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Arte e Ideas

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“Se puede educar sin libro de texto, pero es intocable”: Mejía Botero, del CEE

El investigador del Centro de Estudios Educativos, Fernando Mejía Botero, asegura que la discusión no debe enfocarse sólo en los libros de texto, sino en emprender un proceso de formación docente para transformar la práctica pedagógica, porque la utilidad del libro de texto dependerá de la práctica docente, y eso, debe ser política pública.

En relación a qué tan importante sigue siendo el libro de texto gratuito para la educación básica como fuente primaria, en medio de la información que sobreabunda en internet y en otras fuentes, el maestro Fernando Mejía Botero, ex director y actualmente investigador titular en el Centro de Estudios Educativos (CEE), refiere, en principio, que los libros de texto “no son sólo fuentes de información sino secuencias didácticas”.

Y explica: “La mayoría de las cosas que están en internet son información, no es conocimiento, y todos estamos permanente expuestos a esa información; desde esa óptica somos infómatas, no más, y el proceso de aprendizaje es cuando nosotros manipulamos esa esa información con una intencionalidad de aprender. Entonces, qué es el libro de texto, son secuencias didácticas, no son solo fuentes de información, es decir no es un libro donde aparecen las definiciones, sino que además plantean problemas y proponen a los alumnos que reflexionen en el modo de resolverlos.  De allí pueden ir a internet o a otras fuentes para corroborar, afianzar, o refutar lo que está en el libro de texto. ¿Qué tanta influencia va a tener el libro de texto?, tanta como el docente lo use como secuencia didáctica”, sostiene.

Dice que en su experiencia como investigador en las aulas ha conocido a maestros que sí usan el libro de texto, y conoce a otros que no, que en cambio planifican una secuencia didáctica sin el libro de texto. “Qué quiero decir con esto, que puede haber alumnos que pasan todo un año sin abrir el libro de texto o usarlo solo como fuente de información, junto con otras más, y habrá otros que sí lo usen y van a configurar una epistemología de acuerdo con la secuencia didáctica que les proponga el libro de texto, dependerá del uso que le otorgue el docente en el aula”.

Por eso es importante que los libros de texto se desarrollen por personas expertas en didáctica, que sepan cómo se aprenden los contenidos, apunta.

“No tenemos que aprender todos lo mismo y del mismo modo”

Sobre el riesgo de inequidad y atomización en la educación que supone esta autonomía docente que plantea el nuevo modelo educativo propuesto por la SEP, el investigador del CEE declara: “La equidad está de antemano, y está correlacionada con las condiciones socioeconómicas de las familias y la comunidad. ¿El nuevo modelo la va a profundizar?, yo creo que no, es más, si emprendemos un proceso de formación docente para transformar la práctica pedagógica, la va a revertir, o la va a aminorar”.

Pero añade: “Un buen docente marca la diferencia, pero un buen docente como política pública y no como hechos aislados, pero para ello el sistema y el gobierno tienen que poner los recursos, para que los buenos maestros dejen de ser una excepción, porque los hay, y en todo el país, lo mismo en las áreas urbanas que en las rurales”.

Afirma que la autonomía docente no debe entenderse como desatención por parte del Estado, y agrega, que “no podemos pensar que los niños y las niñas, al final, aprendan exactamente lo mismo. Un niño maya no tiene por qué aprender lo mismo que un niño de Coyoacán, o un niño wixárika, de lo que se trata es de que adquieran habilidades cognitivas profundas todos; la analogía que a mí me gusta pensar es que la naturaleza es vital porque es diversa y la sociedad debería tener como referente que la vitalidad está en la diversidad, porque además es inherente, usted aprende distinto que yo, yo no tengo por qué obligarlo a aprender como yo aprendí, podemos aprender juntos, combinarnos, pero pensar que al final tú vas a aprender lo mismo que yo, no es necesario, aunque sea la educación básica”, enfatiza.

El libro de texto es intocable

A propósito de la polarización que se aprecia en la discusión sobre los libros de texto gratuitos, el especialista reflexiona: “la polarización es un fenómeno que está presente en todo el mundo y está claramente clasificado en estratos sociales”.

Pero adicionalmente a la polarización, amplía, “En México la gente es muy sensible al tema educativo, tenemos muchas esperanzas fincadas en la educación, reales y ficticias, y si alguien dice ‘alguien se apoderó de la educación y va a hacer una cosa estrafalaria’, aunque no sepas, le otorgas verdad al otro y te sientes amenazado.

Además, dice, “históricamente el libro de texto es de una concreción y de una presencia absoluta, incluso las escuelas privadas pueden no usar el libro de la SEP, pero libro de texto siempre han tenido; entonces es un elemento de la cotidianidad mexicana ligado a la educación, donde tenemos fijadas esas expectativas”.

“Hay familias donde la biblioteca son los libros de texto, no hay ningún otro libro en la casa”.

Los libros de texto son mucho más sensibles y con una significación cultural más profunda que el medicamento contra el cáncer o que el precio de la gasolina, ejemplifica, “porque no todos tenemos cáncer y no todos tenemos carro y aunque algunas personas saben que si sube la gasolina sube el transporte, las tortillas, el limón, no están saliendo cada día llenar el tanque y tienen la percepción de que no les impacta directamente en el bolsillo”.

Pero el libro de texto “es como el himno nacional, a nadie se lo tienes que explicar, todos los hemos tenido en nuestras manos, y lo hemos gozado y padecido, quemado incluso, lo que quieras, pero es una cosa presente en este país desde hace más de 60 años.”

Mejía Botero acota que durante ese lapso ha sido la única política pública transexenal. “Tú puedes hacer un análisis de los programas en este país, y entran y salen, les dejan de dar presupuesto, les quitan las reglas, modifican la ley, y mueren los programas, y nacen nuevos, y el libro de texto no, ahí sigue, y nadie que lo llegue a tocar”.

Concluye: “Es más, nadie se atreve a decirlo, pero se puede educar sin libro de texto, cualquier eminencia en pedagogía te lo diría, pero nadie es capaz de decir ´voy a quitar el libro de texto´, en México es intocable”.

Editor de Arte, Ideas y Gente en El Economista. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Filosofía Social, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Especialista en temas de arqueología, antropología, patrimonio cultural, religiones y responsabilidad social. Colaboró anteriormente en Público-Milenio, Radio Universidad de Guadalajara y Radio Metrópoli, en Guadalajara.

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