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No ceden (EU y Canadá)
Me queda claro que el arrebato de AMLO de “pausar” las relaciones con los embajadores de Estados Unidos y Canadá, el sombrerudo Ken Salazar y Graeme C. Clark, respectivamente, fue alimento nacionalista para sus seguidores y aviso para los empresarios y opositores nacionales. Con la astucia que le caracteriza remarcó que el pleito no era con los gobiernos de nuestros socios comerciales, sino con los dos diplomáticos. La “pausa” causa menos daño que una mala frase. Llevamos años en “pausa” con España y básicamente no ha pasado nada.
López Obrador escogió un buen momento para su baladronada. Él ya se va en un mes y en los Estados Unidos están ocupados con la elección de noviembre. Supongo que no quieren buscarse un pleito mayor con el presidente mexicano cuyo desenlace podría beneficiar a Trump.
Pero si creyó que el “pausar” las relaciones con los embajadores amainaría o acallaría las opiniones de Estados Unidos y Canadá, se equivocó. La respuesta de los Estados Unidos a su “pausa” vino esta vez del Departamento de Estado que respaldó a Ken Salazar. El Subsecretario de Estado, Brian Nichols, señaló: "Como socios y amigos, compartimos nuestras preocupaciones sobre las reformas constitucionales propuestas". Suave, pero firme.
La respuesta de Canadá vino de un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores. El Gobierno canadiense aseguró que no tiene intención de inmiscuirse en la política interna de México, pero insistió en que los inversionistas canadienses han expresado su preocupación por las reformas constitucionales propuestas por el presidente López Obrador, que incluyen la elección por voto popular de jueces y ministros y la desaparición de siete organismos autónomos. Igual de diplomático y de firme.
Lo dejaron claro: el pleito no es con Salazar y Clark, es con los gobiernos de Estados Unidos y Canadá.
Tampoco las calificadoras y bancos han cedido en sus preocupaciones. ¿Todo esto contribuyó a una especie de cambio de rumbo? Algunos entusiastas parecen creer que sí. Luego de la reunión de Claudia Sheinbaum con los que serán diputados a partir del 1 de septiembre, Ricardo Monreal, el coordinador de la bancada, señaló que la doctora les pidió no incluir a la Reforma Judicial en el primer paquete de reformas lopezobradoristas: "Lo que la presidenta electa ha sugerido al grupo Parlamentario es que sea cuidadoso con toda la etapa procesal, que no se vulnere ninguna etapa procesal y que no se precipiten, sino que observemos estrictamente la ley. Es una sugerencia que nos parece correcta.”
Al otro día, en la mañanera del 28 de agosto, el presidente López coincidió con la presidenta electa en que no se debe acelerar la reforma judicial en la Cámara de Diputados para que se cumpla y respeta con toda la etapa procesal. ¿Esto significa que van a moderar la iniciativa de reforma judicial o la van a retirar? En absoluto, el plan no puede ser ese porque el anular al Poder Judicial es parte de un proyecto más amplio: controlar Poderes e instituciones y minimizar hasta la parálisis a los opositores y críticos.
Por si hubiera duda, el mismo 28 por la tarde, tanto Ricardo Monreal como Claudia Sheinbaum dijeron que no habían dicho lo que dijeron; que, si alguien había entendido que se posponía la aprobación de la reforma para discutirla, informar y buscar consensos, había entendido mal; que la reforma va en la primera semana y punto. ¿Hubo alguna clase de jalón de orejas por parte de AMLO? Es posible, pero no es relevante. Lo importante es que ya se anunció que la iniciativa se aprobará a principios de septiembre.
Creo que lo que harán es, primero, asegurarse que la iniciativa cumpla con todo el procedimiento parlamentario, que ha sido uno de sus puntos débiles en el pasado. Segundo, esperar que se calmen las aguas en la relación trilateral y con las instituciones financieras. Dejar que la inflación y el peso se estabilicen, es decir, tranquilizar los mercados. Dar un tiempo para que los opositores se desgasten y luego proceder. ¿Cuánto tiempo puede llevar esto? Supongo que entre una o tres semanas, pero AMLO quiere llevarse su regalo o hará berrinche.
Desde luego, también pueden mandar todo al diablo y aprobar cuanto antes la reforma judicial contra todas las opiniones. Hacer esto es propio de un cruzado que no teme a las consecuencias y ya vimos qué clase de imagen tiene de sí mismo López Obrador, la de un héroe de la democracia a la altura de una leyenda.
Lo cierto es que no tengo elementos para suponer que Sheinbaum tiene una opinión distinta sobre la multicitada iniciativa. Tal vez difiere en los tiempos (y dije tal vez) o en la radicalidad de los contenidos, pero en lo esencial no veo diferencia. Se trata de destruir al Poder Judicial como lo conocemos.