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Opinión

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Banxico y la inflación

El INEGI dio a conocer la semana pasada la tasa de inflación registrada durante la primera quincena de junio, en donde destaca que aunque la inflación subyacente, sobre la cual tiene incidencia la política monetaria, ha tenido una tendencia decreciente en los últimos meses, esta aún permanece en niveles notoriamente elevados al situarse, a tasa anual, en 6.91% (la general fue de 5.18%). Es importante señalar que el nivel de la inflación subyacente es más del doble del objetivo puntual del Banco de México de 3 por ciento.

Dada la evolución que ha tenido la inflación, particularmente la subyacente, el banco central anunció su decisión de mantener la tasa de interés interbancaria a un día en 11.25%, misma que se quedará en ese nivel por un “periodo prolongado” (lo que ello quiera decir). Esta decisión se basa en lo que los miembros de la Junta de Gobierno consideran que “el balance de riesgos respecto de la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico se mantiene sesgado al alza”.

Los elementos que considera el instituto central para sostener este sesgo al alza de la inflación son la persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados, depreciación cambiaria ante eventos de volatilidad financiera internacional, mayores presiones de costos y presiones en los precios de energéticos o agropecuarios. Sorprende que en su comunicado el Banco no haga una sola mención sobre cuál ha sido el efecto de las decisiones de política monetaria sobre la inflación a través de los diferentes canales de transmisión (tasas de interés y crédito, precio de los activos, tipo de cambio y expectativas de inflación). Algunos datos al respecto que son relevantes.

Primero el crédito. Los datos de abril de este año, última información disponible, indican que el impacto de las mayores tasas de interés sobre la demanda agregada y en consecuencia sobre la inflación quizás no ha sido de la magnitud esperada ya que el saldo real del crédito total otorgado por la banca comercial creció en 5.5%, destacando sobre todo el crédito al consumo que en ese mes experimentó una tasa real anual de crecimiento de 11.2% (a la vivienda creció 4.8% mientras que el otorgado a empresas y personas físicas con actividad empresarial aumentó en 2.7%).

El otro dato es el comportamiento de los deflactores implícitos de los componentes de la demanda y de la oferta agregada, los cuales son una medición adicional de la inflación. En el primer trimestre de este año, el aumento anual de los deflactores de los tres componentes internos de la demanda fueron 6% para el consumo privado, 6.4% para el consumo de gobierno y 2.5% para la formación bruta de capital fijo, lo que indican presiones inflacionarias por el lado de la demanda agregada. Por otra parte, destaca la caída de 10.8% en el deflactor implícito de las importaciones de bienes y servicios lo que indicaría que el componente más importante que ayudaría a explicar la menor inflación recientemente observada es la apreciación del tipo de cambio que ha abaratado las importaciones, apreciación que responde más a fenómenos externos (como la debilidad del dólar frente a varias monedas incluyendo la nuestra) que al diferencial de tasas de interés derivado de las decisiones de política monetaria.

Dado lo anterior, el Banco de México mantuvo sin cambio su pronóstico de la tasa de inflación subyacente para los siguientes trimestres, con una trayectoria decreciente desde 7.3% para el trimestre abril - junio de este año a 5% para el último trimestre de 2023, 3.5% en el segundo trimestre de 2024 y 3.1% en el último trimestre de ese año. Más de un año y medio faltaría aún para alcanzar la meta de inflación objetivo del Banxico; demasiado tiempo.

No solo es mucho tiempo; también es momento de cambiar el objetivo puntual de la tasa de inflación al 2% en lugar del 3% actual. La razón es que dado que la meta es 3% más menos un punto porcentual, el Banco podría estar muy “cómodo” mientras se esté en la parte superior de la banda y afirmar que se cumplió con el objetivo de procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda. Pero no es lo mismo 3% que 4% anual al considerar lo que se pierde de poder adquisitivo en un horizonte de tiempo más largo que un solo año. Así por ejemplo, si la inflación anual es de 2% en una década se habrá perdido el 21.9%, con 3% el 34.4% y con 4% el 48%. Un punto sí hace diferencia.

Punto de vista

Isaac Katz

Twitter: @econoclasta

Economista y profesor. Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

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