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Sindicatos de Cultura proponen reajustes al presupuesto del sector

Luego de analizar el PPEF 2024 para el Ramo 48, demandan que se redistribuyan los recursos para cubrir rezagos en los capítulos de personal, bienes y servicios, indispensables para las tareas sustantivas del INAH e INBAL.

Durante el 2° Foro de Análisis del Presupuesto para Cultura 2024, celebrado este martes en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, los sindicatos de trabajadores e investigadores del sector cultural analizaron a detalle la asignación presupuestal al Ramo 48 prevista en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2024 (PPEF), y propusieron modificaciones que no afectarían ningún programa social ni demanda de recursos adicionales u otros que pudieran convertirse en deuda, pero por el contrario –sostuvieron–, darían desahogo a problemas que se arrastran desde hace cinco años en el sector.

En el proyecto de presupuesto se han identificado partidas que suman 4,893 millones de pesos y que pueden ser parcialmente reordenados para "cubrir los grandes rezagos en los capítulos de personal, bienes y servicios, indispensables para cumplir con las obligaciones institucionales", expresaron.

Aseguran que los recortes presupuestales a lo largo de este sexenio tienen como consecuencia un grave rezago en cuanto al personal, los bienes materiales y los servicios que son necesarios para atender las funciones sustantivas de instituciones como el INAH o el INBAL. “Esta circunstancia no es nueva, ha sido denunciada a las autoridades correspondientes y a los legisladores federales, sin que haya sido posible lograr modificaciones. Este año surge una alternativa para paliar el daño, ya que en el presupuesto se han identificado algunas partidas que permitirían una redistribución”.

Estas propuestas se han hecho llegar a través de la diputada Gabriela Sodi Miranda, presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables, pero fueron desechadas, aun así, se tienen expectativas de lograr todavía incidir en la mejora presupuestal que la Secretaría de Cultura requiere y las diversas subsecretarías y órganos desconcentrados para defender su materia de trabajo y los diversos patrimonios que tiene a cargo el Estado mexicano a través de diversas instituciones.

Un nuevo enfoque para el presupuesto cultural

Durante el encuentro, la ponencia magistral estuvo a cargo de Graciela Mota Botello, especialista en cultura de la participación negociada, educación ciudadana y desarrollo regional. Ella puso sobre la mesa la reflexión sobre qué es la materia de patrimonio cultural, qué significa cultura en un país como el nuestro y por qué se debería pensar su inversión de distinta manera.

Compartió que no hay nadie a nivel mundial que no esté hablando de sostenibilidad cultural, “los ODS, aunque han fracasado, nos han enseñado que tenemos que ser mucho más radicales en torno a los objetivos. Cuando se habla de sostenibilidad parece que estamos hablando de medio ambiente o de economía, pero no parece que habláramos de sostenibilidad social, cultural y patrimonio. Esto, quienes legislan y crean la política pública en nuestro país no lo tienen claro, no saben que el patrimonio cultural no es una concesión, sino una obligación, no solo por los tratados culturales, sino porque es justo la raíz de una transformación sociocultural de un país profundamente amenazado”.

Mota Botello fue enfática en señalar que la cultura no es una “concesión graciosa” que nos hacen a los mexicanos, tampoco se trata de una dádiva, sino una obligación, “pero esa misma obligación la tenemos que tener clara todos, porque para que haya derechos se requieren obligaciones”. En este sentido dijo que detrás de una política cultural, hay que solventar una política económica.

“No es posible que el gobierno quiera otorgar al potencial de innovación, de transformación sociocultural del país el 1.5% del presupuesto federal (PPEF 2024 total: 9.06 billones de pesos. Ramo 48: 16,754’896,906 pesos) “esa es una majadería”. “Aunque también hay pequeños rubros que van asignando un poco más de recursos a través de distintas partidas, sin embargo, no tenemos idea de hacia dónde se están desplazando, no tenemos evaluación ni resultados de impacto en estas asignaciones”.

El asunto, dijo, “es que hay un mal de fondo y de forma”. Primero, porque no se comprende el papel de la cultura y de la relación intersectorial, porque no hay un carácter vinculante tampoco. “El problema no es de poder, sino de construcción social en una situación de enorme crisis, carencia y deterioro social.

Por ejemplo, ¿que no se puede vincular a la cultura con grupos vulnerables? Si nunca hemos dejado de trabajar con ellos. Otros son programas de desarrollo de las juventudes, o el programa de la reconstrucción, con el desarrollo de cohesión social, manejo no violento del conflicto, educación para la paz, para meter en valor las cuestiones patrimoniales, todo esto no está aislado de las personas. Esto `es tejer en fino´”.

Por esta razón, la especialista asegura que tenemos que hacer muchos ejercicios y apelar a diferentes sectores. “Este es el momento correcto de interpelación y demanda para reasignar recursos a las partidas 1000, 2000 y 3000”. Desde su punto de vista, si al INAH, por ejemplo, le reasignan un poco más, se puede dar certeza laboral para los trabajadores. “Hay que priorizar el clima laboral de las instituciones de cultura en México, a partir de ahí podemos crecer. Es tan fuerte la crisis presupuestal que está teniendo cultura, que las propias instituciones son las primeras damnificadas”.

“Es momento de hacer pactos en donde tenemos que entrarle todos, no se trata de solo esperar la comparecencia de la secretaria de cultura, eso es un acto protocolario, burocrático, pero ahí no se deciden las cosas, la cultura la tenemos que rehacer, reubicar para que sea considerada presupuestalmente”.

Desde su punto de vista, lo primero es entenderla, lo segundo es exigir a los organismos con patrimonio mundial, planes de manejo, pero que operen; luego una gestión de riesgo de desastres para mitigar los impactos; educación, con información y comunicación, no solo a través de la divulgación, sino desarrollando nuevos elementos que permitan incluir modelos de identidad que hermanen diferentes composiciones y sectores, “que se vea que el patrimonio vivo es de todos y toca a todos”; por otro lado, turismo sostenible, porque el turismo por sí mismo no trae riqueza, lo que trae riqueza es el trabajo de los seres humanos, tenemos que reforzar modelos de economía cultural que mejore las condiciones de vida de los trabajadores, la población local y sus capacidades.

nelly.toche@eleconomista.mx

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