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“TLCAN traerá más oportunidades que riesgos laborales para México”

Los cambios derivados de la reforma laboral han fortalecido el mercado y lo han hecho más competitivo para el mercado local y los socios, asegura el titular de la Secretaría del Trabajo.

Con la certeza de que el trabajo de cuatro años ha dado un giro al mercado laboral, con acuerdos entre empresarios y trabajadores bajo un marco jurídico que favorece la competitividad, la formalidad, el salario justo y la defensa de los grupos vulnerables, el secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, hace un balance de cuatro años y medio de la gestión federal y los acuerdos que ha logrado impulsar con otros gobiernos locales, con la mira de mejorar la economía y hacer que los beneficios lleguen a los participantes en la economía

Con el TLCAN, ¿qué implica que Estados Unidos y Canadá pongan en la mesa el tema laboral?

Hay más oportunidades que riesgos, porque en cuatro años y medio de gobierno México ha hecho una modificación radical respecto de las formas en que se concibe el mercado laboral mexicano. Se aumentó la formalización en el empleo, protección a los grupos vulnerables, la tasa de empleo reportada más alta en el país en seguridad social. Se quitó una serie de principios que generaban críticas al tema laboral en los acuerdos comerciales y por la competencia desleal; nos fuimos a la productividad, generamos protección a grupos vulnerables, niños, mujeres, trabajadoras domésticas, trabajadores agrícolas.

En justicia laboral se eliminaron los contratos de protección, desaparecen las juntas de conciliación y se creó un órgano de conciliación autónomo, aunque eso genera un problema porque llevar todo a litigio encarece los asuntos; casi cualquier asunto laboral es más fácil conciliarlo. Esto nos da una enorme fortaleza.

Una de las cosas más importantes en este sexenio es la desaparición de las Juntas de Conciliación y Arbitraje. ¿Qué efectos está teniendo?

Que al cuarto año de gobierno se haya aprobado la reforma laboral, la única sin votos en contra ni abstenciones, significa que algo bueno hay en el diálogo social, y se justifica y es compatible con el hecho de que llevamos casi 44 meses sin huelgas. Sólo una, que se terminó muy rápido.

Hay un buen diálogo social, hay incertidumbre, desde luego, pero es un cambio de paradigma de 100 años, y no haremos nada como gobierno sin consenso social de las partes involucradas.

Significa que en el mundo laboral entre capital y trabajo, aunque a los dos genera incertidumbre, han funcionado bien los consensos. Significa que hemos podido entendernos para decir: En el mundo están decreciendo los sindicatos, se vive una desaceleración económica global, se vive un tema grave de desempleo, de grupos vulnerables sin acceso al trabajo, de paso a las tecnologías de la información y remplazo de la mano de obra por máquinas. Ése es el mundo, y nosotros tenemos que ver cómo nos incorporamos al mundo en beneficio de los trabajadores y los empresarios, sin chocar .

En el control de la informalidad, ¿qué se ha hecho bien?, ¿qué queda por hacer sin aniquilarlo sino incorporarlo?

Tenemos que dar más incentivos para la formalización, con un salario y un trabajo que no sean precarios. Se ha dicho mucho que México creció la formalización de empleo con empleo precario. El paso de la informalidad a la formalidad es cualitativo. De existir en el mercado laboral sin pagar impuestos ni tener seguridad social ni prestaciones, pasa a la formalidad, registrado, con seguridad social y prestaciones; puede recibir capacitación. La formalización de empleo va creciendo al doble que la economía. De estar en la calle a cotizar en el Seguro Social ya es un logro, pero además no es empleo tan bajo. El salario asociado de los nuevos ingresos al IMSS, es decir, el ingreso total al IMSS repartido entre los nuevos trabajadores es superior a la media de cotización, marginalmente, 7%, pero es superior, entonces no es empleo precario.

Hay una especie de obligación del Estado respecto al mundo del salario mínimo. ¿Qué ha pasado?

La pérdida de poder adquisitivo en 40 años fue de 75% con el salario mínimo como un ancla de política monetaria en materia inflacionaria y ligándola a muchas unidades en materia inflacionaria. El gobierno de México lo asumió como una necesidad de fortalecimiento del mercado interno, el salario mínimo anclado como herramienta de política monetaria, para que no se disparara la inflación, y como una deuda social que había tenido un muy buen efecto, pero el efecto, como todo en la medida que tomas una figura de otro lado para que te haga frente al problema que tienes, termina siendo un búmeran.

Yo me iría más a los resultados, la preocupación ahí está, fue el gobierno el que lo puso sobre la mesa y muchos actores sociales, a los que les agradecemos que se hayan sumado y aportado, que hayan tomado liderazgo, son una invaluable aportación social. Puedo decir: vamos juntos y gracias, aunque evidentemente muchos actores políticos vean cómo aprovechan la coyuntura para hacer planteamientos que no necesariamente tienen fundamento.

El resultado es: consolidamos las zonas económicas; ya no existen trabajadores de primera y segunda en México. No fue una ocurrencia de este gobierno; se hizo y se hizo bien, sin efecto inflacionario. Se desligó el salario mínimo de otras unidades de cuenta, también sin generar turbulencia en los créditos, las multas, las sanciones, vacaciones y las prestaciones. Llevamos 13% de recuperación de poder adquisitivo en cuatro años en relación con el salario mínimo sin efecto inflacionario, haciendo las cosas en consenso, por unanimidad, sacando las cosas entre los factores de la producción.

Quiere decir que ha funcionado bien a contrapelo de 40 años donde se perdía valor adquisitivo cada año y se perdía 75%, que falta mucho para recuperar el poder adquisitivo de un mínimo con respecto a los niveles que se tenían en 1976, sí, pero nada en lo social se cambia por arte de magia o por decreto cuando alguien pretende hacerlo.

Ya ha sucedido, durante la Revolución Mexicana, en la década de los 70 y 80, con el tema del salario que, por decreto, aumentaba por la realidad económica, pero también aumentaban los precios y perdía el trabajador.

En la realidad tiene que ser gradual, tiene que ser serio, tiene que ser responsable, no populista. Para decirlo claramente: eso no trae buenos efectos.

STPS y OIT llevan un buen rato hablando del trabajo digno. ¿Cómo se traduce esta preocupación de la OIT en una política pública en México?

Dos millones 700,000 nuevos puestos de trabajo, la cifra más alta de empleo en la historia del país, de empleo formal, con Seguridad Social y prestaciones, que es lo que la OIT define como empleo digno decente. Nosotros hicimos categorías jurídicas del trabajo digno en nuestra Ley Federal del Trabajo. Ya hemos bajado 3.5 puntos la informalidad laboral, y eso se traduce en un reconocimiento de la OIT.

Hoy por hoy, en el comité de normas, que es donde se dirimen todas las controversias contra países que violen el marco jurídico o los convenios de la OIT, México no tiene ni una sola queja.

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