pasos muy concretos y con acciones muy claras, y con un presupuesto asignado para que eso realmente funcione, porque son muchos los idiomas originarios que se hablan en México y muchas sus variantes, y conforme pasa el tiempo son muchos los que se van perdiendo.

“En cada lengua que desaparecen perdemos saberes, cosmovisiones, maneras de entender el mundo, y se mueren porque no ha habido un interés claro por mantenerlas”.

Radiodifusión y educación son clave

En la preservación y fortalecimiento de las lenguas originarias, la radiodifusión y las escuelas públicas juegan un papel fundamental.

En la reunión de presentación de la Declaración de Los Pinos, la actriz Yalitza Aparicio, hablante de mixteco y con una trayectoria como maestra de educación preescolar en su natal Tlaxiaco, Oaxaca, señaló la carencia y necesidad de materiales didácticos en lenguas indígenas en las escuelas públicas y la necesidad de formación de un mayor número de docentes bilingües.

Estaba hablando, de un modo muy comedido, de un problema que se invisibiliza por la burocracia educativa en el país: la discriminación en las escuelas y que la presencia de maestros bilingües en las aulas se ha vuelto un mero requisito normativo, pero ha ocultado su ineficacia, ya que no todos los maestros bilingües hablan la lengua de las comunidades a los que han sido asignados, y como no se entienden profesores y educandos, no queda más remedio que dejar la lengua materna a un lado y forzar a que el proceso de enseñanza-aprendizaje se realice en español.

Sandra Luz Cruz dice que parte de la misión de Radio Huayacocotla es compensar un poco esa carencia. “La función fundamental de Radio Huaya es que sea una radio compañera de las comunidades, desde sus trincheras, con sus luchas y resistencias diarias, y también que el náhuatl, el otomí y el tepehua resuenen en estas cañadas, por estas sierras y por la Huasteca, porque eso  le da una importancia vital a estos idiomas que han sido discriminados, incluso desde las escuelas, donde durante muchos años el llamado ha sido a ya no hablarlo, porque también desde el ámbito educativos los niños y las niñas han sido discriminados por hablar su idioma materno, porque los maestros y maestras bilingües no los hay tantos como tendría que haberlos, o los  mandan a un lugar donde no toca, de manera que puede haber un maestro tepehua en una comunidad náhuatl, o una maestra otomí en un pueblo tepehua”, relata.

“Eso es un obstáculo para el proceso de enseñanza-aprendizaje y para la preservación de un idioma, que de eso se trata. Y hay todo un asunto de discriminación, y más cuando la gente tiene que moverse para continuar estudiando en otro lugar o para a buscar el sustento, y luego sus hijos ya no aprenden el idioma original y las comunidades se van quedando solas y los idiomas se van perdiendo.”

Por eso Radio Huaya transmite a lo largo de 16 horas todos los días alternando con los cuatro idiomas, con radio revistas, noticieros, anuncios comunitarios y bloques musicales, abarcando a públicos de todas las edades.

“Por ejemplo, la pareja que conduce ‘Con olor a café’, el programa matutino, es náhuatl y hablan en su idioma y en español, lo cual permite naturalizar de una manera muy sencilla este brinco entre un idioma y otro”.

francisco.deanda@eleconomista.mx

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