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El analfabetismo numérico que enfrentamos
El concepto de “alfabetismo” reconocido por la mayoría, ha sido utilizado más recientemente, vinculado con otros conceptos, como el de alfabetismo financiero, para hacer referencia a la capacidad de contar con conocimientos básicos que permitan comprender aspectos relacionados con ciertas áreas de conocimiento (como el financiero).
También recientemente se habla del alfabetismo numérico, referido a contar con las habilidades y conocimientos numéricos fundamentales, necesarios para tomar decisiones en casi cualquier ámbito de actividad humana.
De acuerdo con Ellen Peters de la Universidad de Oregon, el alfabetismo numérico es definido como la habilidad para procesar conceptos probabilísticos y numéricos básicos que apoyen la formación de juicios en la toma de decisiones.
De acuerdo con diversos estudios, las personas con mayor habilidad numérica son más capaces de obtener y utilizar mejor información numérica relevante y son además menos propensos a ser susceptibles de sesgos de decisión, como el efecto marco.
Hoy, para muchos autores, la población puede ser dividida entre numéricamente alfabetizada o analfabeta. Estudios publicados hace algunos años en Estados Unidos, mostraron que la mitad de la población carecía de las habilidades matemáticas mínimas para analizar información disponible en la vida cotidiana, por ejemplo, la información comercial impresa.
Si reconocemos la condición del sistema educativo mexicano, muy probablemente México tiene condiciones similares o incluso peores de carencia de conocimiento matemático.
La prueba Pisa muestra que ese bajo nivel de conocimiento matemático en México no es privativo de las escuelas que atienden a personas de menor ingreso. Es un problema que afecta incluso la educación privada y en todos sus niveles.
Un ejemplo del efecto del bajo nivel de conocimiento matemático y la relación con el efecto marco, se muestra en un experimento en el cual se midió la percepción de las personas respecto de la calidad de carne dependiendo de la etiqueta que en un caso señalaba que era 75% magra y en el otro señalaba que tenía 25% de grasa. Para las personas con mayor nivel de alfabetismo numérico, esas dos formas de descripción no generaban una respuesta diferente, porque comprendían que eran equivalentes. Por el contrario, para los grupos con menor nivel de conocimiento numérico, la presentación de 75% magra, provocado una respuesta más favorable.
En otro estudio con personas que cursaba en estudios de psicología, se encontró que aquellos que carecían de menor conocimiento numérico, tenían problemas de interpretación cuando se les hablaba de la probabilidad de que algo ocurriera, cuando ésta se presentaba como una frecuencia más que cómo un porcentaje.
Tal como ocurre hoy en el entorno de la extensa información que surge respecto de la pandemia y su evolución en cada país, la falta de conocimientos y habilidades numéricas impiden la comprensión de los datos o induce la interpretación errónea de los mismos, frecuentemente para ajustarse a posiciones de filias o fobias personales.
Esta debilidad de la comprensión en parte es la que hoy provoca tanta confusión en la discusión del diagnóstico real de la pandemia y, consecuentemente, en los diagnósticos respecto de los mejores mecanismos para frenar su avance.
Cuando discutimos y privilegiamos los datos que se acomodan a nuestra narrativa, lo hacemos primero por falta de conocimiento numérico y después por un interés de interpretación subjetiva de la realidad.
Siempre conviene recordar que todos tenemos derecho a nuestra opinión, pero no a inventar nuestros propios datos.