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Motivaciones de consumidores y detractores de la carne
Una de las grandes tendencias alimentarias que ha tenido un rápido crecimiento, por lo menos si no en la parte conductual, en la parte del discurso, es la que se refiere a la necesidad de reducir el consumo de carne per cápita en pro de una dieta basada en plantas. Este hecho presenta ciertos bemoles, puesto que el consumo de carne por habitante no es equiparable en un país con dietas basadas muy particularmente en el consumo de grandes cantidades de carne roja, con aquellos países donde culturalmente el consumo de carne roja no es algo habitual, además de otros factores económicos que hacen que la carne esté en mayor o menor medida al alcance de las personas.
Existen motivos de salud, ecológicos y económicos por los que los grupos en pro y en contra de reducir el consumo justifican sus acciones. Sin embargo, muchas veces entre los mensajes que se masifican, no existe distinción entre, por ejemplo, volverse completamente vegano y evitar cualquier tipo de carne o producto de origen animal, al hecho de simplemente reducir la porción de carne que se consume, integrando más alimentos de origen vegetal a la dieta. Entre estos dos polos hay un mundo de diferencia entre los hábitos, las elecciones y las maneras de consumir en el día a día.
Científicamente se han estudiado las diferentes motivaciones por las que las personas deciden o no, dejar de comer carne. Se ha encontrado, que las motivaciones para ello, abarcan un abanico amplio que va desde las razones de salud, hasta el estigma social, pasando por las preferencias alimentarias, la construcción del gusto, y las motivaciones éticas sobre el calentamiento global y el sufrimiento animal. No todas las personas que dejan de comer carne tienen todas estas motivaciones.
Las motivaciones de ambos grupos son diversas. Algunas personas consideran que una dieta basada en plantas sirve para prevenir ciertas enfermedades crónico - degenerativas, mientras que otras creen que comer carne es indispensable para obtener proteínas de alta calidad, construir músculo más fácilmente y prevenir deficiencias de nutrimentos. Dentro de las motivaciones ecológicas, quienes están a favor de reducir el consumo de carne, lo hacen por el impacto de la producción sobre el calentamiento global del planeta. Quienes no están convencidos de hacerlo, van desde el extremo de no creer en el calentamiento global, hasta el posicionamiento más mesurado al respecto, en el que las personas consideran que poca diferencia puede hacer una persona reduciendo el consumo de carne para frenar el cambio climático. Entre las razones que tienen que ver con la norma social o el estigma social, está quienes consideran que comer carne en estos tiempos está pasado de moda, o sus círculos cercanos son activistas en este sentido, mientras que para el grupo de los consumidores de carne, sobre todo las comidas festivas y los menús especiales no se disfrutan igual si no contienen carne. En algunos contextos, el consumo de carne todavía significa poder adquisitivo.
Aunque existe una multiplicidad de razones para consumir o no carne, en la realidad las razones y las conductas no se muestran de manera tan categórica: en efecto, existe siempre una laguna entre lo que se dice, lo que se opina y lo que efectivamente se practica, puesto que las decisiones sobre los alimentos se hacen con elementos objetivos y subjetivos y no siempre bajo una estricta racionalidad.