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Desearía que los gobiernos no olviden el aporte de las telecomunicaciones durante la pandemia: Maryleana Méndez

Las redes de comunicación, a la fecha, no han registrado un solo fallo por los picos alcanzados durante la pandemia, esto como resultado de inversiones a la construcción de redes e infraestructuras redundantes y demostración de que los industriales de telecomunicaciones tienen el compromiso de invertir en los mercados latinoamericanos, expone Maryleana Méndez, secretaría general de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones.

Maryleana Méndez es secretaría general de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones y una década atrás fue comisionada en la Superintendencia de Telecomunicaciones de Costa Rica.

Maryleana Méndez, secretaría general de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet) y una década atrás fue comisionada en la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel) de Costa Rica, vive estos días entre reuniones virtuales de trabajo y de relacionamiento con su familia, que también está a la distancia de ella.

En dos meses ha experimentado al máximo aquello que en innumerables foros ha platicado respecto a los beneficios que ofrecen las telecomunicaciones sobre el trabajo, la educación y otros sociales. Todavía el jueves anterior participó toda la jornada en un foro con otros reconocidos actores en materia de telecomunicaciones, política pública y economía digital.

Conocedora del valor de las redes de comunicación y de lo costoso que es desarrollar infraestructuras, Maryleana Méndez se manifiesta aquí porque los gobiernos hagan un ejercicio de reflexión sobre el papel de la industria de telecomunicaciones durante la pandemia de Covid-19; que se sensibilicen sobre el aporte del sector y no olviden que los operadores de telecomunicaciones mantienen peticiones desde hace varios años porque se actualicen regulaciones en beneficio de todos; del consumidor final, dice.

—Cómo es la vida de una líder de cámara empresarial en una época de pandemia, ¿extraña el contacto personal?

—Desde que ingresé a la Asiet he trabajado totalmente de manera virtual; estamos distribuidos por toda América Latina y cada quien trabaja desde su oficina, que puede ser su casa o un café. Al estar en telecomunicaciones, esa flexibilidad siempre se nos ha dado y ha sido como una demostración de que aplicamos lo que decimos. La gran diferencia ahora con respecto a hace sólo unas semanas o meses, está en que antes viajábamos mucho y nos trasladábamos por varios países para participar en foros o para platicar con gobiernos; con expertos y los académicos, porque siempre hemos perseguido un diálogo así.

Todo eso se virtualizó y aprendimos de las alternativas que son las videollamadas con la familia o el trabajo en foros virtuales. Esperamos pronto volver a tener ese contacto cara a cara, porque nada lo sustituye, pero estamos muy ciertos de que aprendimos mucho y quizá muy presionados atrás por esta pandemia, que es lo que debemos reflexionar para aprovechar esa experiencia y lo que pueden facilitar las telecomunicaciones en eso que ahora llaman que será la nueva normalidad.

—Esto de nueva normalidad provoca sobresaltos en algunas personas, porque pensar en que mañana no será igual nada causa cierto pánico; al menos una preocupación…

—La preocupación es que no aprendamos nada de estos días que estamos viviendo ahora. En la vida cada hecho deja una lección. Esta pandemia también. La nueva normalidad será una nueva forma de hacer las cosas; de hacer debidamente mejor las mismas cosas y de hacer cosas nuevas.

La pandemia estará mucho tiempo entre nosotros y en tanto no se desarrolle una vacuna o algún otro medicamento para proteger la salud, entonces las cosas tendrán que ser diferentes y tendrán que haber cambios para que las cosas funcionen todavía mejor. Esta realidad con esta pandemia nos está empujando a esa nueva normalidad y es lo que debemos comprender para dejar atrás definitivamente este momento.

—Utilizando esa expresión de que las cosas funcionen, usted más que muchos defendería que las redes de telecomunicaciones funcionaron mejor de lo que se esperaba…

—La resiliencia o capacidad de las redes para soportar situaciones de estrés es una característica que se vino fortaleciendo a lo largo de los años; incluso se sabe que en ubicaciones donde las operaciones criticas dependen de comunicación con terceros sitios, se ha procurado tener dos enlaces redundantes y activos los dos, para que si hay una caída, se retomen las funciones y es claro que las redes estuvieron preparadas para esto.

