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Opinión

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Reconversión productiva, retos en Sonora (I)

Fue en 1945 cuando el Dr. Norman E. Borlaug (de origen estadounidense y creador de la llamada Revolución Verde) llegó a Sonora, en específico al Valle Agrícola del Yaqui donde sus estudios y desarrollo de nuevas variedades de trigo, le darían al país un incremento histórico en la producción de este cereal y más tarde, en 1970 el merecido Premio Nobel de La Paz al Dr. Borlaug por su contribución al combate de la hambruna en el mundo.

El Valle del Yaqui (que toma su nombre por el río del mismo nombre y éste a su vez de la etnia más representativa del Estado de Sonora), está ubicado en la zona sur de la entidad y comprende 220 mil hectáreas abiertas al cultivo, principalmente en los municipios de Cajeme, Benito Juárez, Bácum y San Ignacio Río Muerto.

En este valle predomina el cultivo de granos y entre ellos el trigo, principalmente el denominado cristalino, cuyo mercado principal es la industria de las pastas y galletas; basta decir que en el ciclo Otoño-Invierno 2018/2019, fueron 125 mil las hectáreas que se destinaron a su cultivo, con una producción mayor a 850 mil toneladas.

Esta predominancia del cultivo ha llevado consigo que la industria relacionada se haya especializado en torno a la  producción de semilla, proveedores de agroquímicos, asistencia técnica, financiamiento, bodegas de almacenamiento y una logística bien estructurada para su comercialización; todo ello enmarcado en un importante nivel de organización que lidera la Asociación de Organismos de Agricultores del Sur de Sonora, (AOASS), misma que aglutina a diversos organizaciones e incluye Uniones de Crédito pioneras del crédito agrícola en el país (con casi 80 años de operación) y que ahora, cuentan con financiamiento directo de entidades de fomento como FIRA.

Sin embargo, ante una realidad de incremento en los precios de los insumos y la dependencia de los precios internacionales del trigo, los niveles de rentabilidad se han visto afectados a pesar de que los productores realizan economías de escala. Ante ello, se ha presentado en el Valle del Yaqui un fenómeno cada vez más constante: la reconversión hacia cultivos perennes que representan una mayor rentabilidad para los productores.

Nogal, cítricos (como naranja, toronja, limón y mandarina), espárrago, vid y recientemente aguacate, son los cultivos perennes (predominantemente frutales) que están transformando la dinámica productiva y económica del Valle. Lo anterior determina que se requerirá de inversión cada vez mayor en viveros que produzcan el material vegetativo necesario para cubrir la demanda de las nuevas plantaciones, se incrementará la modernización en la red de frío y de empaque, se abrirán nuevos canales de comercialización, la mano de obra en épocas de cosecha romperá cada año sus propios records, se tendrá un mayor número de profesionales altamente especializados, se presentará un consumo de agua y energía más eficiente por el grado de tecnificación que demandan y al final, todo ello dará una nueva fisionomía al Valle del Yaqui y en consecuencia a Sonora.

En la próxima entrega de esta misma colaboración, comentaremos sobre los esfuerzos que los agricultores están realizando para lograr la reconversión productiva con apoyo de FIRA, conjunto de fideicomisos originados en el Banco de México para impulsar el desarrollo del sector agroalimentario y el medio rural.

*José Luis Camacho Avilés y Gustavo Hernández Conejo* son Agente y Promotor de FIRA en Ciudad Obregón, Sonora respectivamente.  La opinión aquí expresada es de los autores y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.

jlcamacho@fira.gob.mx

ghernandez@fira.gob.mx

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