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Ocio verdadero
Qué gusto da estar tirado bajo un ventilador de techo en una habitación con las cortinas cerradas, sin poner atención a lo que sucede en el exterior: que la temperatura y los rayos uve se hayan muy por encima de los rangos normales. Estar en mi catacumba, fresca a base de oscuridad y ajetreo de aspas, leyendo novelas y adelantándome al ceviche verde que me voy a zampar, se parece mucho al ocio verdadero, desde el que me permito evadir la realidad, los incendios políticos y también los que abrazan nuestros bosques. ¿Será inmoral sentirse tan cómodo mientras el mundo arde?
El asunto del cambio climático es desastroso: se secan los lagos, huracanes derrumban ciudades, se hacen desiertos los prados; arden la selvas, mueren a montones mamíferos acuáticos, se extinguen especies y los microplásticos colonizan las células. Mientras tanto la transformación se ufana de “desarrollar” el sureste a pesar de talar más de 7 millones de árboles, según sus propios datos. No es poca cosa. Según averigüé, las cuatro secciones del bosque de Chapultepec tienen 170,000 árboles todas juntas. El Central Park de Nueva York tiene 18,000 árboles. Es decir, para hacer el tren Maya dejaron sin el oxígeno de cuatro secciones de Chapultepec a 41 ciudades. Todo esto mientras, como ya decía, se quema el planeta. Algo de Nerón viendo arder Roma desde la colina Palatina tiene el gesto mañanero de López Obrador, que parece pensar: “desarrollaré el sureste aunque se acabe el mundo”, imitando a Fernando I del sacro imperio romano germánico.
Desanima que el partido Verde sea una vergüenza. Si lo pensamos bien, es el único que ha cogobernado sin pausa desde la transición Foxista. Sus resultados son grotescos para el entorno que dicen proteger. Pareciera que el único verde que defienden es el del dólar. Me da un poco de pudor ajeno ver a la “ambientalista” Sheinbaum abanderando a los tucanes. Esa sí es real politik, ese sí es cinismo.
Soy pesimista y creo que los votantes no tenemos alternativa para junio, la política mexicana está al mismo nivel que la liga de fútbol mexicana, y por los mismos motivos: lo único que importa es hacer lana, aunque eso dé como resultado la mediocridad absoluta. La mediocridad del fútbol da lo mismo, pero la de la política sólo nos augura un futuro inhóspito, desértico, huracanado, en llamas. ¿Ya ven por qué no quiero levantar las persianas? El ocio verdadero es imposible si miramos el estado de nuestro mundo.