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Arte e Ideas

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“Spider-Man”, al fin en Broadway

Después de un gasto de 70 millones de dólares y muchas angustias y tormentos, "Spider-Man: Turn Off the Dark" se estrenó ayer.

Nueva York.- Después de un gasto de 70 millones de dólares y muchas angustias y tormentos, "Spider-Man: Turn Off the Dark" se salvó un poco gracias a un efecto especial que costó apenas unos dólares.

En el gran final de la nueva versión de la comedia musical, que se estrenó el martes por la noche, los nueve dobles de Spider-Man escalaron por todo el Teatro Foxwood y detonaron pequeñas bombas de papel que dispararon serpentinas sobre la audiencia.

Desde luego que otros espectáculos hacen variaciones del mismo truco, tirando purpurina o confeti. Pero a esta épica y trágica obra, le agregó un toque de ligereza y encanto al envolver a artistas y público en una telaraña de papel blanco.

No es casual que este truquito de baja tecnología se añadió después de la salida de Julie Taymor, una directora visionaria cuya visión al parecer se nubló. ¿Le hubiera gustado este truco de fiesta o lo hubiera considerado de mal gusto?

Es un toque de reconocimiento propio, algo que le faltaba a las versiones desanimadas y serias de Taymor. Esta presentación es más ligera y clara, aunque un poco menos compleja temáticamente. Quizás no es lo mejor del teatro, pero dista de ser la peor obra de la historia de Broadway.

Es un monstruo, y lo reconoce. En su papel de Green Goblin, el maravilloso y perfectamente histriónico Patrick Page canta una canción recién agregada al inicio del segundo acto: "Si buscas divertirte esta noche, me encontraste/(Un monstruo como yo necesita compañía/Soy una tragedia de circo de 65 millones de dólares". (Ese chiste se quedo corto en por lo menos 5 millones de dólares).

"Spider-Man" es una mezcla extraña de alta y baja tecnología: las proyecciones digitales de villanos de cómics en el segundo acto son deslumbrantes y el trabajo aéreo es vertiginoso, y hay una escena en la que un tren de juguete rueda lentamente en el horizonte. La misma obra que tiene una pelea complicada entre Goblin y Spider-Man sobre la audiencia a 65 kilómetros por hora (40 mph) también incluye enormes figuras de cartón que se deslizan sobre el escenario como en una obra escolar.

Philip William McKinley, quien reemplazó a Taymor como director, y el guionista Roberto Aguirre-Sacasa, junto con el escritor original Glenn Berger, han hecho un esfuerzo admirable con poco tiempo para pulir este monstruo, pero aún hay defectos.

El resultado es lo que Taymor parecía estar decidida evitar: una historia simplista de un joven torpe que se enamora de una chica bonita, se convierte en Spider-Man después que lo pica una araña y tiene que decidir entre cortejar a la mujer y salvar el mundo.

También hay una historia paralela del científico Norman Osborne concentrado en crear a la Humanidad 2.0 a traves de la manipulación genética. ("Mutar y vivir", dice el científico loco, un consigna que pudiera describir el esfuerzo de la obra para crear a Spider-Man 2.0.)

Presionado por el ejército para usar sus talentos para fines militares, se convertirá pronto en el Goblin y él y Spider-Man están predestinados a pelear.

El guión retoma la línea "Con gran poder viene gran responsabilidad" que se había eliminado, y lo aplica tanto al héroe como a su enemigo, ambos motivados por la perdida de un ser querido. ¿Si quieren motivaciones mas profundas, porque vinieron a ver este musical?

Los protagonistas Reeve Carney como Peter Parker/Spider-Man, Jennifer Damiano como Mary Jane Watson, T.V. Carpio como Arachne, y Page merecen respeto, y quizás medallas. Han persistido por meses en medio de cambios difíciles y trabajo duro.

Carney no tiene una presencia machista sino adorablemente humilde. Carpio, cuyo personaje ha sido tan reducido que puede parecer un poco inútil, aún canta con belleza y ternura, aunque sus pies nunca pisan tierra. Damiano transmite la vulnerabilidad tierna de Mary-Jane y comparte un dúo bonito con Reeve sentados en una escalera de incendios bajo un cielo estrellado.

Pero Page es la verdadera estrella. Es un actor shakespeariano que sabe como lograr el equilibrio entre el histrionismo y la sinceridad. Tiene una voz malvada y una excelente intuición para la comedia. Le presta a la obra una picardía que necesita con desesperación.

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