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Opinión

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Las alarmas

Más allá del debate nacional sobre los peligros a los que se enfrenta la democracia mexicana, las señales de alarma han rebasado la frontera norte y se han manifestado de manera significativa no únicamente en la prensa norteamericana, sino también en los órganos legislativos de ese país.

Las denuncias de los legisladores Menéndez y McCaul en sus respectivos Comités del Congreso de los Estados Unidos en relación con el riesgo que representan los cambios aprobados a la leyes electorales en México, han generado ya reacciones de distinto tipo no sólo por el tema del retroceso democrático que estas modificaciones significan, sino también por las consecuencias que esto ocasionará a la relación entre los dos países si el deterioro de la democracia mexicana se agudiza en los próximos meses y años.

El silencio de la administración Biden en relación con este tema es producto de una extensión de la política exterior norteamericana iniciada por Donald Trump, y según la cual AMLO puede hacer lo que quiera dentro de sus fronteras siempre y cuando contenga la migración y  evite en la medida de lo posible el aumento del flujo de drogas al Unión Americana. Por lo pronto el primer objetivo se ha cumplido parcialmente y el segundo es motivo de creciente tensiones entre ambos gobiernos.

Tanto demócratas como republicanos han coincidido en el diagnóstico según el cual México se ha ido convirtiendo en un “narcoestado” ante la pasividad de sus autoridades, lo que se refuerza con la sentencia a García Luna. Lo que aquí es un arma política del gobierno contra la oposición, en Washington significa la definición de un Estado mexicano que paulatinamente se ha venido descomponiendo al grado de representar hoy una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos.

El alejamiento de la política exterior mexicana de las líneas que Biden ve como fundamentales para una alianza como el apoyo a Ucrania, la condena a las dictaduras de Cuba y Nicaragua y el respaldo a un modelo de integración basado en el libre comercio sin proteccionismos anacrónicos, refuerza la idea de que el deterioro de la democracia mexicana y el fortalecimiento del autoritarismo presidencialista van en línea contraria al interés nacional y regional de los Estados Unidos.

La posición mexicana parece sustentarse en el hecho de que los norteamericanos le temen más a un choque frontal con el gobierno morenista, que a las consecuencias de la desestabilización del país producto del desmoronamiento de las instituciones sobre las que todavía se sustenta la democracia a pesar de todo.

Las señales de alarma han comenzado a sonar del otro lado del Río Bravo, y la reacción final de Washington dependerá del grado de descomposición y violencia en el que nos metamos como consecuencia de un choque de trenes ocasionado por ese objetivo de querer regresar a México al siglo pasado.

Ezra Shabot Askenazi es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México. Analista político y catedrático universitario con 22 años de trayectoria en la UNAM. Como académico ha sido jefe del Departamento de Ciencias Sociales y Jefe de Planeación Académica en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán.

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