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Expropiar
El derecho del Estado a expropiar propiedad privada o retirar unilateralmente concesiones otorgadas durante largos periodos, forma parte de la discusión sobre la seguridad jurídica que existe en aquellas formaciones estatales en donde el gobierno en turno tiene siempre el último recurso para arrebatar a los privados algo que se presume originalmente como perteneciente al Estado y que por razones no siempre legítimas se le presta a los poseedores de un interés particular.
La discrecionalidad en el ejercicio del poder que posee un presidente como López Obrador se convierte en una amenaza real para aquellos que, enfrentados personal o políticamente al caudillo, están obligados a someterse a la voluntad del mandatario más allá de lo que la legalidad les permite o les impide. Hemos regresado al régimen de un solo hombre con lo que esto implica para amigos o enemigos de su majestad.
Germán Larrea, empresario poderoso, dueño de minas y concesionario de otros negocios como vías férreas, intentó incursionar en el ámbito bancario con la compra de 80% de las acciones de CitiBanamex. En contra de la voluntad del presidente, quien siempre ha visto a Larrea como un empresario hostil, la compra bancaria tuvo un final catastrófico. El pleito entre Larrea y AMLO sobre la concesión y costo de Ferrosur terminó en el desistimiento de Citi de vender sus acciones por la inseguridad jurídica que esto implicaba ante la intentona del gobierno mexicano de utilizar el proceso de venta del banco como moneda de cambio en su chantaje contra el empresario minero.
El final del sexenio se perfila como un intento de recuperar la rectoría del Estado sobre los factores económicos, aunque esto sea imposible en las actuales condiciones de la economía mexicana y su inserción en los mercados mundiales. Pero el tono del discurso presidencial que terminó por sacar del país a Iberdrola y ahora pone de rodillas a un Consejo Coordinador Empresarial que, habiéndose mostrado sumiso pensó poder obtener ventajas en su relación con el gobierno y ahora se sorprende de lo contrario, se verá radicalizado aún más a medida que el sexenio vaya concluyendo.
Expropiar es en el imaginario del presidente absoluto, recuperar para el pueblo encarnado en su figura la riqueza robada por particulares como producto del saqueo llevado a cabo por los traidores a la patria. Esta visión reduccionista de la realidad daña la credibilidad de México como país serio y responsable, y lo ubica en la escala de los Estados sin ley ni instituciones capaces de defender a los individuos, nacionales y extranjeros, de las arbitrariedades del gobernante en turno.
Hemos retrocedido en cinco años lo poco que habíamos avanzado en las últimas dos décadas. Las consecuencias para la próxima administración serán devastadoras.