Si nos movemos mucho más al campo de la pandemia, definitivamente por esa resiliencia hoy están en funcionamiento los servicios. Está habiendo un importante aumento de tráfico y se pensaba que las redes podrían colapsar, pero nada de eso en las redes ha pasado.

En las redes de América Latina no ha pasado ningún problema de esa naturaleza y los cuellos de botella no han estado en las redes fijas o móviles, sino en las casas con los sistemas de Wi-Fi, porque las casas no estaban bien preparadas para soportar ahora a dos o más personas adultas y con los niños y sus actividades de trabajo y educativas; fuera de la casa, las redes funcionaron correctamente. Es verificable que las redes entregaron un servicio confiable y continuo para empresas, gobierno e individuos en un momento crítico como la pandemia; y en el futuro, cuando venga el debate sobre este momento, es lo que se debe recordar.

—Imaginemos que ese día del debate ha llegado y entonces, ¿cómo una funcionaria de una cámara como es Asiet puede iniciar o mediar un diálogo entre la industria y los gobiernos?

—Soy una firme creyente en que el diálogo público-privado es indispensable en cualquier situación y situaciones como ésta nos afectan definitivamente. La clave es realmente cómo a través de ese diálogo se emitan decisiones o políticas públicas que en última instancia terminen por beneficiar directamente al usuario, para que deje más rápido, con el apoyo de las telecomunicaciones, los efectos de esta situación.

—Usted lleva muchos años en esta industria y sabe que los diálogos son complicados de lograrse en buenos términos para todos; inclusive, no es fácil entablar uno, aun así, ¿confiaría en que tras la pandemia habría un diálogo más sencillo de alcanzar que antaño?

—Pensaría en que debe generarse un ambiente de confianza y de pensar en que tenemos más objetivos comunes que opuestos. Todas las partes tenemos el objetivo común de mejorar la cobertura, aumentar la conectividad, dar mejores servicios y empezar a ofrecer otros nuevos.

Existen diferentes perspectivas, por supuesto, porque para una empresa que vende servicios su objetivo es aumentar participación de mercado; para un gobierno es importante alinear plazos de política pública por un tema de rédito político y para un regulador, conseguir que se cumpla un marco normativo y promover inversiones, como sabemos, en el caso de México, se ha dedicado a hacer el IFT.

Si ponemos atención, estamos ante un conjunto de actores con objetivos muy similares que están persiguiendo su propio accionar. Entonces, si nos sentamos con una sensibilidad de escuchar y con la finalidad de aportar para mejorar y favorecer la inversión para dar más y mejor al usuario, habremos encontrado un lenguaje común para mejorar todo.

—Para sensibilizar y dialogar haría falta invitar a otros actores también y evangelizarlos. En México el actor insensible es el Congreso con la negativa de quitar el impuesto a telecomunicaciones y la secretaría de Hacienda, reacia a tocar el tema del espectro caro…

—Ese es el trabajo que la industria debe hacer; nuestro trabajo también. En América Latina nos hemos sentado y realizado conversatorios con diferentes actores. Y a los actores extra-sectoriales, como los diputados, hacerles ver que se puede potenciar la enseñanza que nos ha dejado la pandemia para mejorar todo el mercado, todo el ecosistema, y que ellos pueden ser un actor facilitador.

Esto, porque durante la pandemia ha sido posible flexibilizar las reglas, suspender normas regulatorias y disminuir la enorme cantidad de informes que se debe entregar al regulador. Ha sido posible que en ciertos países se haya flexibilizado la instalación de infraestructura en municipios; que se haya facilitado el acceso temporal a espectro... Con la pandemia se ha buscado la manera de una colaboración más cercana con el objeto de que las personas se mantengan conectadas y si eso ha sido posible, por qué no aquilatar esa experiencia y mejorar lo que deba mejorarse una vez que salgamos de la pandemia.

—¿Entonces usted ve posible y ve una sensibilidad para un diálogo verdaderamente franco cuando la pandemia se marche?

