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¿Qué pasa con las Monedas Digitales de los Bancos Centrales?
“Era tan pobre que no tenía más que dinero”
Joaquín Sabina
Internacionalmente conocida como Central Bank Digital Currency (CBDC) y en español como Monedas Digitales de Bancos Centrales (MDBC), al parecer siguen avanzando en su implementación, pero cubiertas con un manto de discreción. El año pasado que publiqué también en El Economista el artículo intitulado “Adiós a los billetes, hola a las Monedas Digitales de Bancos Centrales”; señalé sus características esenciales y, sobre todo, las importantes diferencias que guardan respecto de las criptomonedas, así como el previsible interés de integrarlas al sistema mundial de monedas de curso legal; por lo que en esta ocasión nos enfocaremos en el estatus que actualmente presentan en su proceso de emisión.
Es obvio que un proceso de esta naturaleza la complejidad es la constante, y como suele suceder, hay cualquier cantidad de problemáticas a superar en los contextos operativos, de seguridad, de estabilidad de los sistemas financieros, en materia de combate al lavado de dinero, impactos en mercados de divisas, efectos inflacionarios, de compatibilidades en las infraestructuras tecnológicas de los países para efectos cambiarios y un sinfín de puntos que deben ser afinados antes del inicio generalizado de operaciones; más otros que van más allá y que tienen que ver con aspectos éticos y de controles para delimitar las facultades de los Estados. En todos estos casos, hay amplia cantidad de estudios, análisis y documentos en general, elaborados por organismos financieros internacionales, más los publicados por las autoridades financieras nacionales, pero considero que el más útil y práctico para dar seguimiento a la implementación de los procesos en los diferentes países es el rastreador (tracker) publicado por el Geoeconomics Center of the Atlantic Council; think tank con sede en Washington D.C. en donde en cada caso se precisa si el desarrollo es con fines wholesale (en donde el Banco Central emisor es sujeto pasivo frente a las entidades financieras como una especie de moneda digital interbancaria) y/o retail (en donde el Banco Central emisor es sujeto pasivo frente al conjunto de sujetos indeterminados como actualmente es el caso de las monedas y billetes).
Para comenzar, esta herramienta le da seguimiento actualizado al desarrollo que, en la materia, presentan 135 países del mundo (de los 195 reconocidos por ONU), cifra que se ha ido incrementando rápidamente porque en mayo de 2020, solamente había 35 países en el mundo explorando la posibilidad de emitir una MDBC. En ese orden de ideas, dentro de los resultados más relevantes, se informa que a la fecha sólo hay 3 países en el mundo que ya implementaron y tienen en operación el sistema monetario digital y son: Bahamas, Jamaica y Nigeria.
Por otra parte, no obstante todavía no alcanzar la etapa de operación, dentro de la información trascendente se destaca que 36 países del mundo ya están realizando pruebas piloto bajo entornos transaccionales controlados, tendientes a normalizar y generalizar la utilización de las MDBC y de aquí habría que destacar que 11 de ellos forman parte del G20, con mención especial para el único de América continental que es Brasil en congruencia con los desarrollos que esa nación igualmente reporta en otros sectores de vanguardia como Fintech, Criptos, etc.
Así las cosas, y asumiendo que los países que actualmente están en pruebas piloto son los más próximos a la liberación y operación de las MDBC, vale la pena enfatizar que como se mencionaba, varios de ellos corresponden a economías potentes y con peso específico relevante, así como en los sistemas geopolíticos mundiales. Por ejemplo, en este segundo grupo se encuentran además del ya mencionado Brasil; la Unión Europea, Rusia, China, India, Japón, Irán, Turquía y Australia, entre otros. Lo vuelves a leer y te preguntas ¿y los Estados Unidos?
Parece ser que no obstante los discursos del Presidente Biden en aras de refrendar el liderazgo y supremacía de los Estados Unidos en el sistema financiero mundial, particularmente a partir de todas las interacciones que se tienen con los desarrollos tecnológicos de vanguardia como los relacionados con el mundo Fintech, la regulación de criptoactivos y su transaccionalidad, incluso la Inteligencia Artificial; en lo que toca a las MDBC también hay un letargo y sensibles retrasos sobre todo comparado con los avances logrados en las materias referidas por la Unión Europea. Por ello, Estados Unidos pertenece al tercer grupo, integrado por 30 países que están en desarrollo de sus programas MDBC.
Existe también un cuarto grupo de 44 países que se reportan como en etapa de investigación y análisis; un quinto grupo de 17 países calificados como inactivos y finalmente, un sexto grupo con 2 naciones cuyos proyectos fueron cancelados: Ecuador y Senegal. Atendiendo su potencial cercanía con la liberación de MDBC en sus sistemas monetarios, cabe señalar que dentro del grupo tres, además de los Estados Unidos, están también Canadá, Reino Unido, Noruega y Colombia, entre otros. Muy interesante, ¿y México?, la respuesta es privilegio sólo de los que concluyen la lectura del artículo.
Nosotros estamos también en el grupo tres junto con los Estados Unidos y Canadá, aspecto que no es de soslayarse porque estratégicamente, aunque se trata de una implementación nacional con efectos globales, se construye desde las regiones y prueba de ello, son los múltiples proyectos para el desarrollo de infraestructuras tecnológicas que conjuntamente se evalúan y trabajan entre países geográfica, económica y políticamente cercanos. Al respecto, el Banco de México ha publicado algunos documentos que consideran la implementación del Peso Digital como la presentación de Estrategia de Pagos de Diciembre de 2021, otras presentaciones en foros como el IMEF, y particularmente, la comparecencia de la Gobernadora ante la Cámara de Senadores de fecha 21 de abril de 2022, en la que se señala como estimado un plazo de 3 años para estar en plena operación, mismo que estaría coincidiendo con el mes de abril de 2025.
En conclusión, es clara la tendencia mundial y como reza el refrán, no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla; en cualquiera de los casos, es cuestión de tiempo y en lo que a nuestro país respecta, habrá que estar también pendientes de las señales que al respecto emitan nuestros vecinos y principales socios comerciales, Estados Unidos y Canadá.
X: @LBartoliniE