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Más proteína de origen animal con menor impacto al medio ambiente: CONAFAB

La producción y consumo sostenible de los alimentos, así como el combate del hambre, son retos relevantes para la humanidad, por lo cual forman parte de los Objetivos de Desarrollo sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En ellos, la prioridad es hacer más con menos, hacer un uso eficiente de los recursos naturales, evitar la degradación ambiental y promover estilos de vida saludables.

Esta premisa requiere el compromiso y responsabilidad de los diferentes actores que participan en la cadena de producción-comercialización-consumo de alimentos, incluidos los balanceados alimentos para animales.

Un mecanismo del que ha echado mano la industria de alimentos balanceados es la implementación de la economía circular en los procesos productivos, lo que ha permitido un mayor aprovechamiento de los recursos y disminución de la huella ecológica. Los beneficios de esta estrategia pueden verse en el sector pecuario, en el cual anualmente reciclan 28 millones de toneladas de alimentos en el mundo. Esta medida permite evitar el desperdicio de 726 mil toneladas que se utilizan en subproductos que funcionan para la generación de biodiesel, diésel renovable y otros ingredientes inocuos.

Cabe señalar que un subproducto muy valorado es el biodiesel que se obtiene a partir de las grasas recicladas de origen animal, el cual genera una menor cantidad de bióxido de carbono (CO2), y emisiones de efecto invernadero en comparación con otro tipo de combustibles utilizados en plantas tradicionales. Algunos otros elementos que pudieran ser tratados como “desperdicios” también han encontrado usos prácticos en ingredientes de alimentos para animales, mascotas, productos de belleza, para el hogar, entre otros.

Por su parte, la innovación en la industria avícola durante las últimas décadas ha permitido desarrollar productos que mejoran los rendimientos del sector, sin descuidar la calidad e inocuidad de la proteína de origen animal que llega a la mesa de la población. Como referencia en 1950, se necesitaban 4 kilos de alimento balanceado para producir un kilo de pollo; hoy gracias a la investigación sólo se requieren 1.8 kilos, con lo cual se impacta de manera considerable en costos y en reducción de procesos que dejan huella ecológica.

Sin duda, hay avances significativos en la industria para mitigar el impacto ambiental y cumplir con los ODS, sin embargo, aún hay grandes retos y áreas en las cuales se debe dar visibilidad para amplificar los resultados y cumplir las metas propuestas para mitigar el impacto ambiental, muchas ellas van desde la selección y obtención de materias primas, hasta pasar por la cadena de suministro para llegar al consumidor final.

Desde acciones simples como la compra de insumos a productores locales ayudaría a reducir las emisiones de CO2 que puede producir el transporte para hacerlas llegar a las fábricas de procesamiento. Y para la distribución contar con inteligencia en la logística que permita simplificar traslados de mercancías y productos.

Por otra parte, implementar energías alternativas, que tengan una implementación eficiente y controlada en cada uno de los procesos de producción. Hoy en día también hay sistemas conectados al IOT que permiten de manera sistemática inspeccionar los sistemas de energía y arrojar datos que al ser analizados permiten contar con un mayor control energético.

Los esfuerzos realizados por la industria también deben tener un impacto entre los consumidores, según estimaciones de la OMS, cada año se desperdicia un tercio de toda la comida producida, el equivalente a 1,300 millones de toneladas con un valor cercano al billón de dólares, principalmente por estropearse durante el traslado, así como por prácticas deficientes en la distribución a consumidores.

En resumen, las acciones que realicen los productores y todos aquellos actores involucrados en la cadena productiva, a la par de la adecuada distribución en la cadena mayorista y minorista de productos consumibles; así como el consumo y aprovechamiento de estos por parte de los consumidores, serán de mucho valor para cumplir con los objetivos planteados, y sobre todo garantizar la seguridad alimenticia a futuro.

*El autor es presidente de CONAFAB.

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