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FIL Guadalajara: llaman a resolver diferencias entre España y México

“Que los mexicanos dejen de creer que los españoles del siglo XXI son los representantes de Hernán Cortés y que los españoles aprendan de una vez por todas que México se escribe con equis, no con jota”, declaró el escritor mexicano de ascendencia catalana Jordi Soler en una mesa sobre el exilio español en México.

Participantes de la mesa “El exilio español en México”.Cortesía Embajada de España

México y España son tan parecidos que tenemos la impresión de que ya está todo hecho, pero no es así. De otra forma no tendríamos ese cíclico malentendido cuya manifestación última ha sido la carta del expresidente López Obrador al Rey de España. Hace falta conversación, un diálogo como el que ya sostienen los artistas y los empresarios de ambos países, una multitud de conversaciones como las que vamos a tener en la FIL los escritores de ambos países. Eso es lo que hace falta, un intercambio sistemático y continuado que lleva varios siglos en el mundo de la cultura a todos los niveles de las sociedades de ambos países, para que los mexicanos dejen de creer que los españoles del siglo XXI son los representantes de Hernán Cortés y para que los españoles aprendan de una vez por todas que México se escribe con equis, no con jota, y que somos un país norteamericano, no sudamericano, como insisten los medios de comunicación españoles”.

Fueron palabras del novelista y poeta mexicano Jordi Soler, nacido en La Portuguesa, Veracruz, comunidad de exiliados republicanos catalanes, durante una de las primeras actividades del llamativo Pabellón de España, país Invitado de Honor de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara que inició actividades este sábado en la Expo de la capital jalisciense.

La mesa llevó por nombre “El exilio español en México” y fue el punto de partida de un vasto y matizado programa de mesas, conversatorios, presentaciones editoriales y demás actividades en torno al exilio español en n México y las relaciones entre ambas naciones.

De esta mesa tomaron parte personas vinculadas con este gran periplo ibérico causado por la dictadura franquista. Se reunieron Angelina Muñiz-Huberman, María Teresa Álvarez Aub, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Marisol Schulz Manaut, moderados por el librero y editor Juan Luis Bonilla, además del mencionado Soler, quien fue el más tajante de las y los participantes:

Es grupo variopinto en el que había maestros, médicos, políticos, oficiales y soldados emigrando; empresarios arruinados, escritores, dio a México una riqueza que se conserva hasta nuestros días (…) este episodio de armonía y sincronía entre los dos países es la zona feliz de esa historia común, plagada de momentos oscuros y ríspidos”.

Quien no conoce México, no conoce bien España y viceversa. Con esta frase de Alfonso Reyes, Soler consideró que el escritor regiomontano, quien vivió en el país ibérico entre 1919 y 1924, “se refería a la forma en que España, durante 500 años ha ido diseminándose y creciendo de este lado del mar, sin dejar de ser ella misma, pero que simultáneamente se convertía en muchos países distintos”.

Las afinidades entre ambas naciones son muy evidentes, dijo, “pero hay todavía mucho por hacer para terminar con esa serie de prejuicios o de estereotipos que hay en México de los españoles y en España de los mexicanos y que yo, pero ser hijo de española y mexicano, he experimentado a lo largo de los años de una forma, digamos, espesa”.

Soler matizó que “el exilio es, por donde quiera que se le mire, una desgracia. Significa perderlo todo para tratar de recuperar algo en otro país, es una tarea titánica y emocionalmente devastadora porque todos aquellos exiliados que luego tuvieron cierto éxito en México no querían en realidad dejar su país, hubieran preferido quedarse como cualquier persona normal en su casa, sus muebles sus libros, sus amigos y su perro”.

Recuperó un extracto del libro de ensayos de Octavio Paz “Las peras del olmo” (1951), y leyó: “’nosotros somos los que tenemos que decir las palabras finales del diálogo mortal que iniciaron Cuauhtémoc y Hernán Cortés’”. Y a título personal, complementó: “para decir estas palabras finales, hace falta, primero que nada, querer hacerlo, darse cuenta de que hay conversaciones entre México y España que nunca han tenido lugar y que en la relación entre estos dos países hay cosas que necesitan una explicación y un montón de fantasmas que deberíamos erradicar”.

Y para cerrar, expuso: “si con el tiempo me hice escritor, seguramente con el objetivo secreto de que en caso de desastre pueda yo exiliarme en la primera clase, en el barco de los artistas que se han quedado sin país”.

“La palabra exilio fue parte de mi ADN”

Recuperando el resto de voces participantes, la ensayista, narradora y poeta Angelina Muñiz-Huberman, nacida en Francia en 1936 pero naturalizada mexicana desde 1954, ganadora del Premio Xavier Xillaurrutia 1985 leyó uno de sus textos sobre el exilio:

Dice uno de mis escritos: ‘cuando comprendí que el exilio era mi casa, abrí la puerta y me instalé. Me instalé cómodamente, con todo tipo de subterfugios, alternancias, pretextos, soledades, fidelidades anarquías, mis libros favoritos, mi peculiar manera de escribir, mi gata religiosa, muchas hojas de papel, plantas en el balcón, un comedero para los colibríes y otro para los petirrojos”.

Por su parte, Marisol Schulz, directora de la FIL, como hija de una exiliada valenciano, expresó:

“En mi familia y en todos nosotros, las palabras pesan, las palabras nos marcan un destino y nosotros, mi familia, sabíamos que éramos familia de exiliados, de refugiados. La palabra refugio, la palabra exilio fueron parte de nuestro ADN y ahí estaba presente entre la familia de lo que se hablaba de aquella tierra mítica a la que ya no se podía regresar. No es lo mismo salir, inmigrar, porque quieres y puedes entrar a tu patria, que saber que no puedes regresar por una situación de vida o muerte, y más bien de muerte”.

Por su parte, el político en retiro y uno de los emblemas de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, como hijo del expresidente Lázaro Cárdenas, quien abrió las puertas del país para los exiliados ibéricos, expresó:

Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano participó en la mesa “El exilio español en México”.Eva Becerra

"A México llegó un exilio muy rico para México que se enriqueció con México también, un exilio que, como hemos escuchado, pensaba que estaría por unos cuantos meses. En otros casos, poco pocos años, pero que se prolongó por muchos años y en buena parte terminó siendo un exilio pero por otro lado se fundió con México. Se fundieron familiar. Fue mucho más de lo que podríamos llamar una simple integración (…) ojalá no volvamos a vivir ningún exilio forzado como fue este exilio republicano español. Ojalá no volvamos a tener en ninguna parte del mundo ni violencias ni guerras, ni exilios”.

Teresa Álvarez Aub, nieta del escritor español Max Aub de origen francés y alemán, sumó a esta conversación, expuso: “mi madre decía, sonriendo, sin dramatismos, que dos mudanzas equivalen a un naufragio”.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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