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Opinión

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La importancia de las instituciones entre México y Estados Unidos

La relación entre México y Estados Unidos es tan profunda y rica como pocas en el mundo desde cualquier perspectiva. Es un relación muy dinámica y compleja que ha evolucionado durante décadas a partir de la coyuntura histórica de ambas naciones. En su evolución, los actores institucionales han tenido un papel clave.

Es sabido que las instituciones, en sentido amplio, permanecen y van más allá de las coyunturas y de las personas que las crearon; establecen directrices y cumplen una función específica. Las instituciones contribuyen al desarrollo económico, político y social de cualquier país. También coadyuvan a encauzar la relación entre poderes, gobiernos y Estados soberanos.

Entre México y Estados Unidos existen instituciones que por décadas han dado cauce a su estrecha convivencia y han favorecido la toma de decisiones conjunta y la búsqueda de soluciones binacionales. En particular, mencionaría las siguientes: 

La Secretaría de Relaciones Exteriores (México) y el Departamento de Estado (Estados Unidos), desde hace 200 años han sido los brazos institucionales que han conducido el servicio exterior y las relaciones diplomáticas de ambas naciones. Su testimonio abarca icónicos tratados, convenciones y diálogos de alto nivel; desde el Tratado de 1828 que reconoció los límites territoriales y configuró la frontera entre los dos países, el Tratado de Aguas Internacionales de 1944 que estableció que México debía asignar agua a Estados Unidos del río Bravo y Estados Unidos debía asignar agua a México del río Colorado, hasta el reciente Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que entró en vigor el 1 de julio de 2020. Ambas entidades han sido actores clave en las visitas oficiales de mandatarios norteamericanos a México y viceversa. Desde el histórico encuentro en la frontera entre los presidentes William H. Taft y Porfirio Díaz, en 1909, pasando por la reunión entre los mandatarios John F. Kennedy y Adolfo López Mateos que selló el compromiso para resolver el conflicto de El Chamizal, en 1962, hasta la reciente visita a México del Presidente Biden bajo un contexto en donde la mitigación climática, la transición energética y la competitividad regional son de interés mutuo.

También han sido parte de mecanismos de colaboración estratégica como el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) que ha buscado impulsar prioridades comunes en materia económica, social y comercial.

Otra institución que se debe mencionar es la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA). Creada en 1889 en el marco de la “Convención para el establecimiento de una Comisión Internacional de Límites” entre México y Estados Unidos, la CILA fue instaurada inicialmente para decidir sobre las diferencias que se suscitaran en la línea divisoria entre ambos países. Esta Comisión, con representación de ambos Gobiernos, ha llevado a cabo la aplicación de los tratados y convenciones sobre límites y aguas, jugando un papel muy importante en la solución de diferencias. Su participación ha sido clave en la conducción de temas sensibles como el estrés hídrico que en los últimos años ha vivido la frontera. Por ejemplo, el pasado 15 de agosto dicha comisión comunicó que las asignaciones de agua del río Colorado a los usuarios de México y de Estados Unidos se verán reducidas en 2024, por tercera vez desde la firma del Tratado de Aguas de 1944, debido a las condiciones de escasez de agua de la región.

El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) también debe de mencionarse. Este tratado, que entró en vigor el 1 de julio de 2020 y que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (que fue vigente a partir de enero de 1994), prevé capítulos y disposiciones en materia de agricultura, reglas de origen, inversión, comercio transfronterizo, competitividad, medio ambiente, entre otros, así como en soluciones de controversia e instrumentos bilaterales. El T-MEC es un instrumento central de la política comercial de México con América del Norte que establece un marco institucional que brinda certidumbre jurídica a las inversiones y moderniza y amplía las reglas del comercio de bienes y servicios en la región. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Economía, en los últimos 23 años México ha recibido alrededor de 319,000 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa proveniente de Estados Unidos, un dato que, entre muchos otros, confirma la importancia de este instrumento.

El Banco de Desarrollo de América del Norte es otro actor institucional. Constituido en 1994 a raíz del TLCAN, el NADBank, como habitualmente se conoce, es un banco de desarrollo único por sus características que, de la mano del sector público y privado, impulsa y detona proyectos de infraestructura con un impacto medioambiental y de desarrollo en la región fronteriza. Y es único porque, primero, es un banco con carácter binacional al formar parte de su Consejo secretarías de Estado y representantes estatales y de la sociedad civil de los dos países. Segundo, es un banco con un mandato medioambiental desde hace casi 30 años. Esto es que sea en tratamiento de agua, calidad del aire, eficiencia energética, cruces transfronterizos, economía circular, movilidad, entre otros, cada proyecto que impulsa deberá ser sostenible y generar impactos positivos en el medio ambiente de la región fronteriza. Tercero, es un banco especialista en la frontera con casi tres décadas de experiencia. Como pocos, conoce aspectos relacionados con el ecosistema, hidrografía, energía, movilidad y situación demográfica, así como la importancia de impulsar proyectos de infraestructura ambiental que ayuden a satisfacer necesidades básicas en la región.

Si consideramos la mayor demanda de agua, energía y de políticas de movilidad a raíz del nearshoring, el NADBank sería un aliado natural y estratégico en la región fronteriza por su experiencia técnica y financiera, así como por su capacidad de interlocución con actores públicos y privados de ambos países.

La frontera entre México y Estados Unidos seguirá creciendo en términos de población, comercio y convivencia cultural. Norteamérica seguirá siendo una de las regiones más competitivas del mundo gracias al continuo proceso de integración de las cadenas de valor. En momentos geopolíticos como los actuales y en esta nueva etapa postpandemia, en donde lo regional toma gradualmente más relevancia que lo global, vale la pena que las instituciones binacionales sigan siendo actores clave en la permanente construcción de una región prospera para ambas naciones.

*El autor es titular de la Unidad de Relaciones Institucionales y Comunicación del Banco de Desarrollo de América del Norte (NADBank)

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