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Que se destrabe Santa Lucía, esperanza para constructores

El eventual inicio de construcción del AISL, una vez que se libren los obstáculos legales restantes, genera una nueva esperanza de participación para el sector privado que está listo para aportar su experiencia, mano de obra de calidad y maquinaria suficiente para contribuir al objetivo de terminarlo en el 2021.

El eventual inicio de construcción del Aeropuerto Internacional de Santa Lucía (AISL), una vez que se libren los obstáculos legales restantes, genera una nueva esperanza de participación para el sector privado que está listo para aportar su experiencia, mano de obra de calidad y maquinaria suficiente para contribuir al objetivo de terminarlo en el 2021, aun con los meses de retraso que ya hay, afirmó Eduardo Ramírez.

En entrevista, el presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) consideró que también se le presenta al gobierno federal “una gran oportunidad” para generar empleo y reactivar un sector que hasta julio pasado había sumado seis meses de caída consecutivas.

El monto total del proyecto, que será financiado con recursos públicos, ya ronda los 95,300 millones de pesos y su impacto en la cadena productiva relacionada con la construcción sería favorable ante las circunstancias actuales.

“Sabemos que es una obra que se ha encargado a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), pero desde el primer día que supimos de ello solicitamos, de manera respetuosa al presidente de la República, que también puedan participar las empresas formales que forman parte de nuestra cámara. En el contexto actual, volvemos a decir que podemos ser muy buenos aliados”, refirió.

Luego de que este lunes se informó que un juez había revocado una suspensión definitiva (de siete) para iniciar los trabajos en la zona militar de Santa Lucía, Estado de México, una de constructoras mexicanas con mayor experiencia, ICA, levantó la mano para participar en el desarrollo de su infraestructura.

Al concluir su participación en un foro de negocios, su directora, Guadalupe Phillips, dijo que las terminales aeroportuarias son muy complejas de construir y que como subcontratistas “hay muchas cosas qué hacer” ayudando a la Sedena.

Para el presidente de CMIC, esas palabras fueron un buen mensaje que está en línea con la posición del gremio y que a la iniciativa se deben sumar constructoras de diversos tamaños, cumpliendo siempre con procesos de licitación públicos y transparentes que permitan mostrar la experiencia que han acumulado.

En el 2021 debe estar el aeropuerto

A pesar de que el calendario establecido por los ingenieros militares que están a cargo del proyecto estima un periodo constructivo de 30 meses, que inicialmente comenzarían a correr en abril pasado, todavía no pueden iniciar.

Sin embargo, el martes, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que en la Sedena están preparados para iniciar a construir en cuanto tengan luz verde, incluso, de ser necesario podrían trabajar de día y noche y cumplir con los tiempos planteados desde el inicio de su administración.

“Estoy seguro de que una vez que se resuelva lo de los amparos van a iniciar los trabajos. Ya están todos los proyectos y vamos avanzar mucho y vamos a cumplir con el compromiso de que en el 2021 esté construido el nuevo aeropuerto”, reiteró.

Al respecto, el representante de los constructores manifestó que, si bien están en condiciones de trabajar inmediatamente en coordinación con la dependencia que lidera el desarrollo de la infraestructura, siempre tendrá que prevalecer la calidad y seguridad de los trabajos, atendiendo a temas técnicos.

“Nuestros amigos del gobierno deben entender que el mejor activo en este momento son los constructores mexicanos, de todos los tamaños. Imaginemos cuántas empresas de entidades aledañas se pueden contratar para hacer esa obra, trabajar coordinadamente y con eso generar desarrollo económico regional”, mencionó.

Desde su perspectiva, en el momento en que se les solicite participar lo pueden hacer con todos sus recursos, como lo es la maquinaria que está, en un volumen por demás relevante, en poder del sector privado y cuando ha habido oportunidad de apoyar casos de emergencia al gobierno, los constructores han mostrado el músculo que tienen, lo cual es miró destacadamente tras el sismo de septiembre del 2017, cuando aportaron retroexcavadoras, grúas, pavimentadoras y transporte de diversos niveles.

alejandro.delarosa@eleconomista.mx

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