—Es viable, sí; es viable sentarse a conversar y empezar a generar diálogos de confianza. Sabemos que hay elementos normativos que se deben cumplir, pero también que, por esta situación, que pueden ser revisados y repensados; pueden ser las políticas públicas en función de la casuística que existe en el mercado, lo veo perfectamente viable, porque lo que decían que no se podía, ha sido posible en apenas unos pocos meses. Que no se podía entregar espectro pronto, lo hicieron en unos días; que no se podían facilitar trámites y lo hicieron; y que no se podían formar acuerdos entre gobiernos y con la industria, pues lo hicieron. En México así ha sido.

—Si la industria solicita un diálogo cercano para cuando finalice la pandemia, ¿qué podría comprometerse la industria a dar?

—La industria ya demostró que ha estado siempre comprometida. La industria ya invirtió. Es una industria que quiere que haya certidumbre a su inversión. La industria está muy estresada con la inversión; es una industria que debe invertir mucho dinero para extender el servicio. Es una industria que está muy comprometida y sólo necesita un espacio para hablar; quiere que se sensibilicen con ella y no la olviden para cuando acabe la pandemia. Su valor y toda su importancia la está demostrando ahora.

Estamos hablando de que se le escuche en su petición de eliminar regulación obsoleta; hay regulaciones que no tienen sentido, no lo tenían antes de la pandemia y con la pandemia quedó demostrado que menos tiene sentido. También que se quite esa sobrecarga a los concesionarios con las grandes cantidades de informes, pero que sí estamos dispuestos a presentar un conjunto con indicadores clave que para los reguladores puede funcionar.

Luego están las cargas altísimas de espectro. Cómo es posible que en dos meses hayan podido entregar espectro sin cobrar cargas por la asignación temporal y allanando trámites, es algo que debe reflexionarse, repensarse para promover en adelante la inversión para que la industria pueda cumplir con el enorme reto de desarrollar infraestructura, porque es ella quien lo hace. Además, en México, está el IEPS, ¿cómo se espera que se crezca la conectividad, si se cobra ese tipo de impuesto?

Esas cargas fiscales no tienen razón de ser; quizá hace veinte años, cuando se pensaba que esto era un servicio de lujo, pero que ahora sabemos que no es un servicio exclusivo, porque la pandemia también demostró que los servicios apoyaron a los más necesitados.

—¿Coincidiría entonces que este año, con todas esas cargas, al menos aquí en México, los concursos de espectro no tendrían mucho atractivo?

—Todas las industrias, independientemente de su ámbito, están sufriendo una estrechez financiera. La demanda está disminuyendo y esa disminución es causada por el desempleo que ha generado la pandemia, por los menores ingresos. Aparte, en una situación donde hay picos de demanda de tráfico y donde se tiene que garantizar la sostenibilidad del servicio, se le genera estrechez al operador de telecomunicaciones.

Es posible que con la pandemia se perderían hasta 17 millones de empleos formales y el nivel de informalidad llegaría al 62%, con lo que se perderían los avances logrados entre 2001 y 2013 y un informe de Analysys Mason indica que se proyectan caídas de 3 a 4% en el sector como consecuencia de la actividad por el cierre de empresas, pretender entonces que se paguen grandes cantidades de dinero por espectro, es complejo. Por eso es conveniente que las autoridades revisen sus condiciones actuales y si es o no factible sacar concursos, porque podrían ser muy diversos los resultados, no tan efectivos. Que repiensen que el espectro más caro es el que no se está usando.

Las telecomunicaciones han sostenido la actividad económica en buena parte de los países; la actividad educativa también y el contacto social en esta época de distanciamientos es posible por las telecomunicaciones. Todo eso está sucediendo, porque la industria está aportando tantísimo y está haciendo el esfuerzo porque todo salga mejor para la mayor cantidad de gente posible.

Periodista de negocios para El Economista, con especialidad en telecomunicaciones e infraestructura. Es licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM, con estudios posteriores en el ITESM Campus Ciudad de México, el ITAM y la Universidad Panamericana. Fue colaborador en Grupo Radio Centro, Televisa, El Financiero y Alto Nivel, entre otros. Ha sido moderador en los congresos internacionales de Futurecom y NexTV Latam; y también citado en el “Estudio sobre telecomunicaciones y radiodifusión en México, 2017” de la OCDE, y en distintos informes sobre espectro radioeléctrico de la GSMA y de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet).

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