La felicidad en la era digital

El 20 de marzo se celebró el Día Internacional de la Felicidad y la tecnología ya forma parte de este estado emocional y mental general de alegría, bienestar y satisfacción con la existencia y el sentido de la vida. ¿Cómo contribuye o afecta la tecnología a nuestra felicidad?

La tecnología digital ya forma parte de casi todos los aspectos de nuestras vida desde cómo nos comunicamos, aprendemos, trabajamos y la pasamos bien

La relación entre la tecnología y la felicidad es un tema cada vez más relevante en nuestra sociedad digital. Muchas personas creen que tener dispositivos sofisticados y de estatus social (asociados al poder adquisitivo para adquirirlos) y acceso a redes sociales y servicios digitales avanzados como plataformas por suscripción, es una forma de incrementar su felicidad.

La tecnología sí puede aumentar nuestra felicidad al proporcionarnos acceso a una variedad de experiencias y oportunidades como información, conocimientos o simplemente permitiéndonos hacer las cosas más sencillas y rápidas para disfrutar más tiempo libre y hacer más cosas que nos satisfagan. 

Por ejemplo, los dispositivos móviles y el acceso a Internet permiten estar en contacto con seres queridos, aprender nuevas habilidades que incrementen nuestro potencial humano y explorar diferentes culturas, lo cual nos genera una sensación agradable con nosotros mismos y ante los demás. 

Es indudable que la tecnología ha democratizado el acceso a la información y la educación, lo cual ayuda al desarrollo personal y profesional de las personas, lo cual nos pone contentos.

Pero la tecnología también tiene un impacto adverso en nuestra felicidad porque el uso excesivo de gadgets como smartphones, consolas o plataformas de las redes sociales puede llevar a la odiosa comparación social, la ansiedad y la depresión, principalmente entre los infantes, jóvenes y adolescentes. 

La búsqueda de validación y reconocimiento en línea es una forma común de buscar satisfacción personal. Las redes sociales ofrecen una plataforma para mostrar nuestras vidas, recibir likes, corazoncitos, comentarios y conectarnos con los demás. Para algunos, esta exhibición y validación digitales se traduce en una sensación de felicidad tan instantánea como las interacciones que producen.

La dependencia hacia la aprobación digital de los demás afecta de forma contraproducente nuestra autoestima y bienestar emocional, así como estar atentos de forma obsesiva a lo que hacen o dejan de hacer las demás personas en sus publicaciones o estados digitales. 

La psicóloga Susan David, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, autora del libro “Agilidad emocional”, señala que la dependencia de la validación externa lleva a una falta de autenticidad y autoaceptación genuinas, lo que puede socavar nuestra verdadera felicidad.

Otro estudio realizado por la Universidad de Cambridge encontró que las personas que utilizan las redes sociales más de una hora al día tienen 30% más probabilidades de sentirse infelices. Cada vez más evidencia científica señala que las personas que utilizan más dispositivos tienen un nivel de felicidad más bajo que aquellas que los utilizan menos. O que dejar de usar las redes sociales durante una semana aumenta significativamente el bienestar emocional de los participantes en dichas indagaciones. 

Ya se sabe que el exceso de tiempo inmersos en dispositivos digitales y redes sociales está relacionado con problemas de salud mental como ansiedad y depresión. También existen otras afectaciones físicas a la vista por la intensidad de la luz azul-violeta de las pantallas o a la escucha por el uso excesivo de audífonos. Otro autor, Nicholas Carr, en su obra “¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”, dice que la red nos ha vuelto superficiales. 

Cada vez es más evidente que las redes sociales pueden tener un impacto tanto positivo como negativo en nuestra felicidad. Mejoran la conexión, aumentan la autoestima e incrementan la sensación de pertenencia a un grupo o comunidad. Sin embargo, también conllevan un estrés desmedido, la presión de compararse con los demás, un aumento de la tristeza y sensación de aislamiento, sin mencionar el contacto con discursos de odio, polarización y noticias falsas que desatan incertidumbre y zozobra.

Paradójicamente y por todo lo anterior, la tecnología también puede ser una herramienta útil para mejorar nuestro bienestar emocional. Existen apps de meditación, seguimiento del estado de ánimo, terapias en línea para ayudar a gestionar el estrés y cultivar la felicidad.

¿Tener los dispositivos más avanzados nos hace más feliz? En 2007 se lanzó el iPhone y en Nueva York había filas kilométricas para adquirir el nuevo teléfono. Según un estudio de la Escuela de Negocios de Harvard, poseer productos autónomos (aspiradoras robóticas, podadoras de césped o electrodomésticos inteligentes) aumenta la felicidad porque nos ahorra tiempo para hacer otras cosas. 

Los especialistas en salud mental, bienestar y felicidad recomiendan establecer límites y momentos específicos para usar la tecnología y evitar la distracción constante. No delegar las interacciones a lo digital y priorizar la interacción cara a cara; conectar no con interfaces sino con personas. En todo momento cultivar relaciones significativas y enriquecedoras. Desarrollar hobbies y actividades al aire libre o en la naturaleza que no impliquen el uso de tecnología. 

Disfrutar el momento, la experiencia y la compañía; dejar de tomarle foto a todo lo que hacemos, dejar de compartir estados y poses en nuestros perfiles en redes sociales y dejar de pensar en el qué dirán los demás en el mundo virtual… 

Twitter: @beltmondi