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Opinión

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El proceso de designación de una nueva ministra

El martes pasado, la Comisión de Justicia del Senado desahogó las comparecencias de las candidatas para ocupar el sitial que dejó la ministra Margarita Luna Ramos en la Suprema Corte de Justicia. En la terna se propuso a las magistradas Celia Maya, Yasmín Esquivel y a la académica Loretta Ortíz. Tanto Maya como Ortíz, participaron en la terna en la cual se designó a Juan Luis González Alcántara, para ocupar el lugar que dejó vacante el ministro José Ramón Cossío Díaz.

Tras la participación de las candidatas, surgió en redes sociales un movimiento para convocar al Senado a rechazar la terna por considerar que ninguna de ellas cumple con el perfil idóneo. Al margen de algunos comentarios que no vale la pena reiterar, sí debemos destacar el hecho de que dos de ellas pertenecieron recientemente al partido mayoritario, una como legisladora federal y otra como candidata a una elección popular.

Las razones más importantes para llamar a rechazar la terna, sin embargo, fueron sus respuestas. Hubo temas que causaron mucho revuelo, como la adopción por parte de familias homoparentales, maternidad subrogada y algunos otros similares. Respecto de ellos, las candidatas tuvieron posiciones demasiado conservadoras y, en algunos casos, no conocían sobre criterios emitidos por la Corte sobre los mismos. Otra pregunta interesante fue sobre la reciente reforma constitucional al catálogo de prisión preventiva oficiosa y si ello resulta conforme a la luz de los tratados internacionales sobre derechos humanos. La respuesta de una de las candidatas denotó desconocimiento sobre el sistema penal.

El artículo 96 de la Constitución establece la posibilidad de que la Cámara de Senadores rechace la terna. En ese caso, el presidente tendría que proponer una segunda terna, y si ésta fuera rechazada, el titular del ejecutivo podría llevar a cabo la designación. Ahora bien, aunque lo anterior es normativamente posible, en este caso se antoja difícil que ello suceda. Lo anterior, porque dos de las tres candidatas, Maya y Ortíz, participaron en el proceso en el que finalmente se designó al ahora ministro González Alcántara, y en éste fueron calificadas como idóneas. Así, resulta poco probable que se rechace la terna. Pudiera ocurrir que ninguna de las candidatas obtenga la votación necesaria en el Senado, en cuyo caso conllevaría la devolución al ejecutivo para que proponga otra terna.

Ante preguntas relacionadas con este tema, el presidente López Obrador insistió en que no tiene preferencia por ninguna de las candidatas y que el Senado elegiría libremente a quien habrá de ocupar la vacante. Tras el resultado desastroso de las comparecencias, si el Senado llega a determinar desechar la terna (lo que se prevé difícil) o no se alcanzase la votación requerida, entonces se pondría el ejemplo, de nuevo, como en el caso de la Guardia Nacional, de un sistema efectivo de contrapesos entre los poderes.

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